Mientras algunos Estados de la India promueven políticas del hijo único con incentivos y penalizaciones, se oyen cada vez más voces de universitarios y empresarios que destacan las ventajas comparativas de una población grande.
En la India, ha pasado la era de las esterilizaciones impuestas por Indira Ghandi en los años setenta del siglo pasado, pero sigue habiendo políticas antinatalistas, como la del Estado más rico: Maharashtra (capital Mumbai, antes llamada Bombay). Las autoridades obligan a los campesinos que tengan más de dos hijos a pagar un sobrecargo del 50% en el agua para riego. En los hospitales públicos, los partos son gratis en el caso de los dos primeros hijos, pero hay que pagar a partir del tercero.
La política del hijo único es fomentada abiertamente en otro Estado: Andhra Pradesh (capital Hyderabad), en la costa suroriental de la India. Para tratar de evitar el aborto o infanticidio selectivo de niñas que sigue a tales políticas, el gobierno de Andhra Pradesh aprobó en marzo una subvención de 100.000 rupias (1.775 euros) a los padres que tengan una hija única y después se hagan esterilizar. La subvención se pagará cuando la niña cumpla 20 años. En este Estado, se retiran las subvenciones familiares a partir del tercer hijo.
La gravedad de la criba femenina (dos millones de abortos anuales, cfr. Aceprensa 124/04 y 112/03) queda clara si se tiene en cuenta que la proporción mujeres-hombres es de 933/1.000 en el conjunto de la India, mientras que en Delhi es todavía menor: 814/1.000 al nacer. El aborto selectivo en función del sexo está prohibido, y según una ley que entró en vigor en 2003 los médicos no pueden informar a los padres del sexo del feto, bajo pena de que se les retire la licencia. Pero hay muchos modos de dar a entender esa información, y también de cobrar por ella.
Los demógrafos dicen que la India ha empezado el nuevo milenio con un déficit de 35 millones de mujeres, lo cual supondrá graves problemas sociales: hombres que no encontrarán mujer, tráfico de mujeres, desequilibrios en el mercado de trabajo.
Frente a los que solo ven los problemas del crecimiento demográfico, otros economistas indios empiezan a destacar la ventaja comparativa que supone tener una población grande, según escribe Anand Giridharabadas («International Herald Tribune», 4-05-2005). Tener una población de 1.100 millones de habitantes aumenta la estatura de la India en las relaciones internacionales, y le permite, por ejemplo, aspirar a un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Además, India es y va a seguir siendo uno de los países con la población más joven. Para 2020, la edad media de los chinos será de 37 años, pero la de los indios será de sólo 29 (la de norteamericanos y europeos occidentales será 45, la de los japoneses 48). Cada año, 24 millones de jóvenes indios entran en el mercado de trabajo.
Esto favorecerá el despegue económico del país. Hacia 2030, la India tendrá una oportunidad de superar a la pujante economía china, ya que entonces el mayor país asiático envejecerá notablemente. Según previsiones de Goldman Sachs y de otras instituciones financieras, la India superará a Japón como tercera potencia económica mundial, detrás de China y Estados Unidos.
Cifras aparte, para entonces tendrá India una clara ventaja: su juventud. Al menos según algunos economistas y demógrafos, ya que la visión de parte de los médicos sigue anclada en los clichés antidemográficos de los años setenta: el presidente de la Asociación de Médicos de la India, Sudipto Roy, asegura que «la India necesita una política coercitiva de hijo único, como la de China», y el ministro de Sanidad, Shri P.K. Hota, replica que el gobierno promueve las familias de hijo único, pero sin coerción («The Lancet», 7-05-2005). Uno de los principales demógrafos de la India, Ashish Bose, es más profundo en su crítica, afirmando que «en una democracia, cuando la gente quiere empleo, agua potable y alfabetización, no se les puede distribuir anticonceptivos y pedir que solucionen primero el problema de la población» («Times of India», 24-04-2005).
Santiago Mata