Cerca de mil millones de personas (un tercio de la población urbana mundial) viven en la periferia de las ciudades en chabolas, favelas, slums o como se llamen en cada sitio. Esa población, que ha dejado las zonas rurales para buscar trabajo y nuevas oportunidades en la ciudad, ha dado origen a lo que se llama la «urbanización de la pobreza». UN-Habitat, la agencia de la ONU encargada de los asentamientos humanos, acaba de publicar el informe Challenges of Slums, que analiza este problema.
Cada vez más la población mundial tiende a convertirse en urbana. En el conjunto de la población mundial, el 48% vive en ciudades, porcentaje que en los países desarrollados es del 76% y en los países en desarrollo, del 41%. Pero una cosa es trasladarse a la ciudad y otra encontrar una vivienda digna de ese nombre.
En las regiones desarrolladas el problema del chabolismo es la excepción que afecta al 6% de los habitantes. Pero en el mundo en desarrollo afecta a amplias capas de la población. El porcentaje de población urbana que vive en chabolas supone el 71,9% en el África subsahariana; el 28,2% en el norte de África; el 31,9% en Latinoamérica; el 36,4% en el este asiático y el 58% en Asia del sur y central.
¿Cuáles pueden ser las soluciones? Los desalojos y las erradicaciones de poblados marginales han demostrado en los países de desarrollo que no solucionan el problema. De hecho, lo único que se consigue es trasladar el problema de unas zonas a otras. Es preferible la mejora de las condiciones de vida en los arrabales chabolistas, a través de la inversión en infraestructuras que permitan el abastecimiento de agua corriente y luz eléctrica en esos barrios superpoblados.
Los préstamos para la mejora de las viviendas son otro recurso utilizable, pero aquí surge el problema del título de propiedad de la tierra. El economista peruano Hernando de Soto propuso otorgar a los chabolistas títulos de propiedad sobre el suelo de sus infraviviendas. Con ello, tendrían un respaldo para conseguir préstamos. La solución es más fácil cuando el suelo ocupado es público, pero puede tener más problemas si se trata de suelo privado que debería ser expropiado. El gobierno peruano y el brasileño están dado pasos para poner en práctica esta medida (cfr. servicio 68/03, sobre Brasil).
El caso de la R.D. del CongoDesde la independencia solo se han construido 5.000 viviendas en Kinshasa
Kinshasa. La capital de la República Democrática del Congo tiene seis millones de habitantes, cifra estimada, ya que el último censo data de 1988. La vida en Kinshasa no es fácil, pero sin duda aún es más difícil en provincias: la mayoría carecen de agua corriente y electricidad, el paro es endémico y la carencia de infraestructuras sociales más acusada. Así que Kinshasa atrae a todo congoleño.
Pero mientras la ciudad se extiende, la vivienda digna de ese nombre apenas aumenta. Desde la independencia en 1960, solo se han construido 5.000 viviendas por parte de los poderes públicos y de la iniciativa privada para la clase media. Así que la cuestión de la vivienda se ha convertido en un quebradero de cabeza.
Los barrios urbanizados están desbordados por la población. De modo que en la periferia de Kinshasa las construcciones anárquicas, de mala calidad y en lugares de difícil acceso, se han convertido en la regla.
Cada cual se arregla como puede. Pues en el momento actual no hay en Kinshasa sociedades inmobiliarias que inviertan en la construcción de viviendas.
Las casas construidas se edifican sobre un solar de unos 15×10 m. Generalmente comprenden una sala de estar de 4×4 m, dos o tres habitaciones de 2×3 m, una cocina de 2×1,5 m y una ducha de 1,5×1,5 m. La mayoría de los municipios poseen este tipo de casa, cuyo alquiler oscila entre los 100 y los 150 dólares, según la zona, y cuyo precio de venta está entre los 15.000 y 18.000 dólares. Pero en algunos barrios, donde habitan los ministros, los embajadores y ciertos empresarios, el alquiler sube hasta 250-1.000 dólares, y el precio de venta puede estar entre 50.000 y 200.000 dólares.
Para alquilar una vivienda, se ha instaurado la práctica de pagar una garantía de 3 a 6 meses de alquiler y, en su caso, un mes de alquiler anticipado que se pagará al intermediario.
Estas condiciones no están al alcance de la mayoría de los congoleños. Además, desde hace diez años, diversos saqueos han dejado en el paro a mucha gente, con lo que algunos han vuelto a vivir en la vivienda de sus padres, donde a veces se alojan más de quince personas.
En las casas edificadas en solares de 15×10 m se construyen a veces anexos para la familia, mientras que la casa principal se alquila para tener los medios de subsistencia.
En consecuencia, el hacinamiento se ha hecho normal en las viviendas de Kinshasa. Hasta el punto de que se comienza a hacer turnos para dormir. Los niños y los abuelos duermen toda la noche. Los chicos se van a la cama y duermen hasta las 2 de la madrugada. A partir de las 2 son las hijas las que toman el relevo hasta la hora de levantarse. Esta situación hace que algunas chicas se busquen un amante, aunque solo sea para tener un sitio donde dormir.
Philémon Muamba Mumbunda