Como en tantos países, el covid-19 causó verdaderos estragos en España en 2020 en cuanto a pérdida de vidas: más de 54.000 hasta el 31 de diciembre. Sin embargo, el año de la pandemia registró un crecimiento de la población, al contabilizarse 61.609 habitantes más que en 2019. ¿Explicación? El flujo inmigratorio.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) trae los datos frescos: el 1 de enero pasado residían en el país 47,39 millones de personas, 61.000 más que en 2019. El aumento no se debe a la relación entre nacimientos y defunciones, pues estas últimas sobrepasaron a los primeros (491.600 frente a 338.40). El saldo vegetativo fue de –153.000.
Habría que mirar más bien a los que se marchan y llegan: si casi 250.000 personas salieron de España, las que entraron fueron muchas más: 465.700. El saldo aquí es positivo: 216.000 personas, y ello en un año que no estimulaba –más bien desanimaba– la movilidad.
Descontados los españoles que se fueron o retornaron, el aumento de población extranjera fue de 149.000 personas en 2020, hasta alcanzar 5,3 millones, un 2,9% más que el año anterior. Pero no todas las nacionalidades registradas experimentaron la misma tendencia: los marroquíes vieron aumentar su población un 2% (pasaron a ser 776.000), y también los británicos, con un 4,4% más (ya son 314.000). Caso contrario fue el de rumanos (659.000) y ecuatorianos (127.000), que redujeron su presencia un 1,1% y un 4%, respectivamente.
Por otra parte, el INE no señala las causas, pero probablemente la situación de crisis humanitaria que vive Venezuela, o la de seguridad pública que experimentan Honduras y Colombia, estén detrás del hecho de que los mayores crecimientos poblacionales, en términos relativos, tuvieran lugar en esas comunidades de residentes: el número de colombianos aumentó un 14,1%; el de los hondureños, un 12,6%, y el de los venezolanos, un 11,8%.
Tendencias que se acentúan
La tendencia “rupturista” del covid en todo tipo de estadísticas (de salud, económicas, educativas, etc.) ha sido casi un lugar común en las informaciones del último año. Hay áreas, sin embargo, en que, más que romper con las tendencias, la pandemia ha venido a acentuarlas.
Sucede con el número de matrimonios, que disminuyó un 45,7% respecto a 2019. La abrupta caída –de 166.500 a poco más de 90.000– se correspondería en primer lugar con la paralización de la actividad social durante los meses de confinamiento y, posteriormente, con las restricciones derivadas de la pandemia (en los aforos, por ejemplo). La tasa de nupcialidad descendió 1,6 puntos, hasta 1,9 matrimonios por cada 1.000 habitantes: la más baja registrada desde 1976.
La fecundidad de las extranjeras es de 1,45 hijos por mujer, y la de las españolas, de 1,12
Pero los matrimonios ya venían cayendo sin un coronavirus que los empujara. En 2016 fueron poco más de 175.300; en 2018, 167.600, y así. Al irrumpir el covid-19, el desplome fue del 90% en abril y mayo.
Respecto a las mujeres en edad de tener hijos (particularmente las de 25 a 40 años, a quienes corresponde el 83,8% de los nacimientos), se aprecia también que su número cae. Pero ya venía haciéndolo desde 2009: en 2020 la cifra decreció un 1,5%.
Según el INE, esta tendencia se debe a que en ese rango de edades están actualmente las generaciones menos numerosas, nacidas entre los años 80 y la primera mitad de los 90.
Por otra parte, el número medio de hijos por mujer fue de 1,18, seis centésimas menos respecto a 2019. Pero el declive se puede rastrear, como poco, hasta principios de la pasada década, con contadísimos y leves incrementos entre 2014 y 2016. El año 2010 comenzó con 1,37 hijos por mujer, cifra que descendió posteriormente, se elevó a entre 1,32 y 1,34 en los años citados, y de entonces acá todo ha sido bajar.
Cabe añadir que la reducción de la fecundidad se evidencia más marcadamente entre las mujeres extranjeras que entre las españolas, que ya parten de muy abajo. Las primeras pasaron de 1,59 hijos a 1,45, mientras que las segundas redujeron algo menos ese índice, pero ya de un escaso 1,17 a 1,12. De hecho, visto en el conjunto de los nacimientos, los de madre extranjera supusieron el 22,3% en 2019, con lo que el 22,5% de 2020 es, aunque modesta, una notable proporción.
Las tasas de fertilidad, con peor pronósticoLa tasa de fecundidad no da grandes alegrías hace ya muchos años no solo en España, sino en la Unión Europea, según revelan las cifras de Eurostat. Si el número mínimo de hijos por mujer para asegurar el reemplazo poblacional es de 2,1, hace décadas que está por debajo de 1,6. El promedio del bloque comunitario en 2019 fue de 1,59. Si se observa país a país, muestran cifras superiores Francia (1,8), Rumanía (1,77) y Suecia, Irlanda y Chequia, todos con 1,71. Pero aun así son números insuficientes. Con las cifras aún no definitivas de 2020, algunas fuentes aventuran que la pandemia ha tenido un efecto negativo en las tasas de fecundidad comunitarias, dado que las restricciones de movilidad redujeron, por ejemplo, el acceso a los procedimientos de reproducción asistida. Además, según señala una investigación publicada en la web del Parlamento Europeo, la tendencia general, en un contexto de incertidumbre económica y psicológica como el causado por el azote del covid-19, es que las personas en edad reproductiva se planteen menos la posibilidad de tener hijos, o que una situación de desempleo al alza les induzca a posponer el momento de la paternidad. |