Europa tiene problemas con su propio discurso migratorio. Entre la retórica idealista –que pregona solidaridad– y la realidad, hay un abismo. Ahora, parece que los países van asumiendo posturas cada vez más duras contra la inmigración ilegal, y las reacciones que se han producido en ciudades occidentales al conflicto de Israel y Hamás no han hecho más que avivar un debate siempre delicado y complejo.
Algo está pasando en la Unión Europa con la inmigración y no es solo en países como Italia, Hungría o Polonia, a los que ya se les conoce una postura más proclive a contener la inmigración que a favorecerla.
Fue Dinamarca el primero que empezó a revocar permisos de residencia a ciudadanos sirios. En 2022 aprobó una ley anti-guetos que redistri…
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