En plena campaña presidencial Clinton ha cambiado su visión de los últimos años sobre los subsidios públicos a las madres solteras adolescentes y ha firmado un decreto que los condiciona. Su opinión es que ayudarlas a toda costa sería alentar la irresponsabilidad.
El decreto obliga a los Estados. Cuando entre en vigor, las madres solteras menores de 18 años deberán cumplir dos condiciones para poder recibir ayudas públicas: continuar los estudios y seguir viviendo con sus familias. Según el presidente norteamericano, esta medida les ayudará a abandonar el círculo de la dependencia. «Un bebé -afirmó Clinton- no da el derecho a abandonar la casa y los estudios, y no les supondrá obtener dinero».
Por su parte, el candidato republicano a la presidencia, Bob Dole, ha declarado que la reforma del welfare debe enfrentarse a «la epidemia nacional de nacimientos ilegítimos». Una de las medidas más populares es no dar subsidios a las adolescentes solteras con hijos. Pero Dole piensa que además habrá que endurecer las penas por violación para acabar con otra «epidemia», la de los «depredadores sexuales» que abusan de ellas.
Sobre esta cuestión, los datos de algunos estudios mencionados por Newsweek (29-IV-96) muestran que en no pocos casos de madres adolescentes el padre de la criatura es bastante mayor que ella. La patología social de la pobreza se manifiesta en que estas chicas sufren abusos sexuales por parte de un nuevo compañero de su madre o de un «tío». Y su madre, que a menudo fue también soltera, no ve con malos ojos que su hija tenga un bebé que aportará más dinero a la casa. Consiguientemente, el semanario aboga, al contrario que Clinton, por que las adolescentes no se queden o regresen a la familia, sino que puedan ir a otros alojamientos especializados donde se les ayude a sacar adelante a los niños. El problema es con qué dinero crear estas instituciones.