Si en 2015 la ONU advirtió contra un “tsunami de basura electrónica”, dado el ya enorme volumen de este tipo de desechos que se acumulaba fundamentalmente en países pobres, un informe presentado días atrás por la organización en el Foro Económico Mundial le ha puesto números positivos a esa ola: 62.500 millones de dólares.
La alternativa es el reciclaje. Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo, y Houlin Zhao, secretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones –entidades que patrocinan el informe–, han escrito un artículo en la web del Foro en el que refieren las ventajas de gestionar correctamente estos elementos.
“Si lo hacemos bien –señalan–, veremos un volumen mucho menor de nuestros metales y minerales valiosos y otros recursos arrojados en los vertederos. El beneficio de ello para la industria y los trabajadores, así como para la salud de las personas y del medio ambiente, podría ser enorme. Es vital que adoptemos urgentemente una visión más circular de este sector”.
Los autores afirman que los 62.500 millones de dólares arriba mencionados son el equivalente del valor de los materiales que quedan en los equipos usados, que es “tres veces más que la producción anual de las minas de plata”. Más de 120 países tienen un PIB anual por debajo de la que podría resultar de la basura electrónica que se apila en los vertederos.
“Al recolectar estos valiosos recursos, estaremos generando mucho menos CO2 que el que se genera con el trabajo de la minería en la corteza terrestre. Y tiene sentido. En una tonelada de teléfonos móviles hay más oro que en una tonelada de mineral de oro”.
El desperdicio, en este mismo momento, es enorme: cada año se tiran 50 millones de toneladas (el mismo peso de los aviones comerciales que se han fabricado a lo largo de la historia, o el de 4.500 torres Eiffel), y la cifra puede escalar hasta los 120 millones en 2050.
En la actualidad, apenas el 20% de la chatarra tecnológica es sometido a procesos de reciclaje. El 80% restante es, o bien incinerado, o bien se amontona en basureros. En muchos casos, además, se realiza un reciclaje informal, sin las condiciones debidas, en países pobres, lo que acarrea consecuencias negativas para la salud humana y el medio natural.
“No queremos que minerales y metales preciosos se conviertan en el nuevo plástico”, dicen los autores del informe. “Los desechos electrónicos no son ni contaminación ni basura: son un recurso vital que solo ahora estamos comenzando a valorar”.