El lanzamiento de la music session de Shakira y el argentino Bizarrap se convirtió en un acontecimiento casi planetario. Al margen de la polémica por su claro contenido autobiográfico, la canción planteó temas de conversación que se discutieron acalorada, jocosa o profundamente en esa plaza pública universal en la que se han convertido Internet y sus redes.
El jueves 12 de enero a la 1:00 CEST, Shakira lanzaba un nuevo tema con el artista argentino Bizarrap. 24 horas más tarde, la canción llevaba casi 60 millones de reproducciones en YouTube y, lo más importante, copaba absolutamente la conversación en redes. Millones de reacciones en forma de tuits, posts, reels y, por supuesto, memes. Una avalancha que llevó al periodista Jordi Évole a pedir, irónicamente, que declararan el día festivo para que el trabajo no interrumpiera tan jugoso debate público en la plaza de Internet.
Por favor, ¿podría declarar el gobierno hoy como día festivo para poder seguir hablando de lo de Shakira tranquilamente, sin que el trabajo nos interrumpa?
— Jordi Évole (@jordievole) January 12, 2023
La de Shakira no es la primera canción-acontecimiento: los lanzamientos de algunos temas de Rosalía o Taylor Swift lo han sido antes, aunque el tinte biográfico y rosa que se presumía a la canción (absolutamente confirmado en cuanto se escuchó por primera vez) hacía que el hype fuera estratosférico. Pero al margen de si Shakira habla o no, mejor o peor, de su ruptura con el futbolista Gerard Piqué, el tema de marras nos ha puesto a hablar de otras e interesantes cuestiones como el feminismo, los hijos o las nuevas formas de marketing y de producir música.
Cantar a tus ex, nada nuevo bajo el sol
Empecemos por la letra. Por el argumento. El amor y el desamor es lo que tienen, que son materia jugosa para poemas y canciones. Las redes en estas horas han estado llenas de recuerdos hacia otros temas donde cantantes dedicaban notas y letras a sus exparejas. De aprovechar el despecho –musicalmente hablando– sabe mucho Rosalía, pero también Tangana, Ed Sheeran o Beyoncé, así como María Dolores Pradera, Julio Iglesias o José Luis Perales. Y habrá quien diga que de la dolorida y serena aceptación del “¿Y cómo es él?… es un ladrón que me ha robado todo”, o del altivo y elegante “Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con lo demás; lo tuyo te lo envío cualquier tarde, no quiero que me veas nunca más” a las dagas envenenadas de Shakira hay un trecho; pero antes de la artista colombiana, Rocío Jurado había cantado sin que le temblara la voz “Es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso, enano, rencoroso, que no tiene corazón”. La de Barranquilla, por lo menos, le llama bebé, habla de cero rencor y le desea al destinatario que le vaya bien. Algo es algo.
Lo nuevo de la canción de Shakira y de la similar de Taylor Swift no es que aireen la ruptura, sino la visibilidad e identificación de sus parejas
En cualquier caso, ni el tema ni la dureza de la letra es nuevo, lo que quizás sí magnifica este single –y otros similares como el que Taylor Swift dedicó a su ex Jake Gyllenhaal– es la visibilidad e identificación de sus parejas. En un mundo que se ha convertido en un escaparate, la bruma que podía rodear estas canciones más autobiográficas ha desaparecido. Hoy sería imposible que ningún artista se preguntara “¿Y cómo es él?”, y mucho menos si además él o ella es también famoso. Porque todo —o casi todo– se ha dicho ya antes. Y ha salido en fotos. Así que los dardos son reconocibles y duelen más.
Feminismo y empoderamiento
Si me permiten, una anécdota personal: a las 11 horas del jueves 12 me llegó un WhatsApp preguntándome si iba a escribir a raíz de la canción de Shakira sobre feminismo y sororidad. Tardé todavía un par de horas en poder escuchar el tema, pero, efectivamente, en ese tiempo, la plaza se llenó de disecciones de la letra, de críticas aceradas –que invitaban a la cantante a acudir al psiquiatra en lugar de hacer canciones vengativas– y de apoyos incondicionales –que la alababan por ser capaz de monetizar una situación sumamente dolorosa–.
La colombiana, efectivamente, afirma que “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”, aunque, en realidad, de lo que se trata en este caso –y en tantos otros– es de llorar y facturar. Que no es incompatible. O, dicho con otras palabras, para algunos y algunas, lo que demuestra la canción de Shakira es que las mujeres no son ni princesas obligadas a llorar en silencio sus penas, ni seres de luz que aceptan las infidelidades porque ya se sabe, ni tampoco estatuas de piedra. Son personas que sufren, que lloran, que se enfadan, que dan un portazo… y que tratan de seguir adelante. En resumen, que son seres humanos y que reaccionan prácticamente igual que el otro 50% de la humanidad. Que es una cosa muy básica pero que a veces, por tradición, historia, narrativa, la influencia de Disney –o vaya usted a saber por qué– se nos olvida.
Las marcas entran al lío
Sin duda, uno de los fenómenos más interesantes del lanzamiento de la canción fue la rapidez de las marcas para sumarse a la gran conversación. Una rapidez que nos habla de un marketing radicalmente alejado de los tiempos y procesos de hace solo una década. Algunos todavía se acordarán de cuando las campañas publicitarias venían precedidas de meses de planificación, de briefings cuidadosamente elaborados y creatividades aquilatadas hasta el último milímetro y céntimo. Todo esto salta por los aires ante la tendencia –y necesidad– de las marcas de contestar en tiempo real y entrar en la conversación, vaya con ellos el tema o no. La respuesta de Casio y de Twingo –marcas citadas expresamente en la canción– fue magistral, especialmente en el caso de los relojes, que vieron además cómo miles de internautas blandieron en las redes sus casios para defenderlos.
No encanta que esto nos salpique. #teamcasio pic.twitter.com/SloUcX2u9I
— Casio Oficial (@casiorelojes_es) January 12, 2023
Pero no fueron las únicas marcas que salieron al ruedo: Ikea, Netflix, Renault, Hyundai, Vodafone, Burger King, Disney, Nesquik o Estrella Galicia son solo algunas de las marcas que en menos de 12 horas lanzaron materiales basándose en la letra de la canción. Algunos verán simple oportunismo en los anuncios de archivadores para facturas de Ikea, de asesoramiento de bancos para no caer en fraudes o de libros para salvar tu matrimonio, pero, por encima de este presunto oportunismo, hay una conciencia de las marcas de la importancia de estar en la conversación pública. De hablar el mismo idioma que, en ese momento, estaban hablando millones de personas.
¿Y quién es Bizarrap?
Y de música también hay que hablar. Y de quién está detrás de este éxito. Además de Shakira, claro. La canción es una colaboración de Shakira con Bizarrap, un productor argentino de 24 años que lleva dos convirtiendo en oro todo lo que toca. Como en el caso del marketing, Bizarrap es un ejemplo de que la industria de la música ha cambiado para siempre. Este jovencísimo DJ bonaerense, experto en componer ritmos por ordenador, se hizo famoso primero por editar videos de batallas de raperos y después por grabar sesiones (que es como se suelen denominar los temas musicales que crean los DJ) con artistas conocidos.
“Cualquier hijo ante una separación lo pasa mal; llevarla en la intimidad permite resolverla en la intimidad, pero hacerla pública deja a los hijos indefensos y dificulta la cicatrización”
Lleva 53 sesiones, cada una con millones de visionados. El récord, la sesión con el cantante canario Quevedo. Su tema Quédate no es que fuera la canción del verano –que también–: es que pudo con Rosalía, que son palabras mayores. El éxito de Bizarrap aprendiendo a hacer música con tutoriales de YouTube, grabando en su cuarto, distribuyendo en directo a través de sus redes sociales, sin discográficas ni agentes, y cuidando al detalle la sencilla estética de sus videos –él de espaldas enfundado en unas enormes gafas de sol y una gorra, y el cantante mirando a cámara– es un ejemplo de que en el siglo XXI la industria de la música –como casi todo– funciona de otra manera.
Los niños, el flanco más débil
Pero sin duda, de lo que más se habló o de lo que más gravemente se habló a raíz de la canción de Shakira es de las consecuencias que un tema así puede tener en los hijos de la pareja. Y aquí toca ponerse serios, porque una cosa es que los hijos de los famosos siempre tendrán el riesgo de la sobreexposición en los medios, y otra muy distinta que medio planeta conozca la batalla campal con la que acabó la historia de sus padres (aunque hay quien anota, también con razón, que ese mismo medio planeta conoció también por una canción cómo se conocieron y enamoraron). Como señala en conversación con Aceprensa Javier Schlatter, especialista en psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid y autor de Heridas en el corazón, “en estas situaciones los hijos son habitualmente las principales víctimas. Nunca están suficientemente preparados. Cualquier hijo ante una separación lo pasa mal, porque tiene que hacer un papel que no le corresponde: juzgar las acciones de sus padres, justificar, culpabilizar. Llevarla en la intimidad permite resolverla en la intimidad; hacerla pública deja a los hijos indefensos, al aire de los juicios de la sociedad, y dificulta la cicatrización”.
Algunos han señalado que, tanto como una canción negativa, afecta a los hijos la doble vida que ya conocían. Schlatter afirma que, efectivamente, “la crítica pública es igual de dañina que la incoherencia que ya viven y ven. Las dos afectan. Depende de cómo sea la incoherencia que vivan y del revuelo mediático… Los niños más pequeños experimentan regresión y confusión, mientras que los niños mayores se sienten perdidos, inseguros y socialmente estigmatizados”. En cualquier caso, “los hijos de famosos tienen que trabajar su propia identidad, ser ellos mismos por encima de su etiqueta de hijo de famoso”, recuerda este especialista, que llama la atención sobre el deber de los padres –sean famosos o no– de ofrecer modelos positivos a sus hijos, ya que, en el fondo, “los padres son nuestros modelos. Si son modelos negativos, es fácil construir sobre lo que no quiero ser, y eso dificulta ser realmente uno mismo”.
Este debate sobre la responsabilidad de padres y madres con los hijos y el compromiso de cuidarlos y protegerlos en el caso de una ruptura fue uno de los temas más presentes en la conversación alrededor de la canción.
Una conversación que, con este y otros temas, continúa. Y, en el fondo, y al margen de cuestiones culturales, de marketing, redes y novedades, no es tan raro que estemos dándole tantas vueltas a este single. Al final, en la música, como en el cine o en la literatura, hay un drama que siempre nos atrapa. Es, en su vertiente luminosa y oscura, el gran drama. El drama que hace girar al mundo. Quizás, el único drama. Y la canción de Shakira y Bizarrap va de eso.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
Un comentario
La poesía despechada es copiosa desde los primeros capítulos del Quijote, la ingrata Marcela, a los primeros versos de Lope de Vega, por los cuales el felón fue expulsado de Madrid. Para rememorar su propia tradición. Saludos desde México.