Los cultivos transgénicos siguen extendiéndose: en 2007 sumaron 114,3 millones de hectáreas en todo el mundo, un 12% más que el año anterior, según el informe anual del International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications (ISAAA). De 23 naciones con cultivos transgénicos, Estados Unidos, el número 1, tiene la mitad de la superficie mundial; y las cinco primeras (las otras son Argentina, Brasil, Canadá y la India) suman más del 90%. China, Paraguay y Sudáfrica cultivan más de 1 millón de hectáreas cada una, y las quince restantes apenas superan el millón entre todas.
De la decena de plantas transgénicas aprobadas, las cuatro más difundidas (soja, maíz, algodón y colza) abarcan el 95% de la superficie total. La soja transgénica ocupa ella sola más de la mitad, y ya es más abundante que la natural. Pronto puede no ser el único caso, pues ya el 43% de los algodonales del mundo son transgénicos.
En 13 de los 23 países solo hay una especie transgénica: maíz en Filipinas, Honduras y los ocho de Europa; y algodón en India y Australia. Casi toda la variedad de transgénicos se debe a Estados Unidos (7 especies) y China (6), donde las respectivas autoridades los aprueban sin gran dificultad. Los nueve países restantes cultivan dos o tres especies cada uno.
Entre las novedades de 2007 destaca la fuerte expansión (+21%) de los cultivos transgénicos en los 12 países en desarrollo que los tienen. El ISAAA subraya que, de 12 millones de agricultores que cultivaron plantas transgénicas el año pasado, 11 millones eran pobres y de países en desarrollo. Estos productores, dice el ISAAA, han mejorado el rendimiento de sus cosechas y su nivel de vida.
Esa y otras ventajas de los cultivos transgénicos son puestos en duda por la organización ecologista Friends of the Earth. En un “contrainforme”, sostiene que los transgénicos favorecen desproporcionadamente a los grandes propietarios, que pueden explotar sus tierras con menos mano de obra. También acusa al ISAAA de exagerar los datos, y como ejemplo señala que en 2006 este atribuyó a la India 400.000 hectáreas más que las estadísticas oficiales. Contra los beneficios ecológicos que, según el ISAAA, reportan esos cultivos -principalmente, menor necesidad de usar pesticidas-, Friends of the Earth dice que están empezando a hacerse vulnerables a las malas hierbas e insectos, porque estos han desarrollado resistencia.
Los reparos ecologistas no son compartidos por todos. Dos semanas antes de que el ISAAA publicase su informe, seis biólogos franceses de la Academia de Ciencias firmaron en Le Monde (31-01-2008) un artículo a favor de esos cultivos. Ahí aseguran que el “rápido aumento” de los transgénicos, así como “la consiguiente dispersión en el entorno de polen y semillas, no han tenido ningún efecto adverso en el medio ambiente ni ninguna consecuencia perjudicial para la salud humana o animal”. Al fin y al cabo, señalan, la biotecnología hace lo mismo que ante se lograba mediante pacientes cruces, solo que por métodos más rápidos, eficaces y precisos.
Estos científicos consideran que los transgénicos son necesarios para alimentar a la creciente población mundial (9.000 millones en 2050, según las previsiones de la ONU). Habrá que cultivar en terrenos menos propicios, y por eso creen que los siguientes transgénicos no serán solo, como los actuales, resistentes a los herbicidas o a los insectos, sino que serán hechos capaces de adaptarse a condiciones duras, como sequedad o suelo pobre. También predicen que las características deseadas ya no se introducirán por medio de bacterias, sino estimulando los genes adecuados presentes en la propia planta.