Ante el abordaje de los piratas musicales
La descarga gratuita de música en Internet y la venta de discos piratas han conmocionado el lucrativo y plácido negocio de la industria discográfica. Tras intentar defender la distribución tradicional con medidas antipirateo, ahora está ofreciendo también en Internet servicios de descarga legales, haciendo hincapié en que son mejores que los piratas. En vez de perseguir a posibles consumidores como delincuentes, la industria discográfica debería buscar la manera de satisfacer sus necesidades.
Aprincipios de julio la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) publicó el Informe de Piratería Comercial de Música 2003. La organización representa a 1.500 compañías discográficas de 70 países. Según señala el documento, el año pasado se vendieron 1.100 millones de discos piratas, un 14% más que el año anterior. Lo que significa que en 2002 uno de cada tres discos vendidos en todo el mundo era ilegal. Y esto sin contar la descarga gratuita de música en Internet, de la que el informe no proporciona datos.
Paraguay, China, Ucrania, México, Rusia, Brasil, Taiwán, Polonia, Tailandia y España encabezan la lista de países con mayor pirateo musical. En algunos países, como Paraguay o China, el tanto por ciento de música ilegal vendida supera el 90% del total. También llama la atención el crecimiento pirata en España que ha pasado del 5% en 1998 al 25% en 2002.
La caza del pirata
Pese al fuerte aumento de la piratería musical en 2002, también los piratas sufrieron reveses. El año pasado se requisaron un total de cincuenta millones de discos -uno de cada veinte discos ilegales vendidos-, cuatro veces más de los incautados en 2001. Los principales focos de decomisos fueron el sudeste asiático, Rusia, Latinoamérica -especialmente México-, España, Portugal e Italia. Junto a esto, se desarticularon 71 redes piratas -29 más que el año anterior- con una capacidad de producción de 300 millones de discos.
Pero no es fácil competir con el top manta, donde los títulos musicales más recientes se ofrecen por el módico precio de tres euros la unidad, de los que unos 20 céntimos serán para el vendedor. Las discográficas estiman que en España hay entre 20.000 y 22.000 puestos de venta ilegales. En 2002 las detenciones por esta causa ascendieron a 2.287. Según la Sociedad General de Autores, el sector discográfico español perdió el año pasado unos 200 millones de euros por culpa de la piratería.
Baja la venta de CDs originales
Datos de la Recording Industry Association of America (RIAA) muestran que en 2002 las remesas de CDs de las casas discográficas a las tiendas descendieron en Estados Unidos un 15,8% respecto al año anterior. A la bajada en los envíos de CDs se une el de las ventas. En concreto, según informa Soundscan, empresa que se dedica a analizar el comportamiento de los consumidores, las ventas de discos compactos han descendido un 8,7% desde el año pasado. Para la industria norteamericana el pirateo y la descarga de música en Internet son los principales culpables. «Hemos revisado el comportamiento de adultos y jóvenes en Internet -dice Josh Bernoff, analista de Forrester Research-, y hay que distinguir entre los que después de bajarse canciones compran menos CDs y los que mantienen su nivel de compra». A la misma conclusión llega un estudio de Jupiter Research, que señala que el 31% de las personas que se bajan música de la red disminuyen su compra de CDs, mientras que otro 16% la aumenta.
Sin embargo, algunos ejecutivos consideran que el problema no es solo que los consumidores de música compartan archivos descargados de Internet. Hay que tener en cuenta otros factores para analizar correctamente la situación. Entre ellos se encuentran la escasez de artistas con pegada que muevan al público joven a comprar su música en las tiendas, así como el limitado poder adquisitivo de los adolescentes unido a sus gustos musicales: hay bastantes jóvenes que prefieren adquirir un DVD, juegos de ordenador o ropa, antes que un CD de música. Junto a esto, han quedado atrás las grandes ventas de CDs que se hicieron a comienzos de los años ochenta cuando se empezaron a comercializar para sustituir a los discos de vinilo.
Medidas antipirateo
Los intentos por proteger los CDs originales han sido tan numerosos como sus fracasos. A finales de 2001, BMG Alemania tuvo que retirar del mercado 130.000 discos que tenían una tecnología anticopia que impedía a los usuarios escuchar el CD en reproductores convencionales o en sus ordenadores. En mayo de 2002 se lanzó en Estados Unidos el álbum A Tribute to Jim Reeves, de Charly Pride. El disco estaba grabado con una novedosa y costosa tecnología anticopia de SunComm. Pocos días después, ocho de las quince canciones del disco estaban disponibles en una página personal de Yahoo.
Uno de los casos más sonados de fracaso de la tecnología anticopia se produjo en mayo del año pasado con el single You rock my world de Michael Jackson. Sony Music incorporó en el disco la tecnología Key2Audio, un complicado sistema que impide que el CD sea reconocido por un ordenador, y por tanto imposible de copiar en el disco duro. Sin embargo, para burlar el sofisticado mecanismo no hizo falta más que colocar un trozo de cinta adhesiva transparente sobre la pista de datos del CD. Otro caso paradigmático mucho más reciente fue el del álbum de Eminem -The Eminem Show, 2002-. Antes de que saliera el CD a la venta, ya se había convertido en el segundo disco más escuchado en Internet.
A pesar de los fracasos, las compañías discográficas no se rinden y siguen elaborando nuevos sistemas para evitar el abordaje de los piratas musicales. EMI, por ejemplo, acaba de crear un nuevo método antipirateo que consiste en dividir los archivos musicales en dos partes. La principal recibe el nombre de Flexible File y se almacena en el disco duro del PC; la otra, de menor tamaño, denominada Secure Stream, se guarda en un servidor protegido con una clave personal. De esta forma, aquellos internautas que consigan la contraseña, podrán escuchar las canciones sólo en streaming, y por tanto con peor sonido. Para escuchar una canción o el disco completo con buena calidad, se deberá acceder a la base de datos y tener el CD original.
Si no puedes con ellos, únete a ellos
Junto a la piratería tradicional de copia de CDs está la descarga gratuita de música en Internet. Los populares KaZaA, Morpheus, Grokster, Audiogalaxy o Edonkey, basados en el sistema P2P (peer to peer, de igual a igual) son algunos de los muchos sitios web que permiten bajarse canciones sin tener que pagar y que están haciendo verdaderos estragos entre las discográficas. La empresa estadounidense Forrester Research calcula que el intercambio de música en Internet le está costando a la industria norteamericana unos 700 millones de dólares anuales. Junto a esto, un estudio publicado a finales de abril del año pasado por Websense, empresa que analiza las tendencias en Internet, señalaba que los sitios de intercambio de música habían alcanzado hasta esa fecha 38.000 páginas, multiplicándose por cinco en un año. También refleja el estudio que los portales de música de pago cuentan sus abonados por decenas de miles a lo sumo. Mientras que los programas necesarios para bajarse canciones en los de música gratuita como Kazaa y Morpheus han sido bajados más de 150 millones de veces (ver servicio 96/02).
Para combatir los sitios web piratas de música las discográficas han empezado a sacar sus propias plataformas de venta en Internet (ver abajo: «Descargas de pago»).
CDs a medida
Combatir la descarga gratuita de música con descarga de pago no es el único método. Sony Music y Universal Music están probando en Alemania un nuevo sistema de venta de CDs a gusto del consumidor. El cliente elige en la tienda a través de un pequeño ordenador las canciones que quiera que se incluyan en el CD. La oferta abarca unos 20.000 títulos recientes. El precio del CD resultante es de unos 16 euros, similar al de un disco original. Sin embargo, sigue situándose muy por encima de los tres euros que cuesta una copia pirata en top manta. Eso, si no están de rebajas y te puedes llevar dos por cinco euros.
Otro recurso que están utilizando las discográficas para combatir el pirateo y la descarga gratuita de canciones son las campañas para concienciar a los ciudadanos de la conveniencia de bajarse la música pagando. El primer paso en este sentido se dio en marzo pasado cuando se convocó el «Día europeo de la descarga de música en Internet». En la iniciativa participaron 8.500 artistas y se pusieron a disposición de los internautas 150.000 temas musicales de los principales grupos musicales. El precio de la descarga por canción era de 16 céntimos de euro. «Nuestra intención es demostrar que hay servicios musicales legítimos en Internet, y que son mejores que los servicios ilegales», dijo Charles Grimsdale, director del servicio OD2, durante la presentación del proyecto, que tuvo lugar en la feria de la música, Midem, en Cannes.
La industria pasa al ataque
Las discográficas han abierto otro frente en los tribunales. A finales del año pasado un juez federal de Los Ángeles aplazó la decisión sobre la denuncia presentada por las industrias discográfica y cinematográfica contra el software de Kazaa, Grokster y Morpheus MusicCity. El magistrado californiano piensa que no se puede ilegalizar un sistema informático sólo porque haya usuarios que lo utilicen para realizar acciones delictivas, como por ejemplo, descargar música sin pagar, vulnerando así los derechos de autor. Por eso el juez afirmó necesitar más tiempo para adoptar un dictamen definitivo sobre la cuestión.
La industria discográfica no se ha amedrentado y ha empezado una batalla más directa y personal contra los piratas. El pasado 8 de septiembre la RIAA anunció que estaba preparando 261 demandas contra piratas musicales. Y prometió que iba a interponer muchas más. Durante este período los piratas que todavía no han sido denunciados serán perdonados si retiran sus depósitos de canciones. En Estados Unidos, según datos de una encuesta de julio de este año realizada por Forrester Research, la mitad de los chicos de 12 a 22 años con acceso a Internet han bajado música de los sitios web de descarga gratuita.
Para llevar a cabo las denuncias, la industria pide información confidencial a los proveedores de servicios de Internet acerca de sus clientes. Desde julio pasado cinco de estas empresas han recibido un total de 1.000 notificaciones de la RIAA. A SBC, la segunda empresa de telefonía local y una de las grandes proveedoras de telecomunicaciones del país, no incluida en las anteriores, le han llegado otras 300 más. SBC se ha negado a contestar, a pesar del antecedente de su competidora Verizon, que perdió este año un pleito contra la industria por negarse a comunicar a la RIAA datos de sus clientes.
Hay quienes piensan que esta política emprendida por las discográficas no les beneficia en absoluto. Para Wendy Seltzer, abogada de Electronic Frontier Foundation, «la industria, en vez de tratar a los clientes como criminales, debería mirar lo que buscan y ver la manera de satisfacer sus necesidades». Otro punto de vista interesante para las discográficas es el que ofrecen algunas compañías de software. Estas empresas proponen desarrollar un sistema de compensación con la industria, que podría consistir en un impuesto que se distribuiría entre los dueños del copyright.
Los analistas consideran que sería conveniente para las discográficas ofrecer al público alternativas legales de descarga de música más económicas que las actuales. Al mismo tiempo, tendrían que reducir el precio de los CDs. Como ha hecho recientemente Universal Music, que ha bajado el precio de sus discos compactos en un 30%. Pues no pocos consumidores piensan que los precios actuales de los CD son también un expolio pirata.
Descargas de pago
Para hacer frente al sotfware que permite el intercambio de archivos musicales, las discográficas han empezado a sacar sus propias web de venta de música en Internet.
Universal ha autorizado la venta de su música en Rhapsody (www.listen.com). El portal ofrece acceso a más de 350.000 canciones de grupos de las grandes discográficas (BMG, EMI, Sony Music, Warner Music y Universal), sin límite, por 9,95 dólares al mes. Si el cliente está interesado en copiar canciones a un CD (burning) debe pagar 79 centavos de dólar más por canción. Rhapsody también ofrece streaming (reproducción del fichero de audio en tiempo real desde un servidor al PC personal) de las canciones de su catálogo.
También MusicNow (music.fullaudio.com) y EMusic (www.emusic.com) ofrecen descargas ilimitadas. EMusic, uno de los pioneros, trabaja principalmente con discográficas independientes. Cuesta 14,95 euros al mes por 90 días, o 9,95 euros por un año.
Pressplay (www.pressplay.com), con más de 300.000 canciones en su catálogo y con capacidad ilimitada en streaming y download, por el momento solo es para usuarios de Estados Unidos. La misma limitación presenta MusicNet (www.musicnet.com), surgido de la alianza entre Real Networks, AOL Time Warner, EMI Music y Bertelsman-BMG. No permite grabar las canciones en un CD ni transferirlas a un reproductor de audio digital.
Al carro de los sitios de música de pago se ha subido Apple. El nuevo servicio llamado iTunes Music Store (www.apple.com/itunes/store) ofrece descargas por canción por 0,99 dólares cada una. También permite grabarlas en un CD o convertirlas en formato iPod para reproductores musicales. Por el momento, el servicio sólo está disponible en Estados Unidos y para usuarios de Macintosh. Ha vendido hasta ahora más de diez millones de canciones.
Weblisten (www.weblisten.com) tiene distintas posibilidades de suscripción, según un sistema de bonos que cuestan desde 3 euros a 29 euros mensuales. En todos los planes de pago se ofrece tarifa plana al usuario y no tiene que pagar más o menos en función de las descargas hechas.
Javier TáulerPiratas de cine
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