Triunfadores y perdedores en PIRLS, el “PISA de la Primaria”

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Lectura educación primaria

Hace unos días se publicaron los resultados de la prueba PIRLS, que mide la destreza lectora de alumnos de 4º de primaria de todo el mundo. Este examen (y su equivalente de matemáticas, TIMMS) está diseñado y dirigido por la International Association for the Evaluation of Educational Achievement (IAE), con sede en Ámsterdam. Por la amplitud de la población estudiada –en esta edición, más de 400.000 estudiantes de 57 países– y por el trabajo adicional –además de los alumnos, más de 350.000 padres y 20.000 profesores rellenan varios cuestionarios–, el estudio se puede considerar como el “PISA de la educación primaria”.

Sus conclusiones son tanto o más importantes. Existe consenso en considerar la destreza lectora como el indicador más fiable del desempeño general, presente y futuro, de un estudiante. Además, se sabe que es en los cursos de primaria cuando se puede atajar la brecha en lectura, y así evitar que las desigualdades académicas crezcan. En gran parte, esto tiene que ver con que a estas edades, en torno a los 10 años, se da un cambio importante en cuanto al “uso” de la lectura en clase: se pasa de “aprender a leer” a “aprender leyendo”. De ahí que el estudiante que se ha quedado atrás en su habilidad lectora comienza a tener problemas en el resto de asignaturas.

Finlandia e Inglaterra, sobresalientes; Francia y Bélgica, suspensos

Esta edición de PIRLS, la quinta desde 2001, cuenta con el aliciente adicional de que es la primera realizada tras el parón por la pandemia. De hecho, en algunos países hubo que posponer la recogida de datos por los cierres de escuelas.

En la clasificación general, los primeros puestos los ocupan dos territorios del Asia oriental, Hong Kong y Singapur. También aparecen arriba en el ranking otros triunfadores habituales en PISA, como Finlandia, Inglaterra, Polonia, Suecia o Australia. Sorprende más la presencia de Bulgaria y República Checa en esta parte de la tabla. Italia también logra un gran resultado, por encima de otros países que la sobrepasan en PISA, como Alemania, Francia, Portugal o Países Bajos. De entre los europeos, los que peor nota sacan son, con diferencia, Bélgica y Francia, aunque algo debe de ocurrir entre 4º de Primaria y mitad de Secundaria para que en PISA su rendimiento se ponga al nivel del de Alemania o Dinamarca (y claramente por encima del de Italia, que, respecto a PISA, tiene una evolución contraria a la de Bélgica y Francia).

El porcentaje de “sobresalientes” en España es de los más bajos entre los países europeos participantes

En los últimos puestos del ranking aparecen países no occidentales y casi siempre de menor nivel económico, como Sudáfrica, Egipto, Jordania o Brasil, el único representante de Sudamérica en la muestra.

Estos son también, lógicamente, los que tienen un menor porcentaje de estudiantes con puntuaciones “altas” o “avanzadas”, es decir, por encima de los 550 y 625 puntos, respectivamente, siendo la media internacional de unos 500 puntos. Por el contrario, en Inglaterra, Suecia, Finlandia o Polonia, más de un 15% de los examinados consiguen el sobresaliente. España, al igual que en el ranking de puntuaciones medias, se sitúa en mitad de la tabla (un 7% alcanza la categoría “avanzada”), pero por detrás de la mayoría de los países europeos.

La pandemia no afecta a todos por igual

En la gran mayoría de países, el resultado en esta última edición ha sido peor que en la anterior, algo que los autores atribuyen en gran medida al parón por el covid. Una de las preguntas en el cuestionario dirigido a los padres les pedía que valoraran cómo se había visto afectado el ritmo de aprendizaje por el covid. Los países donde un mayor porcentaje de ellos respondieron que “mucho” fueron varios de los más pobres, como Jordania, Turquía o Sudáfrica –muy probablemente, porque los estudiantes carecían de medios tecnológicos para continuar las clases virtualmente–, pero también otros como Polonia o Croacia. En cambio, en los países nórdicos la mayoría de las familias manifestaban que el parón no había afectado mucho al aprendizaje de sus hijos.

Hong Kong o Rusia muestran una trayectoria ascendente en las últimas ediciones, al contrario que Suecia o Portugal

Más allá del “efecto covid”, un vistazo a todas las ediciones anteriores muestra a algunos países en una clara tendencia positiva. Así ocurre en Hong Kong y Singapur, en Asia, y en Eslovenia y Rusia, en Europa. Lo contrario ocurre en Francia, Suecia, Países Bajos y Portugal. El caso portugués es interesante. Después de llamar la atención del mundo por sus avances entre 2000 y 2015, los últimos resultados en PISA y en PIRLS muestran que la tendencia se está invirtiendo. Según algunos analistas, esto se debe al abandono de las políticas centradas en la exigencia y la rendición de cuentas que se aprobaron a comienzos de siglo.

Otro de los efectos de la pandemia en la educación es que se ha ensanchado la brecha entre los mejores y los peores de la clase. Aunque esto se percibe mejor en Secundaria que en Primaria, los datos de PIRLS muestran efectivamente cómo la diferencia ha crecido.

Esta brecha es mayor en los países menos desarrollados de la muestra. Dentro de Europa, en general, es más grande en algunos de los sistemas educativos con mejores notas medias, como Inglaterra, Finlandia o Polonia, y menos en España, Francia o Países Bajos.

España: grandes diferencias por comunidades

En España, la publicación de los resultados de PIRLS ha estado rodeada de polémica. Aunque los datos nacionales se conocían desde que se presentó el informe general, las notas de las nueve comunidades autónomas participantes no se han sabido hasta más tarde. Según el Ministerio, con ello se pretendía no “interferir” en las elecciones del pasado 28 de mayo.

Lo cierto es que los resultados dejan en evidencia a algunos territorios y respaldan a otros. Los alumnos españoles obtuvieron 521 puntos, siete por debajo de la media de la Unión Europea. Sin embargo, tres comunidades autónomas se sitúan por encima: Asturias (550), Madrid (539) y Castilla y León (538), aunque estas dos últimas bajan sensiblemente su resultado respecto a la edición anterior: 10 y 8 puntos, un descenso algo mayor que el de la UE (7 puntos). Con todo, estas notas las sitúan al nivel de los mejores países europeos, como Finlandia (en el caso de Asturias) o Dinamarca y Chequia (Madrid y Castilla León).

Todo lo contrario sucede en Cataluña. Allí es donde más han empeorado los datos: de 522 a 507 puntos, por debajo del resto del continente europeo. Además, si se descuenta a Ceuta y Melilla, la comunidad catalana es también la peor parada en cuanto al porcentaje de alumnos con “sobresaliente” (3%, frente al 8% de la UE y Madrid, o el 11% de Asturias) y de “suspensos” (30%, por un 22% en la UE o un 15% en Madrid y Castilla y León). Para algunos analistas, el hecho de que la prueba PIRLS se realizara en catalán habría perjudicado a los alumnos inmigrantes y a los nacionales cuya lengua materna es el español.

Brecha de sexos e interés por la lectura

Volviendo al plano internacional, otra brecha que puede observarse es la que divide los resultados de los chicos y las chicas. En todos los territorios participantes, ellas obtienen, de media, mejor nota en lectura que sus compañeros. En global, la distancia es de 16 puntos, aunque hay grandes diferencias por países. Es más grande en los de África y Oriente Medio. Dentro de Europa, también se sitúa claramente por encima de la media en Eslovenia, Polonia y Finlandia, mientras que España es el país con una distancia más pequeña.

La ventaja de las chicas en lectura aumenta de PIRLS (10 años) a PISA (15 años), pero desaparece en PIAAC (adultos)

Al igual que la brecha derivada del nivel socioeconómico, la que tiene que ver con el sexo también aumenta a lo largo del recorrido escolar. Si en PIRLS la distancia entre chicos y chicas representa un 3% de la nota media global, en PISA ya supone un 6%. En los países del norte de Europa (Suecia, Finlandia, Noruega) es donde más aumenta la brecha de lectura por sexos desde Primaria hasta Secundaria.

Curiosamente, en la prueba PIAAC, diseñada por la OCDE para medir distintas competencias en adultos, la ventaja en lectura de las mujeres sobre los hombres prácticamente ha desaparecido a los 25 años.

Además de en las notas, PIRLS muestra que también existe una brecha por sexos a favor de las chicas en lo que se refiere al gusto por la lectura, ya se exprese en un mayor porcentaje que declara “disfrutar mucho” de ella, o en un menor porcentaje que dice “no disfrutar nada”.

La relación entre interés por la lectura y destreza lectora es, lógicamente, positiva. No obstante, entre quienes dicen disfrutar mucho y los que no disfrutan nada “solo” hay una distancia media de 20 puntos –aproximadamente medio curso escolar–, lo que indica una influencia menor que la de otros factores, como el clima de exigencia académica de la escuela, o el nivel sociocultural y el gusto por la lectura de los padres; y, por encima de todos, el hecho de que en casa se hayan desarrollado actividades “lingüísticas” con el niño desde pequeño, como leerles libros, contarles historias, introducirles a la escritura o hacer juegos con palabras. La distancia entre los alumnos que más y menos experimentaron estas actividades en sus primeros años llega en 4º de Primaria a los 100 puntos.

Menos pantallas en Suecia; más recursos en EE.UU.

El informe PIRLS no permite sacar muchas conclusiones sobre la influencia del tiempo de consumo de pantallas y la habilidad lectora de los estudiantes. No obstante, cada vez se escuchan más voces que recomiendan reducir el uso de dispositivos en el aula por motivos puramente académicos.

En Suecia, la ministra de Educación ha anunciado recientemente que no se va a aplicar la política de digitalización de la enseñanza que había diseñado la Agencia Nacional de Educación (Skolverket). En su lugar, hasta 2025 se destinarán más de 100 millones de euros para acelerar la vuelta de los libros de texto tradicionales a las aulas.

Para la ministra, la progresiva desaparición del papel está en el origen del estancamiento de los resultados nacionales en las pruebas estandarizadas como PISA o PIRLS (aunque siguen estando por encima de la media en ambas, especialmente en la segunda). Otras voces, sin ir tan lejos, sí han criticado que el desembarco de pantallas en las aulas se ha hecho precipitadamente, y sin el soporte científico ni la evaluación necesarias. En una encuesta a profesores de Primaria suecos, casi el 20% señalaba que sus alumnos raramente o nunca escribían a mano.

Al otro lado del Atlántico, varios estados sureños de Estados Unidos, como Mississippi, Luisiana o Alabama, han aprobado en los últimos años leyes específicas para mejorar las habilidades lectoras de los estudiantes. En general, todas copian el plan llevado a cabo en Florida a principios de siglo, que ha elevado a este estado a los primeros puestos a nivel nacional.

Entre otras medidas, las leyes proponen formar a los profesores de lectura con una instrucción específica e intensiva, evaluar tempranamente la comprensión lectora (incluso en la etapa preescolar) para detectar a los niños y niñas con problemas y poder dedicarles recursos extra, contratar a instructores ayudantes para que colaboren con el profesor principal, o hacer repetir a los alumnos que lleguen a tercero de Primaria sin haber alcanzado el nivel mínimo.

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