Guerras culturales: quién decide por quién

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En las guerras culturales que dividen a Estados Unidos, como las relativas al aborto o a las armas, se acusa a los partidarios de las restricciones de querer decidir por los demás. Pero la evolución de estos debates está dejando claro que la imposición viene del lado de quienes no admiten que su libertad tiene repercusiones en las vidas de los demás.

En EE.UU., cada vez hay más paralelismos entre el movimiento provida y los partidarios de restringir el derecho a llevar armas. Los dos han emprendido una estrategia destinada a introducir restricciones en las leyes de los estados. Ante la dificultad de revocar la sentencia Roe v. Wade, los provida se decidieron por esta opción hace varios años (cfr. Aceprensa, 21-09-2005). Los contrarios a las armas acaban de hacerlo al ver que, tras la matanza en la escuela de Newtown (Connecticut), sigue sin haber en el Congreso una mayoría a favor del control de las armas.

Según el Washington Post, la idea de los partidarios de restringir las armas es convencer a los gobernadores de varios estados para que convoquen plebiscitos en las próximas elecciones legislativas de 2014, donde los ciudadanos puedan elegir si quieren más controles. También han empezado a reunirse con legisladores de Colorado, Minnesota, Pensilvania, Virginia, Washington y Wisconsin.

Cambian el mensaje y la forma de presentarlo
Los dos han renovado sus mensajes durante los últimos años, reenmarcando sus posiciones y ofreciendo nuevos puntos de vista. Los provida han logrado conectar con una nueva generación de jóvenes gracias a que, además de defender al no nacido, ofrecen ayuda real a las mujeres embarazadas. También han logrado plantear el debate en términos de justicia antes que de liberación (cfr. Aceprensa, 22-01-2013).

Por su parte, los contrarios a las armas han empezado a hablar de “restricciones razonables” antes que de “control”, según explica Clyde Haberman en un blog del New York Times. En la misma línea, otros defienden la “libertad cotidiana” de los ciudadanos de ir tranquilamente por la calle sin miedo a tropezar con un psicópata armado. “La mayoría de los estadounidenses no estamos interesados en la libertad de tener un arsenal en casa. Estamos interesados en llevar una vida normal con la mayor libertad posible”, sostiene Lucy Ferriss, novelista y profesora de gramática en el Trinity College de Hartford (Connecticut).

Los provida y los contrarios a las armas han emprendido una estrategia destinada a introducir restricciones en las leyes de los estados

Pero no solo han cambiado sus argumentos: también han mejorado la forma de presentarlos. Como explicaba el columnista del Washington Post Michael Gerson, buena parte del cambio de postura a favor de la vida entre los estadounidenses se ha debido a las innovaciones tecnológicas, que han hecho más visible el desarrollo del feto (cfr. Aceprensa, 23-03-2010). Muchos se han abierto a reconocer que el feto es un ser humano vivo, sin necesidad de que les muestren fotos de fetos triturados.

También los partidarios de restringir las armas están buscando empatizar con la gente, apelando más a los sentimientos. Entre sus esfuerzos por impulsar nuevas restricciones estatales se encuentra la puesta en marcha de clases para activistas que les enseñen a contar historias cargadas de emoción a los legisladores y a los medios. Un reciente reportaje del New York Times ofrece un buen ejemplo de cómo contar historias a favor y en contra del control de las armas.

Los dos se enfrentan a influyentes grupos de presión (NARAL Pro-Choice America y Planned Parenthood, de un lado, y la Asociación Nacional del Rifle, de otro), que ven cualquier restricción como una amenaza al derecho irrenunciable de decidir abortar o de llevar armas. Y los dos se han enfrentado a una toma de postura extremista por parte del Tribunal Supremo, que solo tiene en cuenta la libertad individual (cfr. Aceprensa, 2-07-2010).

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