La lucidez de un durísimo y desolador retrato de un tabú contemporáneo (la adicción al sexo) queda mermado por decisiones poco inteligentes del director británico.
Reitman y Cody vuelven a reunirse en una comedia amarga que disecciona con lucidez una generación, representada por Charlize Theron en el papel de divorciada empeñada en volver con su ex novio.
Película de gran fuerza, concebida como un western, muy bien dirigida e interpretada, pero con una violencia brutal en el último tramo que la desequilibra.
Veinte años de amistad entre una pareja da pie a que Lone Scherfig haga gala de su talento en algunas escenas, pero el conjunto es muy inferior a sus mejores películas.