En tres años se han roto en Francia el 7,2% de los pactos para parejas no casadas

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Se acaban de cumplir tres años desde que entró en vigor en Francia la ley del Pacto Civil de Solidaridad (PACS), un contrato establecido entre dos personas, del mismo o distinto sexo, para organizar su vida en común. En estos tres años se han registrado en el juzgado unos 65.000 PACS y se han disuelto 4.635, es decir, un 7,2%. La experiencia de las rupturas está demostrando que lo que quería ser una fórmula muy flexible resulta más rígida de lo que parecía en el régimen patrimonial.

El PACS reconoce un nuevo estatuto a las parejas no casadas, y las equipara con el matrimonio en algunos aspectos (declaración fiscal conjunta, prestaciones sociales, subrogación en contrato de alquiler…). Los firmantes se obligan a prestarse «ayuda mutua y material», según las modalidades que ellos acuerden, y responden «solidariamente» de las deudas contraídas para las necesidades de la «vida corriente» y los gastos de la «vivienda común» (cfr. servicio 146/99).

El PACS puede ser disuelto por mutuo acuerdo o por ruptura unilateral comunicada oficialmente. La ley no dice nada sobre la indemnización en caso de ruptura, lo que tendrá que ser aclarado por la jurisprudencia. Sin embargo, la ley establece el principio de la indivisión de bienes, pues presume que todo bien adquirido después de la firma del PACS pertenece a ambos firmantes por igual. El único modo de evitar este régimen de indivisión de bienes es que en cada compra una de las partes reconozca por escrito que ese bien pertenece al otro. Lo cual es un sistema poco practicable en la vida diaria. Y en caso de adquisiciones hechas con créditos no es posible evitar la responsabilidad y la propiedad conjunta.

Los problemas de este régimen patrimonial están empezando a notarse con motivo de las rupturas. «Muchas parejas que establecen un PACS piensan firmar un contrato flexible que preserva su libertad», declara a La Croix (18-XII-2002) el notario de París Bertrand Savouré. «La desilusión viene cuando toman conciencia de los deberes y de las obligaciones que forman parte del contrato».

Además, los problemas en caso de ruptura son más graves cuando la unión ha durado más. «El PACS no tiene más que tres años. Los firmantes no han tenido tiempo de acumular un patrimonio importante. Después de diez años de vida en común, será diferente. Los problemas vienen con la duración», agrega Savouré.

Quizá por temor a los problemas, la mayoría de las parejas de hecho no se han interesado por establecer un PACS. En Francia se estima que 2,5 millones de parejas cohabitan sin estar casadas. Y cuando quieren formalizar su unión se inclinan por el matrimonio, que está en alza desde 1996 y alcanzó los 304.000 en 2000.

También da la impresión de que el PACS va a ser más inestable que el matrimonio. Según un estudio sobre sentencias de divorcio en 1994, los franceses se divorcian, como media, tras 14 años de matrimonio (cfr. servicio 173/99); en el caso del PACS, en tres años se han roto ya el 7,2% de los establecidos.

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