Asistimos desde hace años a una primavera del cine documental, que ha vuelto a las salas comerciales con propuestas que concitan interés material y formal, como la coproducción Atrapados en el hielo (The Endurance), la estadounidense Promises, las francesas Nómadas del viento (Le peuple migrateur) y Los espigadores y la espigadora, y las españolas En construcción y Cravan vs Cravan.
El género documental nunca ha dejado de estar presente en la televisión. De modo generalizado, la programación de cualquier cadena, en abierto o de pago, cuenta con documentales producidos por los propios canales o adquiridos a productoras especializadas.
Entre el cine y la televisión
Fue en febrero de 1926, en un artículo aparecido en el diario británico The Sun, cuando John Grierson usó la palabra documentary para referirse a la película Moana, dirigida por Robert Flaherty. El autor del artículo, productor y cineasta escocés, uno de los grandes teóricos del documental y realizador de varios títulos imprescindibles, llamó documental al reportaje fílmico en el que se aprecia un tratamiento creativo de la realidad.
El documental llevaba años de escasa presencia en las carteleras. Existen festivales, ciclos y muestras que dan a conocer este género cinematográfico, siempre aquejado de escasez de productores. En este sentido, la actual distribución de documentales para su exhibición en salas comerciales supone el convencimiento por parte de ciertos productores de que estas películas pueden interesar al público y recaudar un dinero que les permita no depender exclusivamente de subvenciones públicas y privadas.
En Cannes, el mayor mercado europeo de programas para televisión (ver servicios 68/02 y 61/01), el género documental tiene buena salud. Los films históricos del Istituto Luce italiano, los de naturaleza y fauna con innovadores toques futuristas de la alemana ZDF o los biopics ingleses de Granada TV tienen un buen nivel de ventas, gracias también a la mala salud de los productos de ficción y al auge de los canales temáticos. La implicación de las televisiones en la producción y consiguiente financiación de documentales da un nuevo empuje a muchos productos de este género, que comienzan su vida comercial en las salas antes de ser emitidos por las televisiones.
Un máster en documental de creación
En España, siguiendo la tradición universitaria alentada por Grierson en Canadá, la Universidad Pompeu Fabra organiza, desde 1998, el Máster en Documental de Creación. Está dirigido a profesionales y licenciados, interesados en formarse como promotores de proyectos, realizadores o productores.
El plan del máster cuenta con tres módulos. El primero se consagra a la historia, análisis y perspectivas del documental. El segundo módulo -desarrollo de proyectos- requiere que cada participante prepare un proyecto personal, más tarde confrontado con profesores y tutores desde los puntos de vista creativo, de gestión y marketing. El elemento más original lo constituye el tercer módulo, que consiste en la realización de tres documentales dirigidos por realizadores-profesores y producidos por productoras independientes. Cada participante se integrará en uno de los tres equipos profesionales y asistirá al proceso de preparación, realización o posproducción.
Monos como Becky, de Joaquim Jordà; Buenaventura Durruti, anarquista, de Jean-Louis Comolli; En construcción, de José Luis Guerin (Premio Nacional, Concha de Oro y Goya), y Cravan vs Cravan, de Isaki Lacuesta, son películas ya estrenadas, surgidas de este máster. Su director es Jordi Balló, ensayista y productor, autor de libros como La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine (1997) [ver servicio 81/98] e Imágenes del silencio. Los motivos visuales en el cine (2000). Los documentalistas españoles José Luis Guerin, Basilio Martín Patino, Marc Recha y Javier Rioyo imparten clases junto con otros profesionales europeos como Thierry Garrel, Yves Janneau, Peter Symes y Eckart Stein.
En fin, esta interesante iniciativa académica es otro síntoma de la vitalidad de este género tan cercano a la realidad misma. Quizá este afán de verismo explique también el auge del nuevo realismo social, muchos de cuyos autores -Ken Loach, Robert Guédiguian, Walter Salles, Fernando León de Aranoa…- se han formado en el documental. Por lo demás, ya han surgido hasta falsos documentales -como Aro Tolbukhin, en la mente del asesino, de Agustí Villaronga, Lydia Zimmermann e Isaac P. Racine- e híbridos, como el drama de ficción Escape to Paradise, del italo-suizo Nino Jacusso, que lo define como «A Real Acting Movie», pues sus actores han vivido dramas similares a los de los personajes que encarnan.
Alberto FijoAntología del documentalClásicos Nanouck el esquimal. Robert Flaherty (EE.UU., 1920) El hombre de la cámara. Z. Vertov (URSS, 1923-29) Berlín, sinfonía de una ciudad. Walter Ruttman (Alemania, 1927) La línea general. S. M. Eisenstein (URSS, 1926-29) Drifters. John Grierson (Reino Unido, 1929) Turksib. Viktor Turin (URSS, 1929) Las Hurdes (Tierra sin pan). Luis Buñuel (España, 1932) Night Mail. H. Watt y B. Wright (Reino Unido, 1936) Tierra española. Joris Ivens (Francia, 1937) Olimpiada. Leni Riefenstahl (Alemania, 1938) Farrebique. Georges Rouquier (Francia, 1945-46) Lousiana Story. Robert Flaherty (EE.UU., 1946-48) El mundo del silencio. Jean Cousteau y Louis Malle (Francia, 1956)Actuales La espalda del mundo. Javier Corcuera (España, 2000) [ver servicio 139/00] Extranjeros de sí mismos. Javier Rioyo y José Luis López-Linares (España, 2000) [ver servicio 90/01] Atrapados en el hielo. George Butler (EE.UU., 2000) [ver servicio 110/02] Los espigadores y la espigadora. Agnès Varda (Francia, 2000) En construcción. José Luis Guerin (España, 2001) [ver servicio 135/01] Nómadas del viento. Jacques Perrin, Michel Debats y Jacques Cluzaud (Francia, 2001) [ver servicio 141/02] Cravan vs Cravan. Isaki Lacuesta (España, 2002) Promises. Justine Shapiro, B.Z. Goldberg y Carlos Bolado (EE.UU./Israel, 2001)