Boston suprime la zonificación escolar

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Las escuelas públicas de Boston están agrupadas en tres grandes zonas a efectos de distribuir a los alumnos entre ellas. Es una reliquia del busing impuesto por orden judicial hace casi cuarenta años para poner fin a la segregación racial. A fin de que en los centros hubiera una representación de las distintas etnias, se comenzó a transportar a muchos alumnos a otros colegios, aunque estuvieran lejos de sus casas.

Hoy, en las escuelas públicas de Boston hay “segregación” de otra manera. Los blancos son casi la mitad, el 47%, de la población de la ciudad, pero solo el 13% del alumnado del sistema público. Y el mayor problema de la red no es racial, sino que las escuelas de buena calidad son pocas. Como además están desigualmente repartidas, la zonificación agrava las dificultades. “La familias que viven en la Zona Este –advierte el alcalde la la ciudad, Thomas Menino– tienen menos posibilidades de acceder a una escuela de buena calidad que los de la Zona Norte o la Oeste”. Por eso, Menino quiso que se cambiara el sistema, con la pretensión además de que los chicos fueran a centros más cercanos, para favorecer la implicación de las familias.

Con el nuevo sistema se pretende dar a las familias iguales posibilidades de acceder a una buena escuela

Conciliar el criterio de igualdad con el de proximidad resultó una misión casi imposible. El comité asesor encargado de cuadrar ese círculo estuvo dando vueltas a distintas propuestas de crear más zonas hasta quedar bloqueado. Entonces llegó un joven de 24 años y dio con la solución: suprimir las zonas por completo. Su receta convenció al comité, que la recomendó al consejo escolar, que a su vez la aprobó el pasado 13 de marzo.

El autor de la idea es Peng Shi, nacido en China, emigrado con su familia a Canadá a los 11 años y actualmente doctorando del MIT. Su fórmula no se reduce a eliminar la zonificación: eso es solo el principio. Tras recabar muchos datos sobre la población escolar y la calidad de los colegios, estimada por medio de exámenes normalizados, y hacer simulaciones con ordenador, Shi elaboró un algoritmo para asignar escuela a los niños teniendo en cuenta las preferencias de los padres. A cada familia se ofrecerá, para que elijan, una lista de al menos seis escuelas ordenadas de mejor a peor calidad y de mayor a menor cercanía.

Durante el estudio a cargo del comité se introdujo un criterio más, que daba prioridad para entrar en cada colegio a los alumnos que vivieran a distancia de una caminata. Pero se retiró a petición de los representantes de los padres.

Shi es cristiano activo y dice que aplicó al caso de las escuelas bostonianas sus conocimientos de análisis matemático “para aprovechar los dones que Dios me ha dado” en beneficio de la comunidad.

La fórmula de Shi comenzará a usarse en el curso 2014-2015 para distribuir los casi 40.000 alumnos de preescolar y primaria en los 96 colegios públicos de esos niveles que hay en Boston. El ayuntamiento espera que los autobuses de transporte escolar harán un 40% menos de kilómetros. Otras ciudades como Chicago o San Francisco ya eliminaron las zonas.

Nadie ignora que el nuevo procedimiento no arreglará por sí solo el principal problema de las escuelas de Boston. Una de las críticas más repetidas al plan recalcaba que se deben centrar los esfuerzos en mejorar las escuelas, y así, que haya zonas o no resultará irrelevante, pues todas las familias tendrán un centro bueno a distancia razonable. El alcalde Menino, consciente de eso, ha declarado que “a la vez que trabajamos para mejorar el sistema de asignación de escuelas, seguimos intentando mejorar cada una de ellas, pues sabemos que con solo cambiar las reglas de admisión no va a subir la calidad de los centros”. De momento, se va a ampliar la jornada escolar para reforzar la enseñanza.

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