Contrapunto
Diversos especialistas en planificación familiar, que asistían a un congreso de esta especialidad en Platja dAro (Gerona), han pedido que el Estado tome medidas para fomentar la natalidad en España. Su postura es tan inesperada como si los fabricantes de automóviles pidieran que el Estado privilegiara el uso del transporte público. Pero es significativa de los nuevos vientos que soplan. Años atrás, un congreso de este tipo hubiera insistido en las ventajas de la contracepción para evitar el exceso de población. Hoy, cuando el índice de fecundidad español (1,25 hijos por mujer) es el más bajo de Europa, los promotores del control de natalidad están a la defensiva. Pues la gente empieza a ser consciente de las consecuencias económicas del envejecimiento de la población. «Tengo un vecino -afirmaba una de las asistentes- que me acusa de que por mi culpa la Seguridad Social no podrá pagar su jubilación». Y en el congreso todas las voces rechazaban el falaz argumento de que el control de natalidad fuera responsable de la escasez de nacimientos.
La realidad es que mientras en los años setenta había unos 600.000 nacimientos anuales, ahora no se llega a los 400.000. En el mismo periodo el uso de anticonceptivos no ha hecho más que aumentar. Y no puede decirse que seamos más pobres, ya que, a pesar de las actuales dificultades económicas, la renta per capita no ha dejado de crecer. Ciertamente el control de natalidad no lo explica todo. Pero si a algo es seguro que no ha contribuido es a que los españoles tengan más hijos. En vista de su éxito, el Estado podría dejar de subvencionar a los centros de planificación familiar, cuya oferta está bien cubierta. Y, en cambio, aumentar las ayudas a las familias con más hijos, que son las que pueden salvarnos de la esclerosis demográfica.
Ignacio Aréchaga