En China se ha aprobado una ley de eugenesia, la primera en el mundo después del nazismo. El texto es una versión un poco suavizada del proyecto original, retirado a raíz de las protestas que provocó en el extranjero cuando se hizo público en diciembre pasado (ver servicio 4/94).
De la versión definitiva sólo se conoce lo que ha difundido la agencia estatal Xinhua. Según estas informaciones, ha cambiado la terminología: desaparecen las expresiones «eugenesia» y «nacimientos inferiores», y la ley se titula ahora «de protección de la salud materna e infantil». Pero el objetivo sigue siendo «mejorar la calidad de la población», en palabras de un portavoz oficial. La agencia Xinhua subraya que en China viven unos diez millones de minusválidos y nacen entre 300.000 y 400.000 más cada año, lo que podría haberse evitado con disposiciones como las recién aprobadas.
En cuanto a la sustancia, el principal cambio consiste en que no será obligatorio abortar cuando el feto presente defectos congénitos. En tal caso, o si el embarazo es peligroso, se intentará «convencer» a la madre para que aborte. Pero esta «persuasión» da lugar a sospechas, a la vista de la draconiana política demográfica que impera en China (ver servicio 117/94). Allí está prohibido tener más de un hijo, y no se requiere el permiso de la madre para el aborto cuando el feto ha sido precedido por algún hermano. Además, la nueva ley señala que también vale el consentimiento de quien tenga la representación legal de la madre, si ella está inconsciente. Y se sabe que en algunas zonas del país los poderes locales han hecho esterilizar a personas retrasadas. El capítulo relativo al matrimonio apenas se ha modificado. Habrá exámenes médicos previos, y quienes padezcan enfermedades mentales o contagiosas que sean graves o puedan afectar a terceros estarán impedidos de casarse, al menos temporalmente.
También se prohíbe el diagnóstico prenatal del sexo, excepto por motivos médicos. Con esto se pretende evitar el aborto selectivo de niñas, que se practica a causa de la política del hijo único. Muchos matrimonios -en especial campesinos- prefieren agotar su cupo con un varón (por tradición, una hija, al casarse, pasa a integrar la familia del marido y puede ayudar poco a los padres ancianos). Así, lo normal en cualquier lugar es que nazcan 106 niños por cada 100 niñas; pero en China la proporción es 113,8 a 100, según las estadísticas oficiales.