El “boom” de la literatura infantil y juvenil

publicado
DURACIÓN LECTURA: 10min.
Literatura infantil y juvenil (I): las claves de un “boom”

Foto: Aceprensa

 

Se habla desde hace años de la buena salud de la literatura infantil y juvenil (LIJ). A pesar de la competencia de las pantallas, los jóvenes leen más, algunos leen mucho y, como causa o consecuencia, cada vez se publican más libros dedicados a un público de entre 11 y 18 años. Por otra parte, no es raro encontrar en las listas de más vendidos algunos de estos títulos, lo que significa que la literatura juvenil vende. Para analizar este supuesto boom hemos hablado con algunos editores y autores de literatura juvenil y hemos preguntado a cerca de mil jóvenes sobre su afición a la literatura y sus gustos literarios.

En términos comerciales, hubo dos sectores a los que benefició la pandemia. El primero, las plataformas de contenidos audiovisuales; el segundo, el sector editorial. Pero mientras que el primero está redimensionándose a pasos agigantados, los que descubrieron el placer de la lectura durante el covid-19 han seguido leyendo. O dicho de manera más académica: los índices de lectura se han mantenido. Y, en el caso de los jóvenes, los nuevos lectores parecen haber llegado para quedarse. “La oferta de libros dirigidos a niños y jóvenes es, en estos momentos, excepcional, y es un fenómeno que no se había producido antes –señala Begoña Lozano, de la editorial Bruño–. No hay ciudad grande o capital de provincia que no disponga por lo menos de una librería infantil especializada. Además, gran número de las nuevas librerías que se diseñan reservan un amplio espacio para la literatura infantil”.

En las encuestas realizadas en diferentes colegios de España y América Latina se confirma efectivamente que un 62,5 % de los jóvenes de entre 11 y 18 años afirman que les gusta o les encanta leer, frente a un 12% que afirma que no les gusta u odian leer. En cuanto al sexo, aunque en la infancia el porcentaje de niños y niñas a los que les gusta leer es muy similar, a medida que avanza la adolescencia crece el número de lectoras y decrece el de lectores.

Este mayor gusto por la lectura de las mujeres se materializa en el número de libros que leen: un 50% de las chicas encuestadas leen entre 2 y 10 libros al mes, frente a un 25% de los chicos.

Amor y misterio, bibliotecas y préstamos

La mayoría de los jóvenes adquieren los libros gracias a sus padres o comprándolos en Amazon o en alguna otra plataforma. Lógicamente, a medida que crecen, los jóvenes dejan la tutela paterna para elegir ellos mismos los títulos y adquirirlos por diferentes cauces. Los chicos son más aficionados a acudir a las bibliotecas públicas mientras que las chicas suelen prestarse más los libros entre ellas. Algo más de un 4% de los jóvenes leen los libros que les ofrece la plataforma Wattpad (de la que hablaremos a fondo en un segundo artículo dedicado a la LIJ).

En cuanto a la temática, y frente a lo que podría pensarse, hay poca diferencia entre los sexos: los más jóvenes buscan en las novelas misterio, amor, acción y humor por este orden. Efectivamente, entre los libros juveniles más leídos este último año encontramos sagas de misterio y aventuras, y mucha, muchísima literatura sentimental.

Tanto editores como autores coinciden en señalar que, aunque hay buenos autores de literatura juvenil, la abundancia de títulos a veces hace difícil seleccionar. “La Literatura infantil y juvenil goza de buena salud –señala Ana Laura Álvarez, editora de LIJ en Siruela–. Hay una oferta amplísima con diversidad de autores, géneros y temas. Quizás el problema es que hay una sobreoferta de novedades y eso implica un ritmo vertiginoso en la rotación en librerías: un libro que lleva un mes en el mercado ya es considerado antiguo”. Precisamente, esta editorial está realizando un importante esfuerzo para acercar a los jóvenes lectores a obras menos efímeras y romper un poco la impulsividad de la compra de lo último que caracteriza muchas veces al público adolescente. “Hemos sido pioneros en traducir obras clásicas modernas de autores de otros países, en un momento en el que no había acceso a tanta información como ahora, y nos mantenemos firmes en la idea de que la buena literatura, tanto la actual como la más clásica, nunca pasa de moda”, afirma Álvarez.

Conscientes de dirigirse a un público muy acostumbrado a la imagen y a las pantallas, las editoriales cuidan mucho los aspectos visuales de las obras destinadas a los lectores de menor edad. “Es extraordinaria la labor que están haciendo muchas editoriales para ganar jóvenes lectores –afirma Begoña Lozano–. Con ediciones muy cuidadas, con ilustraciones que son auténticas obras de arte, y que contribuyen, sin duda, al disfrute de la lectura y, por tanto, a la creación del hábito lector de nuestros niños”.

La primera biblioteca, la de casa

De todas formas, y aunque haya que elogiar el trabajo de las editoriales, el papel de las familias en el hábito lector y en la formación del pensamiento crítico de los jóvenes lectores es fundamental. “En general –señala Lozano–, los niños se aficionan a leer porque les han leído cuentos de pequeños, porque ven leer a sus padres, porque visitan librerías y bibliotecas, porque en la familia se aprecian los libros… Por otra parte, entre tanta oferta editorial hay que saber discriminar las lecturas que más convengan a los intereses de nuestros niños y jóvenes, tanto por lo que se refiere al contenido como por lo que se refiere a la calidad de los textos”.

Coincide con esta opinión Silvia Martínez Markus, especialista en LIJ y autora de El mar no siempre es azul y Centinelas de los hielos. “El panorama literario juvenil es muy bueno, con autores estupendos y jóvenes que leen, pero también hay muchos títulos lastrados por lo políticamente correcto. Siempre digo que la literatura no tiene que ser un espejo –que nos muestre la realidad–, sino una ventana que nos abra a nuevas experiencias, que sume más que reste”.

Lucía Martínez Alcalde, autora de Me debes un beso y Por donde entra la luz, insiste en esta idea: “No se trata de que en una novela aparezcan solo cosas bonitas, porque la realidad tiene de todo. Pero a veces, tanto en la novela juvenil como en la novela en general, me da la sensación de que hay una tendencia hacia lo trágico, novelas en las que todos tienen vidas destrozadas y todo empieza mal y acaba peor. A veces somos adictos al drama. Y con esto no quiero decir que no haya que leer drama, ni mucho menos: pero en medio de la oscuridad siempre hay una grieta por donde entra la luz. Lo que es descorazonador es el drama sin sentido, sin esperanza”.

Para Begoña Lozano, si en alguna etapa es importante la selección de los buenos libros es precisamente en la infancia y en la adolescencia. “Los libros que leemos de niños nos influyen en la vida, forjan nuestro carácter, nos modelan el pensamiento. Además, en la literatura juvenil se abordan temáticas complejas que con frecuencia requieren un análisis crítico, una buena digestión…; los padres, también en este punto, son pieza indispensable”.

El problema, en este caso, es que muchas veces, tanto padres como profesores desconocen esta literatura, denominada crossover, pues está a caballo entre la infantil y la adulta, que –como se señalaba antes– se centra en conflictos adultos protagonizados por jóvenes y que, en ocasiones, terminan leyendo niños. Así lo resume Lucía Martínez Alcalde: “Lo plantean profesores de instituto en libroforums: sus alumnas (digo en femenino, porque suelen ser chicas) leen con avidez novelas que muestran como normales o incluso deseables actitudes poco imitables, desde relaciones tóxicas hasta cultura del sexo ocasional o falta de madurez afectiva… Por supuesto hay muchos otros libros de otras temáticas, pero estos, por su componente sentimentaloide y sensual (cuando no explícitamente sexual), tienden a ‘enganchar’ fácilmente a sus lectores”.

Para Mª Luz Álvarez-Buylla, profesora y experta en LIJ, el problema no se da solo en la literatura crossover, sino en todos aquellos libros dirigidos a menores: “No hay duda de que la lectura forma la cabeza, la inteligencia y las actitudes. Un adulto ya está formado, pero un niño busca referentes y, por ejemplo, en libros infantiles encontramos a veces paradigmas de actuación –de rebeldía, de búsqueda de lo trasgresor, de gusto por lo feo– que quizás no son positivos”.

Por esta razón, Álvarez-Buylla insiste en la importancia de que los padres sepan qué están leyendo sus hijos. “Las librerías van a vender; la orientación tiene que buscarse en otros lugares: gente que ya haya leído el libro, webs de referencia, etc.”.

Pero no siempre es fácil para los educadores (padres y profesores) encontrar reseñas críticas de estas obras; así como hay abundantes webs dedicadas a la crítica literaria adulta, hay muy poca atención por parte de los críticos a esta literatura que, hasta ahora, se ha considerado menor y a la que se ha prestado poca atención. El hueco que han dejado estos críticos ha sido ocupado por las redes, que se han convertido en las grandes prescriptoras de títulos juveniles.

La moda “book” en las redes sociales

El boom de la literatura juvenil no se entendería sin la presencia que estos libros tienen en las redes sociales, especialmente YouTube, Instagram y TikTok. El fenómeno irrumpió con la pandemia, pero hoy son miles los booktubers, bookstagramers y bookstokers que, desde las respectivas redes sociales, lanzan sus recomendaciones, suman millones de seguidores y construyen comunidades lectoras muy activas. Al principio, la espontaneidad del fenómeno suponía una cierta garantía de que los jóvenes recomendaban simplemente los libros que les habían gustado (otra cosa era el juicio de la calidad o temática de la obra). Después, como en otros campos, entró en juego el interés comercial, y hoy la mayoría de estos influencers son al mismo tiempo escritores o han empezado a colaborar con editoriales retroalimentando un círculo que es más empresarial que estrictamente literario.

Por otra parte, la propia dinámica de las redes y la juventud de sus creadores hacen que las recomendaciones de libros se ciñan excesivamente a las novedades más comerciales, muchas veces fijándose además en los aspectos más llamativos, y a veces escabrosos, de los libros. Quien sale perdiendo en estos casos es la literatura menos estridente, que quizá es de mayor calidad pero que tiene menos enganche. Descubrir y hablar de esas obras es todavía una tarea pendiente, en la literatura en general y, sobre todo, en la LIJ.

En cualquier caso, si hay una red que ha impactado con fuerza en el mundo literario es Wattpad, una plataforma de autopublicación que arrancó también en la pandemia y que, dirigida fundamentalmente a un público joven, daba la oportunidad a estos noveles escritores de ir publicando sus relatos por capítulos y convertirse poco a poco en autores con primero decenas y luego millones de seguidores. Wattpad está en el origen de muchos de los libros de literatura juvenil que están rompiendo las cifras de venta y también está en el origen del auge de una literatura erótica de alto voltaje consumida por chicas y chicos cada vez más jóvenes. Pero de Wattpad hablaremos otro día.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

Siguiente artículo de la serie: Wattpad: se busca amor, se encuentra sexo

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