En Estados Unidos, un elevado porcentaje de los discos, libros y vídeos se venden en las grandes cadenas comerciales. Gracias a las quejas de los clientes y al deseo de dar buena imagen, estas cadenas comenzaron hace siete años a quitar de sus estanterías los productos, sobre todo discos y vídeos, con contenido racista, violento u obsceno, aunque solo fuera en la portada. La práctica sigue vigente -ahora también afecta a los libros- y se han sumado otras cadenas.
Los grandes almacenes, como Wal-Mart, Target o Sams Club, tienen un surtido limitado de libros, vídeos o CD: no más de 2.000 productos en total. Y son mucho más expeditivos que las tiendas especializadas, ya que devuelven enseguida a los proveedores lo que no se vende. Sin embargo, llevan unos años sin vender los productos que pueden herir la sensibilidad de sus clientes. Recientemente, Wal-Mart, la principal cadena de grandes almacenes, ha retirado los discos del cantante de rap Eminem, el diario del cantante Kurt Cobain y las revistas Maxim y Stuff. Además de estos criterios, hay otras razones: los discos de Sheryl Crow tampoco se venden, pero porque en una de sus canciones critica la venta de armas en Wal-Mart (ver servicio 20/97).
Esta práctica no cae bien entre escritores, músicos y algunas asociaciones cívicas. Dicen que es un modo de censura, que «homogeneiza los gustos» y que fomenta la cultura conservadora. Afirman que las grandes superficies tienen mucho que ver con el éxito de algunos escritores «conservadores» como Ann Coulter y Bill OReilly, o de cantantes de country como Toby Keith. Pero es mayor el temor a que bajen los beneficios, ya que estas cadenas venden un elevado porcentaje de estos productos (50% de los discos «superventas», 60% de los DVD y más del 40% de los bestsellers). Según Jay Rosenthal, representante de la Recording Artists Coalition, «esto recorta las ventas de todo producto mínimamente controvertido» (International Herald Tribune, 19-V-2003). No obstante, la industria del entretenimiento está siendo cautelosa con las críticas porque teme ofender a los clientes de estas cadenas.
Los representantes de Wal-Mart y Sams Club afirman que lo único que les preocupa es la satisfacción de sus clientes y que en sus tiendas se respire una atmósfera «amistosa con la familia», no el impacto que estas decisiones tengan en la «cultura».