Hábitos laborales que asfixian la vida

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Un largo reportaje del New York Times ha sacado a la luz el precio que pagan algunos empleados de Amazon para estar a la altura de lo que exige la compañía fundada por Jeff Bezos. Pero la competencia feroz que ahora escandaliza no es muy diferente de la que viven muchos otros trabajadores en sectores como la consultoría, la banca de inversión o los despachos de abogados.

Según el reportaje, escrito con declaraciones de más de 100 empleados y exempleados, Amazon estaría llevando a cabo “un experimento poco conocido para saber hasta dónde puede forzar a sus trabajadores de cuello blanco, redefiniendo los límites de lo aceptable”.

La consigna está clara: vivir para la empresa. Aunque eso suponga añadir horas extras, durante la noche o el fin de semana, a una jornada de trabajo ya de por sí extenuante. “Si no estás dispuesto a darlo todo, 80 horas a la semana, lo verán como una debilidad”, se queja una exempleada.

“Gracias en parte a su capacidad para sacar el máximo rendimiento de sus empleados, Amazon está más fuerte que nunca”, escriben los periodistas Jodi Kantor y David Streitfield. Su valor de mercado acaba de alcanzar los 250.000 millones de dólares.

Rendir cada vez más

Los principios de liderazgo de Amazon, 14 reglas que marcan el trabajo cotidiano de la plantilla, van dirigidos –señala el reportaje– a crear “un imperio de trabajadores de élite”. “Contratar y potenciar a los mejores”, “insistir en los niveles más altos”, “pensar en grande” son algunos de ellos. El empleado ideal es descrito como un “atleta” capaz de aguantar la presión y de superarse.

La superación se intenta garantizar con generosas bonificaciones y con un sofisticado sistema de seguimiento que muestra “quién está cumpliendo los objetivos y quién no”. Para los redactores del New Yok Times, este seguimiento minucioso debe mucho a la obsesión de Bezos por medirlo todo. “En Amazon mandan los datos”, declara otra exempleada.

Pero no es lo mismo contar el número de visitas que recibe un producto anunciado en Amazon.com que valorar el trabajo de los empleados. De ahí que, a veces, se produzcan situaciones injustas. El reportaje menciona varios casos de exempleadas que dicen haber sido “valoradas de forma injusta” en momentos de enfermedad o de dificultades familiares.

Los empleados de Amazon están bien pagados. Pero también se les pide “frugalidad”, lo que a menudo se traduce en pagar de su propio bolsillo el móvil de la empresa o los gastos de viajes de negocios.

Rivales por la espalda

Otro recurso para medir el rendimiento es la llamada “Anytime Feedback Tool”: en cualquier momento, los empleados pueden dirigirse a los jefes para alabar o criticar a un compañero sin que este conozca su identidad. Estos “feedbacks secretos” aumentan la ansiedad de la plantilla: muchos “se sienten saboteados por comentarios negativos procedentes de colegas anónimos a los que no han podido rebatir”.

La herramienta encaja bien con el “intencionado darwinismo” de la compañía, en expresión de un exdirectivo de recursos humanos. “Cada año, los miembros de los equipos son puntuados, y los que están abajo son eliminados. A todos les interesa hacerlo mejor que el resto”, escriben Kantor y Streitfield.

Esto explicaría la alta rotación de su plantilla: Amazon contrata mucho, y de hecho tiene previsto levantar nuevas torres en Seattle que podrían albergar a unos 50.000 empleados, más del triple de los que tenía en 2013. Pero son pocos los que se quedan mucho tiempo: solo el 15% de sus trabajadores aguanta más de 5 años.

Una encuesta realizada por PayScale en 2013 sobre rotación en las grandes empresas, situaba el tiempo medio de permanencia en Amazon en un año. La compañía no da datos, pero se escuda en que la rotación en el sector tecnológico es frecuente.

“Los empleados dicen que el ideal de Bezos, una meritocracia en donde compiten personas e ideas y solo ganan las mejores, en donde los colegas se retan unos a otros, ha creado un ambiente de combate cotidiano”, explica el reportaje.

En este clima, los nervios están a flor de piel. De los menos de dos años que pasó en Amazon, Bo Olson se queda con una imagen: “A casi todas las personas con las que trabajé las vi llorar alguna vez en sus puestos de trabajo”.

Los expertos prevén que el estilo de gobierno centrado en estadísticas se irá haciendo más popular a medida que la tecnología colonice los trabajos

Obsesión por las estadísticas

A raíz de la polémica provocada por el reportaje, el CEO y fundador de Amazon, Jeff Bezos, escribió una circular a sus empleados para negar las acusaciones. Sostiene que una empresa de esas características no sobreviviría a la competencia: él mismo la abandonaría; “quien se quedara, sería un loco”. E invita a sus empleados a informar sobre cualquier situación que se parezca a las descritas en el reportaje.

Desde las páginas del Washington Post, propiedad de Bezos, Todd C. Frankel defiende que el reportaje ha sido recibido con indiferencia olímpica por Silicon Valley, dando a entender que esa forma de trabajar es frecuente allí. “En lo que quizá parece una brecha entre los que trabajan en el sector tecnológico y fuera de él, Silicon Valley no parece impresionado en absoluto”.

El mismo diario publica otra noticia, esta vez firmada por una periodista de Associated Press, en la que da la vuelta a la polémica: “Los expertos dicen que el estilo de gobierno centrado en datos que emplea Amazon se hará más común a medida que la tecnología continúe transformando los lugares de trabajo de EE.UU.”.

Y pone como ejemplo a Accenture y Deloitte, dos consultoras que anunciaron este año su intención de incorporar un nuevo sistema de métricas y de feedbacks para controlar el rendimiento de sus empleados.

También Glint Inc. ofrece a sus empresas clientes la posibilidad de tomar el pulso a sus empleados mediante “breves encuestas sobre cómo se sienten y qué les parece su trabajo”. Esto permitiría a los directivos analizar, casi en tiempo real, la correlación entre el estado anímico de sus empleados y los resultados de venta.

La noticia de Associated Press no ignora el peligro de extender estas prácticas: “Es fácil obsesionarse con las estadísticas, mientras pasas por alto lo que los individuos aportan en términos de personalidad, conexión y otros intangibles”, declara a la periodista Mae Anderson el CEO de una empresa de recursos humanos.

Autoexplotación voluntaria

En defensa de Bezos también ha salido un empleado de Amazon que desmiente muchas de las afirmaciones del New York Times: “Durante mis 18 meses en Amazon, nunca he trabajado un solo fin de semana si no he querido. Nadie me obliga a trabajar por las noches”. “No hay ningún ‘experimento poco conocido’ en marcha. Es absurdo. Nadie en Amazon tiene tiempo para eso, y menos Jeff Bezos. Estamos ocupados en reinventar el mundo”.

Pero ¿y si la genialidad de Amazon residiera ahí? En “hacer creer a la gente –escribe Michael Cook en MercatorNet– que su vida es su trabajo. Que este es tan interesante, intenso y decisivo que llena todas sus aspiraciones”. A su favor cita uno de los testimonios de una exempleada de Amazon: “Era adicta a querer triunfar aquí (…) [El trabajo] era como una droga para la autoestima”.

El filósofo coreano Byung-Chul Han se ha referido a esta mentalidad que conduce a la extenuación por iniciativa propia en su libro Psicopolitica. “La sociedad resultadista actual es una sociedad de autoexplotación voluntaria”, explica en una entrevista (traducida en la revista La maleta de Portbou, julio/agosto 2015). “Nos sometemos voluntariamente hasta que acabamos con nosotros mismos. Si fracaso, me responsabilizo a mí mismo de ese fracaso. Si sufro porque entro en bancarrota, yo soy el único culpable. La auto-explotación es una explotación sin dominación, puesto que es totalmente voluntaria. Y es debido a que se coloca bajo el signo de la libertad que se muestra tan eficaz”.

El ganador se lo lleva todo

A un problema semejante apunta otro artículo reciente del New York Times: aunque cada vez más empresas estén ofreciendo a sus empleados jornadas laborales flexibles y medidas para conciliar familia y trabajo (cfr. Aceprensa, 10-03-2015), de poco servirá mientras la lógica empresarial imperante siga siendo la de premiar a quienes más tiempo se quedan en la oficina.

“En Wall Street, en Silicon Valley, en los despachos de abogados y en el mundo empresarial, un coro creciente de empresas se suman a las alabanzas de aquellos lugares de trabajo que se hacen más amables, anunciando medidas como el generoso permiso de maternidad de Netflix o la prohibición de Goldman Sachs a sus analistas de banca de inversión de trabajar los sábados”.

“Pero una mirada más atenta a las fuerzas que marcan el implacable ritmo de las empresas de élite sugiere que, por mucho que los más admirados empleadores puedan estar cambiando las políticas oficiales, la competencia brutal permanece como un elemento ineludible en las vidas cotidianas de los trabajadores”.

Para el periodista del New York Times Noam Scheiber, el problema principal reside en la lógica “el ganador se lo lleva todo”. Si las grandes compañías del sector financiero o los despachos de abogados siguen recompensando de modo desorbitado a quienes llegan a los puestos más altos, los trabajadores seguirán compitiendo por llegar hasta ahí. Entre tanto, despachos y empresas tienen garantizado que siempre habrá nuevos candidatos dispuestos a sustituir a los que se quedan por el camino.

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