Cuando en 2001 se realizó en Durban (Sudáfrica) la Primera Conferencia Mundial de Naciones Unidas contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la Intolerancia, las reuniones acabaron sin la presencia de Estados Unidos, Israel y Canadá (cfr. Aceprensa 12-09-2001). Según la percepción de estos países, por detrás del encuentro estaba sobre todo la intención de ciertos gobiernos árabes de hacer aprobar una resolución condenando el sionismo. Sobre la segunda edición de la Conferencia (“Durban II”), que será presidida por la Libia de Muammar al-Gaddafi, y que tendrá lugar en Ginebra entre el 20 y el 24 de abril de este año, pesa ahora la misma sospecha.
“Si nos parece que el texto va a conducir sólo a una arenga antijudía y antisemita (…) Australia no asistirá”, ha declarado el ministro de Relaciones Exteriores australiano, Stephen Smith. Ante la amenaza de boicot que se ha hecho sentir también desde Estados Unidos, desde la Unión Europea, desde Israel y desde Canadá, el grupo de trabajo que prepara la cita se ha visto obligado a rehacer el proyecto de declaración final. La nueva versión del documento, de 17 páginas, no menciona a Israel ni alude a la “difamación de las religiones”, dos de los puntos más controvertidos del debate.
Los derechos son del ser humano
Mientras que para algunos la Conferencia Islámica intenta obtener en Ginebra que se condene “la difamación contra todas las religiones y en particular el islam y los musulmanes”, los redactores de la declaración han remitido este tema a la legislación existente para no entrar en el conflicto de una resolución ad hoc. Atendiendo a las recomendaciones de Navi Paillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se ha resuelto que la islamofobia, pero también el odio anticristiano y antijudío, se aborden a través del artículo 20 del Pacto Internacional sobre los Derechos Políticos, que penaliza la “incitación a la discriminación” por motivos nacionales, raciales o religiosos. Esta decisión deja claro que el objetivo de los derechos humanos no es evitar la crítica a las religiones en sí, sino la defensa del hombre y su derecho a la libertad religiosa.
La Unión Europea ha elogiado las modificaciones al documento introducidas por la ONU. Según este último organismo, el facilitador ruso Yuri Boychenko, enviado para redactar el proyecto final con la ayuda de un grupo de expertos -en el que se incluía una belga, un noruego y un egipcio-, ha elaborado un texto “aceptable para la mayor parte de los Estados y que debe servir como documento de trabajo”.
Según François Zimeray, embajador de Francia para los Derechos Humanos, el texto anterior, que constaba de 60 páginas, estaba “repleto de provocaciones, era inaceptable. Si no hubiese sido cambiado, nos habríamos retirado (de la conferencia)”. No obstante, la nueva forma del texto no implica automáticamente que Francia vaya a participar: “aún no se ha tomado ninguna decisión”, ha dicho Zimeray.
De fondo, el conflicto de Palestina
Otro tanto sucede con lo declarado a la Agencia Judía de Noticias (AJN) por el embajador adjunto de Israel ante las Naciones Unidas, Daniel Carmon, que ha confirmado que su país no participará. La presencia del ultranacionalista Avigdor Lieberman como ministro de Exteriores en el nuevo gabinete de Benjamin Netanyahu resultaría además especialmente propicia a la ofensiva de los países árabes. Por otra parte, Carmon ha señalado que el nuevo borrador “parece mejor, pero realmente no lo es, porque una de las primeras frases dice que reconoce la Conferencia de Durban I”. Zimeray en cambio ha admitido que “por primera vez no hay una mención explícita en relación a Israel o a Medio Oriente”, lo que en su opinión representa “un progreso”.
De acuerdo al facilitador Boychenko, tras “largas conversaciones” la delegación palestina habría aceptado atenerse a los dos artículos formulados en el programa de acción de Durban I adoptado hace ocho años, y donde el conflicto árabe-israelí se menciona en términos moderados.
El nuevo texto también se esfuerza por conciliar las divergencias en lo relativo al colonialismo, la trata de negros y las compensaciones financieras reclamadas por algunos Estados africanos que quieren cargar toda la responsabilidad sobre Occidente.
Asimismo las alusiones a la discriminación ligada a la “orientación sexual”, que figuraban en el texto previo, se han abandonado a petición del grupo de la Unión Europea. “La idea ―ha explicado un embajador europeo a Le Monde― es poner el acento sobre lo que ya existe, en vez de introducir nociones nuevas”.
La última sesión del Comité preparatorio de Durban II se reunirá entre el 15 y el 17 de abril. Hasta entonces se ha abierto un compás de espera para ver si la redacción del documento no sufre nuevos embates de una parte, y para definir la participación de la otra.