Manuel Pimentel, secretario general de Empleo, explica en un artículo publicado en el diario ABC (Madrid, 2-IX-98) por qué España se ha convertido en un país de inmigración a pesar del elevado índice de paro.
En 1996 residían en España alrededor de 500.000 extranjeros, de los cuales -aunque pueda sorprender- más de la mitad son de procedencia europea. (…) El tardío desarrollo económico de nuestro país en relación con el resto de la Europa comunitaria hace que tengamos el porcentaje de extranjeros con relación a la población total más bajo de la Unión Europea, porcentaje situado en el 1,7%. (…)
Los trabajadores extranjeros legales, es decir, con permiso de trabajo, ascendían a inicios de este año a 176.022. De ellos, 9.704 eran europeos, 85.641 africanos, 52.307 latinoamericanos, y 25.760 asiáticos.
Puede parecer contradictorio que un país como España, con un 19% de desempleo, resulte atractivo como destino laboral. Esta aparente paradoja puede tener las siguientes causas:
En primer lugar, existen determinados tipos de trabajo que los españoles han dejado de desempeñar en gran medida y en los que se produce por tanto un déficit de mano de obra, como es el caso, por ejemplo, del servicio doméstico o los trabajos agrícolas de temporada.
En segundo lugar, nuestro mercado de trabajo adolece de una muy escasa movilidad geográfica, impregnado de una cultura tradicional de apego al territorio. Así, mientras algunas provincias españolas tienen un desempleo, según la Encuesta de Población Activa, inferior al 10%, otras rebasan el 30%. Y sin embargo no se produce el trasvase geográfico de trabajadores que cabría esperar de esta desigual distribución de oportunidades.
En tercer y último lugar hay que considerar la desigualdad entre hombres y mujeres en la facilidad de acceso al trabajo y en el consiguiente volumen de desempleo. (…) Existen en nuestro país provincias en las que conviven un nivel prácticamente de pleno empleo masculino con índices de paro femenino muy elevados. Pues bien, o conseguimos que se incorporen mujeres a los oficios y profesiones tradicionalmente masculinos o tendremos que incorporar mano de obra masculina de terceros países. (…)
Si se mantiene el fuerte ritmo de crecimiento económico y de empleo que venimos disfrutando en los últimos años, esta necesidad de mano de obra externa adquirirá mayores proporciones, por lo que habrá que tender a ampliar progresivamente los contingentes anuales de permisos de trabajo. Este contingente ha sido de 28.000 personas en el año 1998. Podemos afirmar, por tanto, que la inmigración legal no sólo es y va a seguir siendo necesaria, sino que además es positiva para nuestro país y nuestra sociedad.
El problema se plantea con referencia al gran número de inmigrantes que acceden de forma ilegal a España. Este fenómeno, del que desgraciadamente tenemos muestras con tintes incluso trágicos todos los años, no tiene únicamente una solución policial. (…)
Resulta necesaria, por tanto, una política de Estado, con participación directa de la Unión Europea y que contemple la cooperación creciente con los países de origen de la emigración, cooperación que debe contribuir a que el proceso se realice con planteamientos de integración de las personas en las sociedades de acogida.
(…) Una modalidad de los contingentes anuales de autorizaciones para trabajadores extranjeros podría ser la ampliación de los mismos a trabajos temporales de campaña mediante acuerdos bilaterales con los Gobiernos, en los que se garantizase el retorno.