La ideología que rodea el debate sobre el aborto oscurece frecuentemente los problemas reales de muchas mujeres, que buscan ayuda para poder tener a su hijo.
Hace apenas dos meses se estrenó en Estados Unidos Gimme Shelter (“Dame cobijo”), una película que cuenta la turbulenta historia –basada en hechos reales– de una chica de 16 años que se queda embarazada y decide tener el niño gracias al apoyo que encuentra en un refugio para jóvenes en su misma situación (aquí se puede ver el trailer y una entrevista al director y las dos mujeres que inspiran la historia, todo en inglés).
Los padres de la protagonista, Apple, están divorciados. Su madre es una mujer desquiciada que va dando tumbos entre la prostitución y la adicción a las drogas; su padre, en cambio, ha rehecho su vida y se ha forjado una existencia acomodada y tranquila. Cuando Apple, embarazada, acude a él tras huir de su madre, la lleva a una clínica abortista sin dudarlo. Sin embargo, la joven huye y, tras sufrir un accidente, es encontrada por un sacerdote católico que la dirige al refugio. Allí, la compañía de otras jóvenes embarazadas y, sobre todo, los cuidados maternales de la mujer que dirige la casa (Kathy) acaban por decidirla a tener el niño.
Más allá del dramatismo de la historia, Gimme Shelter destapa un problema real: las presiones que sufren muchas embarazadas para abortar. Algo que conoce de primera mano Carmina García-Valdés, directora general de la Fundación RedMadre. Esta iniciativa, que nació en 2007 bajo el impulso del Foro Español de la Familia y se financia fundamentalmente gracias a donativos privados, trabaja en primer término “para activar una red solidaria de apoyo a la embarazada y madre en dificultades”. Además, persigue un objetivo de fondo: “Conseguir que la sociedad reconozca el valor inmenso de cada vida humana y el bien social que supone la maternidad”. Desde 2007 ha atendido a más de 20.000 mujeres en alguna de las 40 sedes con que cuenta en España.
Un perfil cambiante, en parte
El tipo de mujer que acude a RedMadre ha cambiado en los últimos años, como consecuencia de la crisis y los consiguientes fenómenos demográficos: “De una mayoría de mujeres inmigrantes, jóvenes, solas, sin pareja estable, sin entorno familiar de apoyo, sin trabajo o estudios, se ha pasado a otra de mujeres casadas, españolas (o inmigrantes) con uno o más hijos, en paro ellas y sus maridos, con una hipoteca o un alquiler que no pueden afrontar y que, por falta de ayudas eficaces a la maternidad, se ven forzadas a tomar una decisión que no desearían: abortar”, explica García-Valdés.
Un informe del Instituto del Política Familiar (IPF) corrobora este cambio sociológico: según datos obtenidos del Ministerio de Sanidad, del total de abortos, el procentaje correspondiente a mujeres nacidas en el país ha pasado del 45% en 2008 al 63% en 2012.
La creciente incidencia de los motivos económicos en el aborto se repite en otros países. En Italia, los Centros de Ayuda a la Vida (CAV) –que ofrecen todo tipo de asistencia a mujeres embarazadas y a otras– han elaborado una memoria sobre su actividad en 2012, último año del que han podido recoger datos. Entre las mujeres que han acudido a uno de estos centros, los “motivos económicos” han sido la razón más citada para explicar por qué su embarazo era problemático. Si se le añade las que aludían a la falta de trabajo o de alojamiento, el porcentaje llega al 74%.
La memoria realizada aporta otros datos sociológicos sobre el tipo de mujer que acude a estos centros de Italia. Por edad, la franja con más casos atendidos es la de 30-35 años. En cuanto al estado civil, hay una amplia mayoría de mujeres casadas. En lo laboral, solo el 25% trabaja fuera de casa; un 39% son amas de casa y un 32% están en el paro. Solo un 4% son estudiantes, y apenas un 2% tienen menos de 18 años. En este sentido, la historia de Apple contada en Gimme Shelter no es representativa del prototipo de mujer atendida en las instituciones de ayuda a la mujer embarazada.
Sí lo es, sin embargo, en lo referente al abandono emocional al que se ven sometidas muchas mujeres embarazadas. Como explica Carmina, “La preocupación más habitual [entre las mujeres que acuden a RedMadre] es la soledad, el abandono tanto de la pareja como de la familia y de la sociedad que penaliza a la mujer embarazada en vez de felicitarla”.
Mucho más que tener el niño
La historia de Kathy DiFiore, la mujer que inspiró al personaje homónimo en Gimme Shelter, es desde luego merecedora de una película. Después de haber sufrido abusos por parte de su marido, decidió crear unos albergues (Shelters) donde poder acoger a jóvenes necesitadas. Aunque años más tarde decidió abrirlos también a mujeres sin hogar, desde el principio sus hogares se dirigieron a jóvenes embarazadas en situación de desamparo. Un día llegó a uno de ellos Darlisha Dozier (Apple, en la película). Su historia conmovió a Ron Krauss, un director de cine que conocía a Kathy, y que ya estaba pensando en hacer una película de sus refugios.
De esta forma, la vida de Darlisha se convirtió en el hilo narrativo de la historia, aunque los críticos de cine coinciden en que los mejores momentos de la película son los que reflejan la vida de las jóvenes en el refugio, y su relación con Kathy. No en vano, Krauss llegó a vivir durante una temporada en uno de estos hogares.
Las casas fundadas por DiFiore pretenden ser verdaderos hogares para las jóvenes que acuden a ellos. Se trata de ayudarlas y acompañarlas hasta que encuentren una forma de salir adelante con sus hijos, no abandonarlas tras el parto. Esto sería “quitarse el problema del medio”, ignorando el dramático contexto social y emocional que está detrás de muchas decisiones de abortar.
Personas como Carmina García-Valdés saben de sobra que habría muchos menos abortos si no se abandonara a su suerte a las embarazadas. Por eso, iniciativas como RedMadre proporcionan –además de enseres para el cuidado del niño– servicios de ayuda psicológica, legal y en la búsqueda de empleo. También lo hacen los CAV italianos: en los estudiados para la memoria de 2012, se prestó atención social o psicológica a más de 15.000 mujeres.
Otro servicio ofrecido por el Movimiento por la Vida italiano son las casas de acogida, 48 en todo el país, dirigidas no solo a embarazadas, sino también a maltratadas y a menores. En 2012 dieron cobijo a más de 320 mujeres, un 36% italianas. RedMadre solo gestiona una casa por ahora, en Salamanca, aunque Carmina señala que el objetivo es abrir otras.
Estos hogares son quizá el ejemplo más gráfico del enfoque global que se da a la ayuda a la maternidad en estas instituciones; enfoque que está en la raíz de su éxito. Como explica Carmina, refiriéndose al de RedMadre, “ocho de cada diez mujeres que pensaban abortar, cambian de opinión y siguen adelante con su embarazo con solo mostrarles apoyo, cariño, la información completa y veraz que precisan en torno al aborto y sus consecuencias; es decir, cuando se les ofrecen soluciones reales a sus problemas reales”.
Demasiada ideología
En una entrevista concedida recientemente a El País, Carmina García-Valdés señala que el debate sobre el anteproyecto de ley del aborto está siendo poco riguroso y demasiado ideológico. No se están buscando los posibles puntos en común, y esto supone perder una oportunidad única de llegar a un pacto en un asunto vital: “Podemos estar en desacuerdo en la premisa fundamental, que es cuándo hay un ser humano. Para nosotros lo hay desde el momento de la concepción, para otros, no. Pero en lo que sí podemos estar de acuerdo es en que cuando una mujer quiera ser madre, se la apoye”.
Según Carmina, se debería hacer un esfuerzo para elaborar una ley de apoyo a la maternidad, que incluyera una partida anual para ayudar a las madres a sostenerse económicamente antes y después del parto, y también provisiones para facilitar la conciliación laboral-familiar. “Sería el avance más importante en España”.