El diagnóstico pre-implantatorio (DPI) de embriones creados «in vitro» y el aborto están facilitando que se extienda una práctica eugenésica cada vez menos tolerante con las deficiencias físicas. El fenómeno es bien visible en Gran Bretaña.
Hace poco, William Saletan criticaba en la revista «Slate» (19-05-2006) las nuevas normas sobre DPI aprobadas en mayo por la Human Fertilisation and Embryology Authority (HFEA), el organismo que regula la reproducción asistida en Gran Bretaña. En su artículo, titulado «Nuestro suave descenso hacia la eugenesia», Saletan señala que los criterios se han relajado en tres aspectos cruciales.
El primero es la probabilidad de que el embrión tenga un mal congénito. Hasta ahora, la HFEA permitía el DPI solo para detectar anomalías de las que se sabe con certeza casi total que causan enfermedades graves. Las normas recién aprobadas admiten el DPI -y la eventual destrucción de embriones- para nuevos tipos de cáncer cuya probabilidad es del 30-60%.
El segundo cambio es que antes el DPI se usaba solo para detectar enfermedades intratables, y ahora se permite cuando existe tratamiento pero es falible u oneroso. En tercer lugar, los nuevos criterios de la HFEA autorizan el DPI para descartar embriones con riesgo de contraer enfermedades que se declararían no ya en la infancia -como se exigía antes-, sino a los 30-40 años, o más tarde (cosa que la HFEA ya había admitido hace un año para un tipo especial de cáncer: ver Aceprensa 27/05).
Esto supone una creciente intolerancia con las deficiencias, con el agravante -comenta Saletan- de que los criterios de la HFEA son muy amplios y subjetivos. La probabilidad de desarrollar un cáncer hereditario es, en algunos de los casos contemplados, bastante incierta, y para una enfermedad hoy intratable, dentro de 30-40 años puede haber una terapia eficaz. La subjetividad figura expresamente en las normas aprobadas por la HFEA: si por un lado dicen que el DPI se podrá hacer solo cuando haya «riesgo significativo» de un grave trastorno hereditario, por otro añaden que si el riesgo es significativo o no, depende de la valoración que haga quien recurre a la reproducción asistida, de modo que la ansiedad provocada por la presencia de una anomalía genética puede ser suficiente para justificar la criba de embriones.
Aborto de minusválidos
También se extiende en Gran Bretaña el aborto como método eugenésico. La ley británica permite abortar sin límite de plazo cuando existe «riesgo considerable» de que el niño sería «gravemente discapacitado». Esta cláusula se aplica cada vez más a niños con síndrome de Down, informa el «Daily Telegraph» (21-05-2006).
Desde 2003, el Servicio Nacional de Salud (NHS) británico ofrece a todas las embarazadas pruebas para diagnosticar el síndrome de Down. El resultado es que se detectan el 62% de los fetos aquejados del síndrome y de estos se aborta al 92%. Así, en 2004 nacieron en Gran Bretaña 657 niños con síndrome de Down y fueron abortados 937, el máximo nunca registrado y tres veces más que hace 15 años. Una criba similar se hace en otros países, como Estados Unidos (ver Aceprensa 136/05).
Esos datos han suscitado las quejas de las familias de afectados. La Downs Syndrome Association ha lamentado públicamente que muchos médicos aconsejen mal a los padres cuando diagnostican la enfermedad, sin tener en cuenta los grandes progresos conseguidos en el bienestar y en la educación de estos minusválidos. Por su parte, la organización pro-vida Life ha comentado: «Al parecer, hay derechos humanos para todos, salvo que uno tenga alguna discapacidad».
Pero el aborto eugenésico se emplea incluso en casos de deficiencias menores y aun corregibles, advierte el «Sunday Times» (28-05-2006). Las causas alegadas son, por ejemplo, pies zambos, polidactilia o sindactilia -en pies o manos-, o paladar hendido; defectos que se pueden remediar.
En algunos casos se han abortado niños con malformaciones físicas incorregibles, pero que no llevan consigo deficiencia psíquica ni ponen en peligro la vida, como la falta de una mano.
ACEPRENSA