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La difusión de mensajes falsos o manipulados a través de las redes sociales preocupa hasta considerarla un peligro para la democracia. Eso se dijo de la campaña de desinformación llevada a cabo por agentes rusos para las elecciones presidenciales norteamericanas de 2016: algunos han llegado a afirmar que Donald Trump las ganó gracias al Kremlin. Pero un estudio sobre aquella operación concluye que no tuvo influencia en el voto de los ciudadanos, y enseña lecciones interesantes sobre cómo se extienden los bulos en las redes.
Está bien documentado, tanto en los medios de comunicación como en el informe oficial de Robert Mueller, que la Internet Research Agency (IRA), con sede en San Petersburgo y probablemente vincul…
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