Nuevas perspectivas en la educación diferenciada por sexos

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Al margen de prejuicios ideológicos, la coexistencia de la enseñanza mixta y de la educación diferenciada por sexos da a las familias mayor posibilidad de elegir, según sus preferencias y las necesidades de sus hijos. Además, diversos trabajos de investigación desarrollados recientemente en Estados Unidos y varios países europeos destacan que entre las escuelas de mejor rendimiento académico están bien situadas las de enseñanza no mixta. Los resultados de las investigaciones se presentaron en un reciente symposium internacional, organizado en Madrid por el Centro Universitario Villanueva (1).

Si hasta hace pocos años la coeducación a todos los niveles se presentaba como algo exigido por la pedagogía actual, hoy comienza a reunirse un material académico que hace replantearse lo que se admitía casi sin ninguna duda. Ni siquiera el pensamiento feminista -que desde los años 70 defendía la coeducación como cauce para lograr la igualdad de los sexos- se presenta ya como un bloque compacto. Algunos grupos feministas -por ejemplo, en Alemania- comienzan ahora a defender las escuelas separadas para chicas, precisamente como un medio para garantizar la igualdad de oportunidades.

Preocupan los chicos

Paradójicamente, lo que ahora preocupa es la situación de los chicos. Investigaciones efectuadas con niños y adolescentes varones aportan datos que sugieren que se están desatendiendo sus necesidades específicas. Para Cornelius Riordan, catedrático de Providence College, las investigaciones en Estados Unidos muestran que «los chicos no progresan tanto como las chicas en los colegios mixtos», por lo que «las necesidades educativas de los chicos requerirán una mayor atención en la próxima década: llevan la peor parte en el rendimiento escolar».

Los trabajos a los que se refiere Riordan son fruto de investigaciones comparativas entre los resultados escolares de alumnos estadounidenses de secundaria de 1972 y 1992. Si al comienzo de ese periodo «los chicos llevaban ventaja, a partir de 1992 las mujeres son las aventajadas». Ya en la etapa de educación infantil pueden encontrarse algunos indicios. Los estudios muestran que los niños son peor valorados que las niñas en habilidades matemáticas y en conocimiento en general, así como en las pruebas de lectura.

Un estudio más amplio de Riordan, que recoge experiencias tanto del colegio como de los hogares, concluye que «los chicos ya no están por delante en las notas de Matemáticas y, en cambio, sus resultados en las pruebas de lectura y escritura son más bajos que los de las chicas».

Parecidas conclusiones presentó María Hernández-Sampelayo, del Centro Universitario Villanueva, que aportó resultados de investigaciones realizadas en Estados Unidos sobre las desventajas de los centros mixtos para el aprendizaje de los chicos; por lo general, en esos centros «no tienen en cuenta las formas ni los tiempos propios de la maduración del varón ni tampoco les proporcionan el marco disciplinario que precisan los jóvenes, más bulliciosos y agresivos». La doctora Hernández-Sampelayo también afirma -esta vez a partir de trabajos realizados en escuelas del Reino Unido- que, en cambio, «las niñas obtienen mejores resultados que los chicos en 21 de las 34 materias de bachillerato, incluso en asignaturas que tradicionalmente habían sido dominadas por los varones, como la Física».

Diferencias de aprendizaje

Todos estos estudios, tanto para chicos como para chicas, ponen en evidencia el interés de las investigaciones en el ámbito de la psicología de la diferencia -la constatación de que chicos y chicas interactúan de modo diverso- y la repercusión que estos hallazgos deberían tener en la práctica educativa cotidiana. Para Rosemary Salomone, profesora de la St. John’s University School de Nueva York, los que abogan por la psicología de la diferencia parecen apoyarse en distintos factores: de un lado, los rasgos de tipo biológico, que para unos no son más que una cuestión hormonal, pero para otros investigadores guardan relación con las diferencias en la estructura cerebral por sexos; de otro, la influencia externa -familiar y educativa- a lo largo de las primeras etapas del desarrollo de los niños.

Estas diferencias psicológicas y de desarrollo explicarían, por ejemplo, los logros que consiguen los chicos en Matemáticas, Ciencias e Informática y, en cambio, su permanencia en la cola en asignaturas como Lengua, Arte e idiomas, sobre todo durante la enseñanza secundaria. Pero, al mismo tiempo, Salomone defiende que precisamente el hecho de que esta ventaja de los muchachos se esté reduciendo o la distancia en la expresión oral y escrita disminuya para los chicos a lo largo de la secundaria, hace pensar que los resultados varían y no se deben solo a la mera determinación biológica. «Algunas de las diferencias de aprendizaje que vemos pueden ser también una consecuencia de problemas persistentes en la escuela o en la sociedad que afectan a los alumnos más desaventajados»: de ahí «el papel preponderante que puede desempeñar un buen programa educativo».

Rendimiento escolar

Según Salomone, «si los chicos son más bulliciosos, tienen menor capacidad de atención y desarrollan más lentamente su capacidad verbal, es ilógico esperar que vayan al mismo ritmo que las niñas durante la primaria. Pero también parece injusto y pedagógicamente desaconsejable detener el aprendizaje de las chicas, mientras esperan que los niños se pongan a su nivel; lo mismo podría decirse en Informática, donde las chicas son las rezagadas».

Aunque Salomone no se muestra partidaria de generalizar sin más la educación diferenciada para chicas y chicos, considera que los educadores tienen la obligación de adaptarse a los diferentes estilos de aprendizaje y que algunos alumnos y alumnas podrían salir muy beneficiados tanto en escuelas para un solo sexo como en clases separadas dentro de un único colegio mixto. «En esos casos, afirma, la educación separada debería ser una opción posible para todo el espectro socioeconómico y no solo para unas familias privilegiadas que puedan pagarla».

Frente a los que destacan las ventajas académicas de la educación diferenciada, hay autores que no consideran que los altos rendimientos de los alumnos en estos colegios se deban atribuir a la segregación de sexos, sino más bien al hecho de que, por lo general, se trata de instituciones más selectivas en la admisión de alumnos. Otras posibles causas se refieren a que los alumnos proceden de sectores socioeconómicos altos y a la preparación académica previa al ingreso en la escuela.

Beneficios psicológicos

En el trabajo presentado por Eduardo López, catedrático de la Universidad Complutense, se destacan otro tipo de ventajas de tipo no cognitivo para la educación diferenciada. En un balance sobre las investigaciones realizadas se podría decir que «los beneficios para las chicas en las escuelas de chicas son más claros que los beneficios para los chicos en las escuelas de chicos», sobre todo en los niveles superiores de enseñanza y en las actitudes hacia el rol sexual y la autoestima. A eso habría que añadir la reducción de la delincuencia entre las chicas y la disminución del acoso sexual.

Una etapa delicada, en que la educación diferenciada puede suponer una gran ventaja, sería, según recientes investigaciones, la adolescencia en las mujeres. Para la catedrática de la Universidad Complutense María Victoria Gordillo, «es preciso buscar caminos diferentes para el logro de valores comunes en la educación, porque el punto de partida es desigual, ya que el sexo -varón o mujer- sí marca una diferencia».

En su opinión, si la adolescencia es por sí una etapa conflictiva, en la que el deseo de explorar lo desconocido puede conducir a la aparición de conductas de riesgo, hay, además, un dato psicosocial que es preciso considerar: «Muchos rasgos conductuales que eran propios de la adolescencia se encuentran ya en una etapa anterior y conductas típicas de los adultos son hoy propias de los adolescentes».

Disidentes en un sistema público y coeducativo

En Estados Unidos prácticamente todos los colegios públicos son mixtos desde finales del siglo XIX. Sin embargo, dentro de este marco pueden contarse algunos disidentes. Hay colegios públicos para chicas en Baltimore, Filadelfia y Hartford, y también han abierto sus puertas recientemente otros centros educativos de este estilo en la ciudad de Nueva York y en Chicago.

En general, las experiencias norteamericanas de educación diferenciada destacan por su eficacia académica: en Nueva York, los colegios no mixtos consiguen una puntuación en lectura y Matemáticas un 30% más alta que la media obtenida por el resto de colegios públicos de la ciudad; un dato revelador, teniendo en cuenta que se da prioridad a la admisión de alumnos de nivel socioeconómico bajo. Y además, aunque al comienzo del curso solo el 40% de los estudiantes alcanzaban la media del curso en estas dos asignaturas, al final del año académico un 70% de los alumnos tenía un nivel de lectura por encima de la media y un 65% alcanzaba el fijado para Matemáticas.

Pero no todas las iniciativas logran abrirse paso, no por razones pedagógicas sino jurídicas. A comienzos de la década de los noventa se trató de promover en Detroit un colegio público dirigido a chicos afroamericanos, precisamente para atender mejor sus necesidades. Después de grandes polémicas tuvo que ser clausurado, como consecuencia de una demanda que apelaba a las leyes federales.

Y más recientemente, en Chicago, se ha intentado poner en marcha un colegio de enseñanza secundaria para chicas, con el objetivo de desarrollar un plan de estudios que intensifique la preparación en Matemáticas, Ciencias y Tecnología, materias en las que las niñas registran tradicionalmente un menor rendimiento comparativo. También este centro, y una institución parecida en Nueva York, han sido amenazados ya con demandas por varios grupos ciudadanos, que los consideran contrarios a las leyes federales.

Por su parte, los defensores de la educación diferenciada insisten en sus ventajas: en otoño del próximo año, otras dos charter schools no mixtas de la institución Brighter Choice abrirán sus aulas en Albany (Nueva York).

M. Ángeles Burguera

 


 

¿Una práctica discriminatoria?

En España la presión ideológica de algunos sindicatos y sectores políticos a favor de la coeducación ha intentado hacer creer que las escuelas para estudiantes de un solo sexo eran contrarias a la Constitución y a los tratados internacionales firmados por España. En una ponencia presentada en el Simposio, José Antonio Ibáñez-Martín, catedrático de la Universidad Complutense, se refirió a este asunto.

Ibáñez-Martín trae a consideración el artículo segundo de la Convención de la UNESCO relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza (1960). La Convención define como discriminación «toda distinción, exclusión, limitación o preferencia fundada en la raza, el color, el sexo (…), que tenga por finalidad o por efecto destruir o alterar la igualdad de trato en la esfera de la enseñanza».

Sin embargo, señala expresamente en el art. 2 como no constitutiva de discriminación «la creación o el mantenimiento de sistemas o establecimientos de enseñanza separados para los alumnos de sexo masculino y para los de sexo femenino, siempre que esos sistemas o establecimientos ofrezcan facilidades equivalentes de acceso a la enseñanza, dispongan de un personal docente igualmente cualificado, así como de locales escolares y de un equipo de igual calidad y permitan seguir los mismos programas de estudio o programas equivalentes. Tampoco será considerada discriminatoria la creación o el mantenimiento, por motivos de orden religioso o lingüístico, de sistemas o establecimientos separados que proporcionen una enseñanza conforme a los deseos de los padres o tutores legales, si la participación en esos sistemas o la asistencia a estos establecimientos es facultativa».

Algunos han dicho -comenta Ibáñez-Martín- que se trata de una Convención no vigente, por antigua (1960), y que documentos internacionales posteriores obligarían a la coeducación. En relación con lo primero, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948) es más antigua y no por ello está menos vigente. En segundo término, en 1999 un documento de la ONU (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) ratificaba expresamente el artículo 2 de la Convención antes citada.

La única referencia a la coeducación se encuentra en la Convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer (1979), que en el art. 10 c) se refiere a «la eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo». Para Ibáñez-Martín está claro que la Convención lo que pretende es evitar que se trate a la mujer como un ser inferior, «para lo que anima a poner todos los medios que se consideren útiles, sin pretender consagrar uno de ellos como el único válido ni descalificar a ningún sistema de enseñanza».

En ejercicio de la libertad de enseñanza

Sobre la legislación española, el artículo 14 de la Constitución declara que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo…». Pero la igualdad ante la ley es perfectamente compatible con la existencia de escuelas no mixtas. Ibáñez-Martín recuerda la doctrina del Tribunal Constitucional, que entiende que la libertad de enseñanza del art. 27 de la Constitución no es una forma de libertad de empresa, sino que está ligada a la libertad ideológica y a la libertad religiosa. Expresión de tal libertad de enseñanza es la libertad para configurar un concreto ambiente educativo en el que se compartan ilusiones, valores y proyectos, ambiente que dota al centro de una identidad específica.

Dentro de la legislación sobre enseñanza, la LODE, al hablar de los criterios de admisión de los alumnos de los centros públicos -aplicables a centros privados concertados- dice que «en ningún caso habrá discriminación por razones ideológicas, religiosas, morales, sociales, de raza o nacimiento» (art. 20.2). No está presente la palabra sexo. ¿Por qué? Ibáñez-Martín piensa que esto puede deberse a que la citada Convención de la UNESCO considera que no es discriminatorio crear establecimientos de enseñanza separados por sexo, o por motivos de orden religioso o lingüístico.

Además, por otra parte, el art. 53.1 de la Constitución señala que toda legislación que desarrolle las libertades constitucionales deberá respetar el contenido esencial característico de la libertad regulada. «De ahí que la libertad de enseñanza difícilmente se compaginaría con la prohibición de constituir escuelas privadas para estudiantes de un solo sexo, pues ese tipo de enseñanza especializada parece evidente se configura como uno de los más claros signos de identidad de un centro docente».

«Naturalmente -afirma Ibáñez-Martín-, el Estado puede organizar sus propios centros docentes como mejor considere, aunque en un Estado democrático sería razonable que escuchara la voz de los ciudadanos, incluso para no cerrar a sus propios centros una opción pedagógica que cuenta con defensores en todo el mundo (…). Pero impedir a los centros privados que deseen establecer un concierto educativo con el Estado que ejerciten una de las posibilidades organizativas amparadas por la libertad de enseñanza, no parece que se compadezca con la necesidad de respetar el contenido esencial de las libertades constitucionales».


Para saber más

* El planteamiento general de la opción entre la enseñanza mixta y la diferenciada está expuesto en el artículo del pedagogo Víctor García Hoz El debate sobre la coeducación (servicio 143/95). El autor concluye que no hay razones definitivas a favor de uno u otro sistema. En consecuencia, como señala el comentario de Ignacio Aréchaga Lo obsoleto es el modelo único (suplemento 1/97), se debe dejar a las familias libertad para elegir, también dentro de la escuela pública, la modalidad que prefieran.

* Otros artículos reflejan los problemas que, en algunos casos, se han detectado en la enseñanza mixta: José María López-Barajas, Alemania se pregunta si la coeducación discrimina a las chicas (servicio 71/96); y con respecto a los chicos, El nuevo sexo discriminado, de Ignacio F. Zabala (servicio 178/96).

* En algunos países los centros no mixtos figuran entre los de superiores resultados académicos, como señala el servicio 140/00: Las escuelas solo para chicas destacan entre los mejores colegios británicos.

* En los últimos años, los sistemas educativos públicos de varios países se han abierto a la enseñanza diferenciada. Ver, por ejemplo, Las escuelas públicas alemanas podrán separar a chicos y chicas (servicio 48/98), o Australia: el sistema público atiende la fuerte demanda de enseñanza diferenciada (servicio 87/01).

* Hay más artículos sobre estas cuestiones en la voz Educación diferenciada.

_________________________

(1) «La educación de mujeres y varones en el Tercer Milenio: entre el código genético y el código social». Centro Universitario Villanueva (Universidad Complutense de Madrid). Madrid, 28-29 de septiembre de 2001.

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