Mientras sigue en Estados Unidos el debate sobre un mayor control de armas, la Iglesia católica ha tomado postura a favor de reglas más estrictas, como parte de su política provida.
Mary Ann Walsh, directora de relaciones con los medios de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU., escribe en The Washington Post (3-04-2013) que la defensa de la vida de los inocentes incluye la prohibición de las armas de asalto, y el control de la venta de otras armas.
Explica que la política provida de la Iglesia se manifiesta en evitar el aborto, la pena de muerte y la venta de armas de gran capacidad mortífera, así como la facilidad de acceso a otras armas convencionales (ver Aceprensa, 21 enero 2013).
La injusticia de quitar la vida inocente se encuentra en el corazón de la posición provida de la Iglesia. “Los católicos se han opuesto al aborto durante siglos y han denunciado repetidamente su legalización en 1973 por la Corte Suprema. Con la creciente capacidad de la sociedad para aislar a los asesinos de aquellos a los que podrían dañar, la pena de muerte –que parece negar la posibilidad de redención– ya no puede ser justificada”. Además, hoy se cierne otra amenaza contra la vida humana: el aumento creciente de las armas letales en las calles. Por eso, “ahora la Iglesia considera que proteger la vida inocente significa también limitar los medios de suprimirla, es decir, limitar las armas”.
Los obispos de Estados Unidos piden al pueblo apoyar una legislación federal sobre armas, que incluya estos elementos: “Exigir la comprobación de antecedentes penales en todas las compras de armas; limitar el acceso de los civiles a las armas de alta capacidad de fuego, prohibiendo los fusiles de asalto. Considerar el tráfico de armas como un crimen federal”.
Estamos viviendo en una cultura de violencia que socava la sensación de paz que todos necesitamos, señalaba Mary Ann Walsh. La Iglesia considera que proteger la vida inocente también supone la limitación de armas que representan un peligro para los ciudadanos.