Tradicionalmente eran las compañías norteamericanas las que pagaban sueldos astronómicos a sus altos directivos, mientras que las europeas se mostraban menos proclives a este tipo de contratos. Pero esta tendencia está cambiando: los altos directivos europeos quieren imitar a sus colegas americanos.
A principios de los noventa se pusieron de moda en Estados Unidos las «stock options», como modo de retribución extraordinaria a los altos directivos para fomentar su implicación en la compañía y como modo de «atarles» a medio plazo. Este sistema establecía un complemento al sueldo de los directivos en forma de pago en acciones, de forma que si las acciones estaban altas, los directivos se llevaban un buen sobresueldo. En cambio, si la compañía no pasaba por un buen momento, los directivos participarían en estas «vacas flacas». En un principio se pensó que era un buen sistema, pero enseguida se empezaron a ver sus deficiencias. Al depender el «bonus» de los directivos del precio de las acciones, algunos desaprensivos se las ingeniaron para subir el precio de la acción artificialmente, ocultando los problemas reales. Después de escándalos tan sonados como el de Enron, las juntas de accionistas y los consejos de administración decidieron ser más restrictivos en las retribuciones.
Pasada la moda de las «stock options», se empezaron a emplear criterios que establecían medidas del rendimiento de los directivos más estrictas y que partían del principio de vincular las retribuciones extraordinarias a los resultados extraordinarios. Fue un buen momento para ser restrictivos con los directivos, pues había una oferta abundante en el mercado laboral, gracias a la crisis de las «puntocom», la gran burbuja de Internet, que dejó a bastantes directivos sin empleo. En esta situación, muchos de ellos estaban dispuestos a rebajar sus exigencias.
Fruto de esta nueva situación son planes de rendimiento como los que impulsó el Royal Bank, una de los mayores bancos ingleses, en 2001, según recuerda «The Economist» (20-05-2006). Este plan, que en su momento fue considerado como modélico, establecía que para pagar «bonus» extraordinarios a los altos directivos la empresa debería cumplir dos objetivos independientes: primero, que la cotización de la acción se incrementara un 3% por encima del índice de inflación anual; segundo, que el precio de las acciones del banco y los dividendos se incrementaran más que la media de los diez principales competidores.
Pero también sirve de ejemplo el Royal Bank para el cambio de situación que se está dando. En 2005 cambió el plan de rendimientos y estableció que bastaba con que se consiguiera uno de los objetivos para que se pagara el «bonus» completo a los directivos. Esto supone bajar el listón que tienen que superar los directivos. Y esto no es un dato aislado. En los últimos tiempos se han incrementado un 75% los «bonus» que las empresas británicas han dado a sus altos directivos. Y las empresas de otros países europeos se han subido al carro.
De este modo, las diferencias de retribución con los directivos norteamericanos se están reduciendo, según datos que cita «International Herald Tribune» (16-06-2006). En 1998, los americanos ganaban una media de 4,6 millones de dólares anuales, casi cuatro veces más que los 1,3 millones que ganaban los británicos. En 2005, la media de las ganancias de los CEO (consejeros delegados) de las 350 empresas más grandes de EE.UU. fue de 6,8 millones de dólares, según un estudio de Mercer Human Resource Consulting. Esto representa un 58% más que los 4,3 millones de media de las 100 compañías más grandes europeas.
En Francia, la media de las compensaciones a los directores ejecutivos de las 40 mayores empresas fue de 780.000 dólares en 1998. En 2004 fue aproximadamente de 3 millones de dólares. En Alemania en 2005 el incremento fue del 11% (entre las 30 compañías más grandes) mientras que en Holanda fue del 17,4% (75 compañías más importantes).
Estamos ante una tendencia que parece estar consolidándose, tal como muestran estos datos. Entre los motivos que se dan para explicar esta subida de las remuneraciones, destaca la obligación de transparencia en los contratos de los altos directivos. Según los expertos, el poder comparar los contratos entre los altos directivos hace que estos sean más exigentes a la hora de negociar.
Alejandro Huerta