Los programas de wellness (bienestar) en las empresas han vivido un boom en los últimos años. Ejercicios físicos, comida sana, prácticas de relajamiento del estrés diario, etc., conforman un atractivo menú que, para los empleados, promete traducirse en mejores niveles de salud, aunque esa traducción no sea tan automática como algunos esperarían…
Una investigación publicada en el Journal of the American Medical Association (JAMA), y encabezada por Zirui Song, de la Harvard Medical School, se propuso determinar cuánto mejoraba la salud de los trabajadores de una gran empresa estadounidense, la cadena mayorista BJ, tras la aplicación de un programa de wellness. Así, eligieron 20 establecimientos de la compañía en los que este estaba en vigor, y otros 140 a manera de grupo de control. En total, estudiaron a 32.974 trabajadores.
Según el estudio publicado por el JAMA, quienes participaron en programas de “wellness” se ausentaron un 2,5% del tiempo de trabajo, frente al 2,6% de los del grupo de control
¿La buena noticia? Que tras 18 meses de empezar la observación, los expertos constataron que, en el primer grupo, los que hacían deporte regularmente eran un 8,3% más que los del segundo, mientras que quienes se esforzaban por mantener un peso adecuado les sacaban 13,6 puntos a los del grupo de control. La no tan buena, sin embargo, es que no se detectaron diferencias notables entre los unos y los otros en cuanto a niveles de azúcar en sangre, colesterol, tensión arterial, masa corporal, calidad del sueño, uso de fármacos de prescripción, visitas al médico, ausencias al puesto de trabajo, desempeño laboral o permanencia en el empleo.
A la vista de ello, la Dra. Song ha afirmado que, si bien el cuidado de la salud puede responder a los programas de bienestar aplicados en el lugar de trabajo, hay que “moderar las expectativas de obtener un retorno considerable de la inversión en el corto plazo”. De hecho, la investigación continúa, y más adelante se darán a conocer los resultados de lo observado en la muestra de estudio durante otro año y medio más.
Bienestar en varias modalidades
El bienestar está de moda. El “te lo mereces, y lo sabes” ha llegado incluso al puesto de trabajo, al punto de que se puede convertir en una condición para que los aspirantes a un empleo determinen si lo toman o lo dejan.
“Hay un cambio generacional muy grande que está provocando cambios estratégicos”, contaba hace un año a La Vanguardia Estel Mallorquí, directora de Biwel, una consultora especializada en el tema. “Los millennials y la generación Z buscan algo más que sueldo; cuando los entrevistas te preguntan si les pagarás el gimnasio, o piden más flexibilidad horaria, o cómo les puedes ayudar en sus cambios de vida, y las empresas que no llevan a cabo acciones de bienestar están perdiendo talento, no logran atraer empleados o mantenerlos comprometidos”.
Cuesta creer que, con un paro juvenil por encima del 30%, algún joven español se ponga a pedir la luna cuando esté tratando de conectar con el mundo laboral, pero no es descartable: hay profesiones, como las relacionadas con las tecnologías de la información, con un bajísimo nivel de desempleo, y hay empresas que se rifan a estos especialistas.
En EE.UU., sin embargo, con un 3% de paro, son tendencia las compañías que se han puesto las pilas y ofrecen a sus empleados este tipo de incentivos: lo hace el 80% de las empresas, que cubren con programas de wellness a unos 50 millones de trabajadores. Hay incluso modalidades en las que los cónyuges de los empleados pueden participar de los beneficios.
Unos 8.000 millones de dólares se destinan cada año a financiar estos programas, que cuentan, además de con el aporte de los empresarios, con el de la administración pública –el Obamacare asigna fondos específicos para esto–, y que no solo cubren los incentivos para el ejercicio físico y la alimentación equilibrada, sino que rebajan las primas de los seguros de salud de los trabajadores.
Además de ello, el sitio Health Payer Intelligence señala que el 92% de los empleadores estadounidenses ofrecen programas de wellness dirigidos a fortalecer la salud mental y emocional. También concitan atención los de satisfacción laboral (43%), conexión social (54%) y asesoría financiera (69%); estos últimos validan su pertinencia por su estrecha relación con el bienestar psicológico: “Los empleados que necesitan ayuda con su estabilidad financiera tienen más probabilidades de estar físicamente no saludables, así como de manifestar sentimientos de estrés o angustia”.
Sí: al jefe le importa tu salud
La escena de Gregorio Samsa tirado en el suelo, convertido en cucarachón, y su jefe apremiándole detrás de la puerta para que se incorporara al trabajo cuanto antes, sin que importaran mucho las razones del empleado-insecto, es, además de una ficción de Kafka, la imagen de una época en que del trabajador solo importaba su rendimiento, no su bienestar.
Pero a día hoy, más de un ejecutivo sabe que, justamente de lo a gusto que se encuentre el empleado, dependerá su desempeño laboral. Y por ahí va la génesis del wellness corporativo: por crear las condiciones para que el trabajador no se “gaste”. Si la postura física que adopta en el puesto de trabajo le lleva a sentir malestar en la espalda, hay que asegurarle una terapia adecuada y ejercicios que alejen o prevengan el dolor. Si los alimentos que consume en el comedor de la empresa contribuyen a que desarrolle hipertensión arterial o diabetes, con la consecuente saga de bajas por enfermedad, un monitor contratado por la compañía puede enseñarle hábitos de alimentación saludables y promover la actividad física, para mantener a raya ciertas dolencias y que estas no mermen la productividad.
En el nuevo estilo, como se ve, el jefe de Gregorio Samsa sí entraría a la habitación, lo consolaría y haría lo posible para devolverlo a su antigua forma. Porque le interesa. Un sondeo de la International Foundation of Employee Benefit Plans (IFEBP), de 2017, revelaba que el 75% de los empleadores estadounidenses que ofrecían iniciativas de wellness lo hacían “para mejorar la salud y el bienestar general del trabajador”, mientras que el 25% restante era más directo: su principal razón era reducir los costos derivados de las enfermedades del personal.
En EE.UU., el 80% de las empresas ofrece programas de “wellness”, de los que participan unos 50 millones de trabajadores
¿Surten efecto los programas para lograr este objetivo? Para la IFEBP, sin duda: más de la mitad de los empresarios consultados dijeron haber visto disminuir el absentismo de sus empleados, y el 66% señaló que la productividad había aumentado. Pero al parecer, esta materia no es ciencia exacta: a los autores de la investigación publicada en el JAMA, su observación les da un resultado diferente: los que estuvieron en programas de wellness se ausentaron un 2,5% del tiempo de trabajo, frente al 2,6% de los del grupo de control. La diferencia es mínima. En cuanto a desempeño en el lugar de trabajo, tampoco hay apenas distinción: es bueno o muy bueno en un 60,6% y un 60,5% de los trabajadores de cada grupo respectivo.
De momento, pues, los investigadores no descartan que el wellness corporativo llegue a desempeñar un papel vital en la mejora de la salud de los trabajadores de la empresa y en la disminución de los costes laborales. Pero aconsejan cautela, hasta que se pueda asegurar que los recursos destinados a ello estén rindiendo el fruto adecuado.
Hasta que llegue esa certeza, no deje, sin embargo, de moverse.
“Si te cuidan, trabajas contento y rindes más”Una empresa que se ha especializado en la implantación y evaluación de programas de wellness en centros de trabajo es la barcelonesa Biwel, que hoy presta servicios a 30 empresas. Su directora, Estel Mallorquí, conversó brevemente con Aceprensa sobre la tendencia: – ¿Qué persiguen las empresas con la introducción del wellness ? – Unas, mejorar el compromiso de los trabajadores, retener el talento, disminuir la rotación y mostrar una mejor imagen empresarial, entre otros motivos. Otras, las que tienen muchas bajas laborales, lo que buscan sobre todo es la reducción de esas bajas, y por lo tanto, de los costes asociados a ellas. – ¿Qué elementos debe comprender un programa de wellness corporativo? – Por una parte, un entorno saludable: si hay comedor en la empresa, que en él puedas comer de forma sana. Si hay máquinas expendedoras de alimentos, que estos sean lo más saludables posible. Que se fomente el uso de escaleras; que haya surtidores de agua para poder beber. Lograr, en fin, un entorno que permita trabajar en el mejor ambiente posible. Además, está la parte más organizacional: que el tipo de trabajo de que se trate, sea de oficinista, de comercial o en una fábrica, permita conciliar la vida laboral y personal; que tenga horarios flexibles. Por último, si la empresa cuenta con servicios de nutricionista, de fisioterapeuta; si te ofrece fruta para consumir, si cuenta con una sala de descanso, etc., puedes conciliar mejor. A lo mejor estás media hora más en el trabajo, pero allí puedes ir al fisio a un precio mucho más asequible que el de mercado. Si la empresa cuida de tu bienestar, tú vas a trabajar contento y rendirás el máximo. Puedes permitírtelo, porque te están cuidando. – De las experiencias de Biwel con empresas concretas, ¿podría mencionar alguna que valide la eficacia de estos programas? – Tenemos, por ejemplo, un estudio propio en una farmacéutica, en la que implementamos un proyecto de actividad física dentro del horario laboral para los 300 trabajadores que elaboran los medicamentos. El objetivo era reducir los trastornos musculo-esqueléticos, los dolores que causan los movimientos repetitivos, el cargar los bidones, etc. En tres años se ha reducido en un 30% la duración de las bajas laborales por ese tipo de trastornos, y ha habido un retorno de inversión de dos euros por cada euro invertido. Esto nos ha demostrado, en un caso concreto, que aplicar ejercicios físicos en las cadenas de producción funciona como medida preventiva. |