A estas alturas, sólo los dinosaurios ignoran la historia de Parque Jurásico, adaptada de la novela de Michael Crichton. El punto de arranque: un trozo de ámbar con un mosquito que chupó la sangre de los dinosaurios; formidables avances de la ingeniería genética; y un avispado empresario (Richard Attenborough) dispuesto a devolver a la vida a esos animales y a abrir con ellos un increíble parque de atracciones. Para sacarlo adelante, pide la opinión de un paleontólogo (Sam Neill), una botánica (Laura Dern), un matemático (Jeff Goldblum) y de sus dos nietos, de 9 y 12 años. El proyecto se desarrolla en una isla con todo tipo de medidas de seguridad. Pero se revelan insuficientes.
La tentación del hombre de convertirse en un dios, manejando la creación a su antojo, es una idea central del film. Queda patente la imposibilidad de controlar de modo absoluto la naturaleza. El empresario queda transformado en relación a la novela. Spielberg lo convierte en un anciano visionario deseoso de ofrecer un gran espectáculo, en el que puede verse reflejado al propio director. También se nota su mano en el paleontólogo, que al principio odia a los niños, pero luego les cobra afecto. Se trata del Spielberg niño que se niega a crecer, y también del que afirma el gozo de la paternidad -tiene cinco hijos-: un tema ya apuntado en Hook.
Pero ante todo, Parque Jurásico es un gran entretenimiento, que ofrece aventura y suspense a raudales. El momento en que se escapa un T-Rex es, por ejemplo, espléndido. O el acecho de los velocirraptores sobre los dos niños en la cocina. La habilidad de Michael Kahn, habitual montador de los films de Spielberg, queda manifiesta. Y de nuevo la partitura de John Williams destaca con luz propia. ¿Qué decir de los espléndidos efectos especiales? La recreación de los dinosaurios es simplemente asombrosa, ya sea con ingenios mecánicos, o creados por ordenador.
En la medida en que Spielberg opta por dar primacía a la acción, su labor con los personajes se reduce a caracterizarlos con un par de rasgos definitorios. Además, un buen puñado de chistes, bien repartidos a lo largo del metraje, contribuye a distender el pánico creado en determinadas secuencias. Quizá no sea de lo mejor de Spielberg, pero sí que es un estupendo film de aventuras, lleno de originalidad.