Estadísticas arriesgadas sobre la mortalidad materna

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Contrapunto

Conforme se acerca la Conferencia de Pekín, la artillería propagandística va machacando el terreno. Por lo tanto, no es extraño que Halfdan Mahler, secretario general de la International Planned Parenthood Federation, aprovechara el Día de la Población Mundial para publicar un artículo en favor de las tesis antinatalistas de su organización (International Herald Tribune, 11-VII-95). El titular proclamaba: «Lo importante es salvar vidas de mujeres», como sugiriendo que si no compartías su postura estabas en contra de tan noble causa. Su punto de partida es que cada año mueren medio millón de mujeres por causas relacionadas con el embarazo, y más de la cuarta parte por «abortos inseguros» (ilegales).

El resto es previsible. Para evitar esas muertes bastaría asegurar la contracepción y evitar los abortos inseguros. Pero, advertía, «una oposición oscurantista está distorsionando el programa para Pekín».

Las opiniones son libres, pero los datos han de ser comprobables. Y el de medio millón de muertes por embarazo es uno de esos números que se imponen por mera repetición, sin que nadie sepa de dónde salen. Bueno, quizá el único que lo sepa sea Mahler, ya que fue él quien lo lanzó en 1987 cuando era director general de la Organización Mundial de la Salud (cfr. servicio 131/94). Él mismo reconocía entonces que se basaba en informes parciales recogidos en unos diez países. Lo que después no le ha impedido repetir la cifra como si estuviera avalada por certificados de defunción reales.

Pero Mahler se toma bastantes libertades con las cifras, como se comprueba por el hecho de estimar en más de 125.000 las muertes por abortos ilegales. Esa es una cifra exagerada que ya no se atreve a repetir ni el Fondo de Población de las Naciones Unidas, a juzgar por su informe anual sobre el «Estado de la Población Mundial 1995». El año pasado, con ocasión de la polémica en la Conferencia de El Cairo, la directora del Fondo, Nafis Sadik, insistía en que todos los años morían 200.000 mujeres por abortos clandestinos. Pero en menos de un año hemos dado un paso de gigante, ya que el informe del Fondo para 1995 estima en 67.000 las muertes por esta causa, citando fuentes de la OMS.

En realidad, lo más seguro en todas estas estadísticas es su grado de incertidumbre. El propio informe del Fondo reconoce que «se dispone de escasos datos sobre la salud y la mortalidad en relación con la maternidad. Si bien los gobiernos, en su mayoría, compilan estadísticas sobre la mortalidad infantil, sólo 20 de 130 países en desarrollo lo hacen para la mortalidad relacionada con la maternidad» (pág. 48).

Y en las notas técnicas al final del informe (pág. 74), donde explica los cuadros estadísticos utilizados, dice a propósito de la tasa de mortalidad relacionada con la maternidad: «Las estimaciones para este indicador se basan en una combinación de datos a escala nacional y de pequeñas zonas, y de datos clínicos; y están sujetas a un considerable grado de incertidumbre; no obstante, las magnitudes relativas y a grandes rasgos proporcionan información útil». Así la rotundidad de los titulares se compensa con la modestia en las notas a pie de página.

Aunque estas estimaciones se basen más en la especulación que en la estadística, lo que siempre habrá que tomarse en serio es la necesidad de reducir la mortalidad materna. Lo cual depende de un conjunto de factores sanitarios y de desarrollo de un país, que a menudo se olvidan cuando todo se cifra en la distribución de anticonceptivos y en la legalización del aborto.

Ignacio Aréchaga

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