Según las primeras estimaciones demográficas de Eurostat para 2003, la Unión Europea (UE) tiene 378,5 millones de habitantes, un 0,36% más que el año pasado. Este incremento se debe en su mayor parte a la inmigración, ya que la natalidad de la UE en 2002 fue la más baja de los últimos 60 años. Las estimaciones incluyen también los diez países candidatos a la adhesión.
Los quince países de la UE presentan un crecimiento vegetativo (nacimientos menos muertes) muy reducido. Pocos superan el 1 por mil, y tres registran datos negativos: Alemania (-1,4 por mil), Grecia (-0,4) e Italia (-0,3). En el extremo contrario figuran Irlanda (+7,1), Francia (+4,0) y Holanda (+3,8). España, con +1,2 por mil, está por encima de la media (+0,8).
Sin embargo, todos los países miembros han experimentado aumento de población en 2002, desde el 1,4 por mil (Alemania) al 12,2 por mil (Irlanda). El 75% del crecimiento total se debe al saldo migratorio, que fue del 2,7 por mil (ligeramente inferior al de 2001). España y Alemania recibieron, cada una, un 22% de los inmigrantes llegados a la UE. En términos relativos, Portugal (6,7 por mil) y España (5,6 por mil) ocupan los primeros puestos (fuera de Luxemburgo, que es un caso aparte porque recibe muchos extranjeros de otros países de la UE).
Más sombría es la situación de los países del centro y del este de Europa que esperan entrar en la UE dentro de dos años. En conjunto, han perdido 136.000 habitantes en un año, y son negativos tanto su crecimiento natural (-1,1 por mil) como su saldo migratorio (-0,7 por mil). Los únicos países con más nacimientos que defunciones son Chipre (crecimiento natural: +4,4 por mil) y Malta (+1,9 por mil). También Eslovenia ha ganado habitantes, pero gracias a la inmigración. Junto con estos tres países, también Hungría y Eslovaquia tienen saldo migratorio positivo, pero no lo suficiente para evitar que pierdan población.