Hace pocos años se decía que la población mundial se duplicaría en el siglo próximo y llegaría a los 12.000 millones de personas. Sin embargo, hoy se estima que va camino de estabilizarse en torno a los 8.000 millones y podría luego decrecer, según explica el demógrafo Jean-Claude Chesnais en una conferencia sobre la que informa Le Monde (31-X-96).
En una conferencia sobre «La población en el siglo XXI», Jean-Claude Chesnais, investigador del Instituto Nacional de Estudios Demográficos, explicaba recientemente que la explosión demográfica esperada por todos probablemente no tendrá lugar; la fecundidad decrece en el mundo entero de manera llamativamente rápida, y el número de habitantes del planeta podría «llegar a un tope de 8 millones antes de decrecer lentamente» durante el próximo siglo. Un discurso sorprendente para los demógrafos que hace cinco años anunciaban que la población mundial se duplicaría (hoy es cercana a los 6.000 millones) en el curso de las próximas décadas. Para Jean-Claude Chesnais, «una enorme interrogación planea hoy sobre la curva de evolución de todas las poblaciones».
(…) El cronista señala que la teoría de la «transición demográfica», que pretende explicar la evolución de las poblaciones, no se está cumpliendo. Según esta teoría, cuando una sociedad se moderniza, lo primero que desciende es la tasa de mortalidad, por la mejora de las condiciones de vida y de la atención sanitaria. En una segunda etapa, la natalidad baja rápidamente por el proceso de urbanización y porque los padres ya no necesitan tener varios hijos para que les mantengan en su vejez.
Esta atractiva teoría, que se había verificado hasta hoy, parece que ya no se adecúa a la realidad. Y así, en el conjunto de los países en desarrollo, la media de hijos por mujer ha pasado de 6,13 en 1950-1955, a 3,48 en 1990-95. ¡Una caída del 43,23%! La situación en la que están la mayoría de ellos debería corresponder más bien a la fase de explosión de la población. Pero no es ése el caso. El aumento de la esperanza de vida -que se debe sobre todo a las vacunaciones masivas practicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS)- se ha compensado parcialmente por la disminución de nacimientos, y la tasa de crecimiento de la población en estas zonas es netamente inferior hoy a la que había en los años 1960-1970. (…)
El fenómeno parece lógico en un Estado con una enérgica política antinatalista como China. Puede explicarse en zonas en desarrollo acelerado como Brasil o ciertas regiones de la India. Pero resulta francamente incomprensible en países muy pobres como Bangladesh o Bolivia, o tradicionalistas como Irán y Siria.
Ciertamente, los gobiernos de esos países favorecen la planificación familiar. Pero nadie esperaba una caída tan brusca, todavía mucho más sorprendente en la medida que, ante la falta de protección social, la disminución va contra el interés de las familias afectadas. Jean-Claude Chesnais sólo encuentra una explicación convincente: el desarrollo de los medios de comunicación de masas, que extiende al mundo entero el estereotipo de la familia urbana occidental de hijo único.
La teoría de la transición demográfica prevé, por otra parte, la estabilización de la población en las naciones industrializadas. Pero, en lugar de estabilizarse en el índice de 2,1 hijos por mujer, que permite la mera sustitución de las generaciones, (…) en ciertas regiones el umbral fatídico del 2,1 ha sido ampliamente traspasado [hacia abajo] y continúa descendiendo.