Jürgen Habermas (CC Wolfram Huke)
En una larga entrevista concedida a Le Monde, el filósofo alemán Jürgen Habermas sostiene que la crisis del coronavirus nos ha situado ante graves desafíos éticos: el triaje en los hospitales desbordados y la decisión sobre cuándo levantar el confinamiento. En los dos casos, existe el peligro de responder a ellos con decisiones contrarias a la dignidad humana.
Por un lado, explica, ante la saturación de los servicios de salud, especialmente de las unidades de cuidados intensivos, los médicos pueden verse obligados a decidir a qué enfermos dar preferencia cuando no es posible atender a todos como se debería. Se pueden colar así, en los protocolos de clasificación, motivaciones utilitaristas, y los profesionales sentirse arrastrados a “comparar el valor de una vida humana con el valor de otra”, dando preferencia, por ejemplo, a los de menor edad frente a los mayores.
A juicio de Habermas, se debe evitar, en una situación tan grave como la que estamos viviendo, que sean las razones económicas las que determinen las decisiones sobre la salud de las personas. De otro modo, se conculcaría el deber de tratar igual a todos, con independencia del estatus, el origen y “la edad”, apunta el filósofo alemán. La ética exige que, en estas circunstancias trágicas, el médico tome sus decisiones “exclusivamente a tenor de indicios clínicos que permitan pensar que el tratamiento en cuestión tiene gran probabilidad de éxito”.
Cuándo terminar con el aislamiento social
Junto al triaje, la pandemia plantea otra cuestión que afecta especialmente a la dignidad humana: cuándo se debe poner fin al confinamiento. En este caso, son las autoridades las que deben resistirse a la “tentación utilitarista” al sopesar, “por un lado, los daños sociales y económicos y, por otro, las muertes que se pueden evitar”. Los políticos, dice Habermas, no deben levantar apresuradamente el aislamiento para aliviar la consiguiente crisis económica, si eso pone en peligro la vida de los ciudadanos. Pues los derechos fundamentales “prohíben que las autoridades públicas tomen decisiones que supongan la muerte de personas”.
De hecho, proteger a las personas es lo único que puede justificar la restricción de las libertades en una situación excepcional como la pandemia del coronavirus, que amenaza la vida y la integridad física de los habitantes del país.
Por otro lado, desde un punto de vista filosófico, Habermas cree que la crisis del Covid-19 ha servido para que la opinión pública tome conciencia de los límites del saber de los expertos, que en circunstancias como las actuales no pueden indicar con seguridad qué se ha de hacer. “El escenario en que se desarrolla una acción política sumida en la incertidumbre pocas veces se ha puesto de manifiesto de una manera tan clara”.
Habermas, que ha firmado con otras personalidades (Joschka Fischer, Volker Schlöndorff, Daniel Cohn-Bendit, Margarethe von Trotta…) un manifiesto en el que piden a los países del norte de Europa solidaridad con los del sur, se muestra partidario de los “coronabonos”, que, en su opinión, ayudarían a asegurar la integridad monetaria. Frente a la política del gobierno alemán, menos sensible a las necesidades de los socios de la UE, cree que, justo en estos momentos, ningún país miembro puede desentenderse de lo que ocurre en otro.