El pasado 20 de septiembre, la entrega de los premios Emmy en plena pandemia sorprendió por su originalidad, buen humor y ritmo. Los Globos de Oro tenían la oportunidad de seguir esa hoja de ruta, pero finalmente optaron con una ceremonia más rutinaria. Hubo mucho mitin político, como estaba previsto, especialmente en los discursos monotemáticos de Mark Ruffalo o Jane Fonda, y la presentación de la ceremonia de las cómicas Tina Fey y Amy Poehler estuvo en su línea habitual, más bien discreta.
Si hubiera que elegir el nombre del protagonista de la noche sería el de la cineasta china residente en Estados Unidos Chloé Zhao. Con su película Nomadland ya ha conseguido superar el récord de premios por una película en una sola temporada, superando a Alexander Payne (que obtuvo 42 con Entre copas). Ella ya lleva 56 como directora, guionista y editora de una película muy personal sobre la vida de trabajadores nómadas de la tercera edad que buscan trabajos precarios para sobrevivir en Estados Unidos. Por ahora ya ha ganado los Globos de Oro a la mejor película dramática y a la mejor dirección, los festivales de Venecia y Toronto, y los premios de la Crítica de Londres y Los Ángeles. Y aún quedan los Oscar, donde tendrá el reto de volver a superar a cineastas de talento y veteranía como David Fincher (Mank) o Aaron Sorkin (El juicio de los 7 de Chicago), que ayer ganó su tercer Globo de Oro como guionista.
A lo largo de los últimos meses se ha hablado mucho de la fiabilidad de estos premios y las influencias a los miembros que los votan (en total, 95 periodistas de prensa extranjera afincados en Hollywood). Parecían sospechosas algunas nominaciones que sonaban a políticamente correctas en favor de la diversidad y la igualdad, más que de la calidad cinematográfica. Es evidente que los periodistas que votan los Globos de Oro siempre tendrán la limitación de ser mucho más vulnerables que los académicos que votan los Oscar, que son muchos más (6.000).
Presupuestos ideológicos
Pues bien, en la ceremonia de ayer sorprendieron algunos premios como el de Chadwick Boseman (Black Panther), que obtuvo el Oscar al mejor actor dramático por La madre del blues, superando a trabajos extraordinarios de interpretación como el de Anthony Hopkins (El padre), Gary Oldman (Mank) y Riz Ahmed (Sound of Metal), o André Day, que logró el de mejor actriz dramática por Los Estados Unidos contra Billie Holliday frente a Vannesa Kirby (Fragmentos de una mujer), Carey Mulligan (Una joven prometedora) y Francesc McDormand (Nomadland). Y todo en el año que los Globos de Oro hacen una declaración formal de que intentarán ser más inclusivos en próximas ediciones, imitando el ejemplo de la Academia de Hollywood hace unos meses. No sigo el debate, pero creo que es un grave error dar premios de cine con este o cualquier otro presupuesto ideológico.
Finalmente la excelente Hamilton se quedó sin su premio de mejor película de comedia o musical del año, cediendo ante el humor soez de la secuela de Borat. Al fin y al cabo, Hamilton no era una película sino la grabación de un musical, pero perder un Globo de Oro ante Borat… El premio a la mejor película extranjera fue para Minari. Historia de mi familia, de Lee Isaac Chung, que superó a Otra ronda, de Thomas Vinterberg, reciente ganadora de los 4 grandes premios del Cine Europeo. El Globo a la mejor película de animación fue para Soul, de Pixar, en detrimento de la irlandesa Wolfwalkers, su principal competidora.
En los premios de la televisión se cumplieron todas las expectativas. The Crown logró el premio a la mejor serie dramática y los tres de interpretación: Josh O’Connor (el príncipe Carlos), Emma Corrin (Lady Di) y Gillian Anderson (Margaret Thatcher). La comedia canadiense Schitt’s Creek (récord histórico de los Emmy, donde obtuvo 6 premios importantes) fue galardonada como la mejor serie cómica del año, y la veterana Catherine O’Hara obtenía el Globo de Oro a la mejor actriz principal en comedia.
Gambito de dama, el gran fenómeno de Netflix en los últimos meses, con más de 60 millones de visionados en todo el mundo, se coronó con el premio a la mejor miniserie del año y el de mejor actriz para Anya Taylor Joy. Pero esta jovencísima norteamericana no pudo lograr también el segundo premio al que estaba nominada: el de mejor actriz de película dramática por Emma; se lo llevó Rosamund Pike (I Care a Lot), que a priori no era una de las favoritas.
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