El ministro de la Comisión Nacional de Planificación Familiar y Población, de China, ha desautorizado las afirmaciones hechas por su viceministra Zhao Baige sobre un posible fin de la política del hijo único (ver Aceprensa 30/08). Zhao aseguró la semana pasada que el envejecimiento de la población china “preocupa” y aseguró que el gobierno estudiaba posibles cambios de estrategia. Tanto ella como otros responsables de la Comisión de Planificación Familiar habían anunciado la posibilidad de que la ley se derogara durante el pleno anual de la Asamblea Nacional Popular, que se celebra estos días.
Todo parece haber quedado en una mera especulación, pues el ministro Zhang Weiqing, en una entrevista concedida a China Daily y publicada el 10 de marzo, afirmó que la política de un único hijo “ha demostrado ser adecuada para la situación china y debe mantenerse para asegurar un crecimiento demográfico equilibrado y estable”. “Si abandonamos la política de hijo único -añadió-, podrían producirse importantes fluctuaciones en el crecimiento de la población”.
No obstante, los mensajes contradictorios que llegan con ocasión del pleno del parlamento nominal quizá sean un reflejo del debate existente en el interior del Partido. Mientras algunos altos funcionarios anunciaban un posible replanteamiento de la ley, otros endurecían las sanciones a quienes la incumplían.
Es significativo que en el mes de enero las autoridades del Partido Comunista en la provincia de Hubei expulsaron a 500 militantes por violar la política de hijo único. Muchos de esos afiliados actuaban de modo pragmático, y ante el creciente bienestar y poder adquisitivo, fruto del desarrollo económico, optaron por arriesgar: prefirieron tener más hijos y pagar las multas correspondientes. La expulsión del Partido es un golpe duro, pues en China supone perder las relaciones sociales, indispensables para alcanzar un cierto status.
Los partidarios de las estrategias antinatalistas estiman que aunque sólo aumentase a dos el número de hijos permitidos, el aumento de la población supondría el desbordamiento de escuelas, hospitales y otros servicios públicos, que ya están actualmente en muy deficiente estado. Pero también hay quienes opinan que, en el fondo, existen motivaciones relacionadas con el prestigio social. Poner fin a las rígidas medidas antinatalistas supondría una gran humillación para las madres que han sufrido abortos o esterilizaciones forzadas: un aspecto que hay que tener en cuenta en una sociedad muy preocupada con el llamado mianzi, o miedo a quedar mal.
En cualquier caso, por estas u otras razones, el gobierno ha decidido anunciar que la política del hijo único se mantendrá al menos durante los próximos diez años. En ese tiempo, según Zhang, alcanzan la edad de casarse y de tener hijos una cohorte muy numerosa de jóvenes chinos.
En la escena internacional, la política de hijo único cuenta con el apoyo del Fondo de Población de la ONU (UNFPA), financiado principalmente por países europeos. La administración Bush decidió en 2002 retener la aportación de EE.UU. al Fondo -195 millones de dólares-, en virtud de una disposición que prohíbe destinar dinero federal a organizaciones que “apoyen o participen en la gestión de programas de aborto coercitivo o esterilización involuntaria”.