Los niños que no tendrán hermanos, primos ni tíos

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Cada nueva estimación del futuro de la población mundial supone una revisión a la baja. Comentando estas tendencias en The Wall Street Journal (22-X-97), Nicholas Eberstadt, investigador del Harvard Center for Population and Development Studies, advierte cómo afectará la «implosión demográfica» a la experiencia familiar de muchos niños.

En los últimos años, algunos de los mejores demógrafos del mundo han empezado a dar un giro notable en su modo de ver el futuro de la población mundial. Ahora consideran seriamente la posibilidad de que la población mundial alcance un máximo en la época actual, y después comience un declive indefinido.

La hipótesis de «implosión demográfica» se apoya en la revisión que la División de Población de Naciones Unidas (UNPD) realizó en 1996 de su estudio bienal World Population Prospects, el más antiguo, amplio y profundo entre los diversos intentos recientes de determinar las posibles tendencias de la población mundial.

Todas las prospectivas de población -que no son predicciones- se basan en supuestos. La «variante baja» del modelo de la UNPD supone que la esperanza de vida al nacer crecerá en «las regiones más desarrolladas» desde los 75 años actuales hasta los 81 en el año 2050. En las «regiones menos desarrolladas» pasará de los 64 a los 76 años; y en los «países menos desarrollados» (la mayoría en el África subsahariana) crecerá de 52 a 72 años.

El supuesto más importante de la «variante baja» se refiere a las tendencias de la fecundidad. Según la estimación de la UNPD, la tasa de fecundidad (número de hijos que tendrá una mujer) ha bajado ya en las regiones más desarrolladas del 1,7 a principios de los años noventa a 1,5 en la actualidad, y, si el modelo es acertado, bajará al 1,4 en otra década. En las regiones menos desarrolladas, la tasa de fertilidad era del 3,3 a principios de los años noventa y desde entonces ha bajado ligeramente; el modelo prevé que seguirá bajando hasta cerca de 2 en el 2020 y a 1,6 en el 2050. En los países menos desarrollados, donde la tasa estimada era de 5 en esta década, se prevé que será menos de 4 en el 2010, menos de 3 en el 2020 y menos de 2 en el 2035.

Según estas hipótesis -ninguna de las cuales es inverosímil-, el declive de la población comenzaría dentro de cuatro décadas. Entre el 2040 y el 2050 la población mundial se reduciría en unos 85 millones. (…) Las futuras tendencias de la fertilidad mundial serían semejantes a la que ahora se da en las regiones más desarrolladas, donde la tasa neta de reproducción ha bajado ya a un 0,7 (es decir, según las actuales tasas de natalidad y de supervivencia infantil, y sin contar la inmigración, la próxima generación sería un 30% menos numerosa que la actual). (…)

Es interesante considerar las repercusiones que tendrá la revolución demográfica en la idea de familia, tal como la mayoría de nosotros la ha conocido. Las proyecciones de la UNPD suponen un mundo en el que mucha gente no tendrá más parientes biológicos que sus antecesores. Pensemos en el caso de Italia, el país con la tasa de fecundidad más baja del mundo. Si la situación actual de Italia se prolonga durante dos generaciones, casi tres de cada cinco niños no tendrán hermanos, primos, tías ni tíos; sólo tendrán padres, abuelos y quizá bisabuelos. Según estos supuestos, menos del 5% de los futuros niños italianos tendrán a la vez hermanos y primos.

Si se proyectan las tasas de fecundidad de toda la Unión Europea para las próximas dos generaciones, sólo cambia ligeramente lo que hemos visto en el caso de Italia. Con el tiempo, según los supuestos de la «variante baja», las familias en las regiones menos desarrolladas seguirán el mismo modelo. Dentro de una o dos generaciones más, una familia que comprenda hermanos, primos, tíos y tías sería excepcional en todo el mundo. Para muchos o para la mayoría de la gente, la «familia» se entenderá como una unidad que no incluye ningún contemporáneo biológico.

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