Aumentan los casos, pero la mayoría no se notifican
Amsterdam. Un nuevo informe sobre la aplicación de la eutanasia en Holanda revela que este modo de morir está entrando en las costumbres. Sin embargo, el procedimiento de control, basado en la notificación de los propios médicos, no cumple su papel, pues todavía sólo se declaran el 40% de los casos. Y la tendencia a terminar con la vida de los moribundos ha hecho que los médicos se desinteresen de los cuidados paliativos.
Según la legislación actual, la eutanasia sigue siendo delito en teoría. En la práctica, el médico no incurre en responsabilidad si la practica en las condiciones legales previstas (cfr. servicio 164/93). La ley se aplica a tres situaciones: la eutanasia en sentido estricto a petición del paciente, la cooperación médica al suicidio y acabar con la vida de enfermos que no pueden expresar su voluntad. Los pacientes que solicitan la eutanasia deben estar aquejados de una enfermedad grave e irreversible, con sufrimientos intolerables y sin perspectivas de mejora.
El médico que practica la eutanasia ha de rellenar un cuestionario que se entrega al Ministerio Fiscal, a quien corresponde comprobar si ha cumplido los requisitos o si ha incurrido en delito.
Escaso control posterior
Cuando en 1993 se aprobó en Holanda la última legislación sobre la eutanasia, el gobierno acordó no volver a revisar la ley hasta 1996. Recientemente, P.J. van der Maas y G. van der Wal, catedráticos de Salud Pública de la Universidad Erasmus de Rotterdam y de la Universidad Libre de Amsterdam, han realizado un informe a petición de las ministras de Justicia y Sanidad para evaluar la aplicación de la legislación. Sus conclusiones permiten comparar la práctica actual de la eutanasia con la que reflejó otro informe realizado en 1991 por una comisión, presidida por el fiscal general del Estado Jan Remmelink.
La nueva evaluación se basa en dos estudios separados: uno basado en entrevistas con médicos y otro en el procedimiento de notificación (1).
La comparación del informe Remmelink y el actual muestra que, del total de fallecidos en Holanda, las muertes por eutanasia han aumentado del 1,9% (2.300 casos) en 1990 al 2,3% (3.120 casos) en 1995; la cooperación al suicidio ha pasado del 0,3% (400 casos) al 0,4% (540 casos); y la práctica de la eutanasia sin consentimiento explícito se mantiene en torno al 0,7% (1.000 casos). Las peticiones explícitas de eutanasia o de suicidio asistido crecieron un 9% desde 1990.
Sin embargo, el procedimiento de notificación no cumple su papel de control a posteriori. Todavía la mayoría de los casos de eutanasia no son declarados como tales al realizar el acta de defunción, aunque la proporción de los declarados ha aumentado del 18% en 1990 al 41% en 1995. Con la amenaza teórica de incurrir en responsabilidad penal, es lógico que los médicos no quieran denunciarse a la Justicia, aunque en la práctica los encausados hayan sido muy pocos (13 médicos desde 1991; en el mismo tiempo, 3 fueron reconocidos culpables sin sanción y 3 con condena suspendida).
Cuando hay alternativa
Mientras el gobierno se preocupa sobre todo por ese 60% de casos que escapa a su control, los médicos desean principalmente no ser investigados para evitar una posible culpabilidad. Y lo que constata el ciudadano de a pie y potencial paciente es cómo avanza la cultura de la muerte: cada vez más médicos declaran haber practicado la eutanasia y más pacientes la piden.
Algunos sondeos señalan que la mayoría de los médicos y la población están a favor de la eutanasia (un 71%). Pero cuando al paciente se le garantizan los cuidados oportunos, la eutanasia ya no se presenta como la única salida. El diario Neederlands Dagblad recogía el mes pasado una encuesta según la cual el 63% de la población holandesa se opone a la eutanasia si el médico le garantiza la adecuada ayuda contra el dolor, y el 55% tiene miedo a que le apliquen la eutanasia contra su voluntad.
La NPV, organización que vela por la protección física y jurídica de los enfermos en los hospitales públicos, se manifiesta en contra de la eutanasia y aboga por el desarrollo de la Medicina paliativa, según afirmaba recientemente un portavoz: «La información y acogida de enfermos incurables en Holanda debería convertirse en algo normal. En investigaciones recientes se ha puesto de manifiesto que uno de cada tres centros sanitarios no cuenta con la necesaria preparación para la acogida de moribundos». Esta asociación tiene 70.000 miembros y es de iniciativa protestante.
«La investigación debería centrarse en el paciente y en su familia», afirma la autorizada voz de R. Oudkerk, médico de cabecera en Amsterdam y, desde hace dos años, diputado por el partido socialista. «Sabemos mucho sobre el aspecto médico, sobre el aspecto jurídico, pero no sabemos nada del aspecto humano». Oudkerk saca esta conclusión a la luz de las cartas que recibe. En la discusión política y social sobre la eutanasia se olvida al implicado más importante: el enfermo. En una entrevista publicada a raíz de la investigación ministerial, responde a la pregunta de si este tipo de encuestas cambian la opinión pública sobre la eutanasia: «Con toda seguridad. Por ejemplo, se vería que muchas peticiones de eutanasia son en realidad preguntas existenciales. ‘Doctor, quiero morir’, significa: ‘Doctor, quiero vivir, pero ¿estará también a mi disposición cuando no pueda más?'».
Cuidar al paciente terminal
En un tono más fulminante se expresa Herbert Hendin sobre la práctica de la eutanasia tal como está regulada en Holanda. Este catedrático de psiquiatría de Nueva York, director de la American Suicide Foundation, ha investigado la situación de pacientes terminales y acabó convencido de que la legalización no es ninguna solución. «En Holanda se comenzó por aplicar a pacientes terminales; de ahí se pasó a enfermos que padecían enfermedades crónicas. Más tarde, de enfermos aquejados de dolor físico a los que sufrían psíquicamente, y de eutanasia voluntaria a la aplicada sin el consentimiento del paciente. Esta formulación me produce escalofríos y además parece sacada directamente de la novela de George Orwell 1984», dijo Hendin al terminar su visita a Holanda el pasado agosto.
Hendin se ha dedicado a cuidar a enfermos que quieren quitarse la vida y sabe muy bien que estos deseos son ambivalentes. Desde noviembre está a la venta su libro Seduced by Death, en el que califica de hipócrita la conducta holandesa respecto a la eutanasia, y reprocha la poca atención que se dedica a la Medicina paliativa. «La eutanasia identifica al médico con la muerte, porque es el médico y no la enfermedad quien determina cuándo debe morir el paciente. Los médicos tienden a veces a evitar a los enfermos terminales. Pero está claro que su obligación es permanecer junto al paciente, cuidándole cuando no sabe cómo curarle: To care beyond cure. Esto ocurre poco en Holanda. Si los médicos conocieran mejor la medicina paliativa, habría menos casos de eutanasia». Según Hendin, son los médicos holandeses quienes ponen al paciente frente a la opción de que se le aplique la eutanasia. Y ha criticado su resistencia a aprender cuidados paliativos.
«Cuando alguien se entera de que su enfermedad es incurable -continúa el psiquiatra estadounidense-, se siente atrapado por el miedo al dolor. Pero hay una alternativa al dolor y al miedo. Hay también una alternativa al alargamiento inútil y artificial de la vida del paciente: los progresos de los calmantes durante la última década».
Holanda espera ahora que el gobierno presente al Parlamento este mes de diciembre alguna modificación parcial de la actual legislación. Las ministras desean que se prepare un nuevo formulario y se creen grupos de consultores interdisciplinares para orientar a los médicos. Los médicos aspiran a que la eutanasia salga del ámbito del Derecho penal, aunque de hecho casi ya ha salido. Como afirma Herbert Hendin, en Holanda se ha sacrificado la justicia en aras de la armonía social, que se considera un valor más importante. Si entendemos armonía como un consenso que anestesia las conciencias.
Carmen Montón_________________________(1) Los estudios han sido publicados en The New England Journal of Medicine (28-XI-96). El informe Remmelink se publicó en The Lancet (14-IX-91).Un libro clarificador
Ver reseña de: Oskar Mittag, Asistencia práctica para enfermos terminales.
Un tetrapléjico, enganchado a la vida
Ver reseña de: Luis de Moya, Sobre la marcha.