En algunos países de África, la posibilidad de que un hijo suceda a su padre como presidente empieza a ser habitual. Varios dirigentes africanos recurren a distintas estratagemas para “entronizar” a sus descendientes sin que pasen por las urnas. Este fenómeno, que era marginal en otros tiempos, ha tomado una amplitud inquietante, según Mundo Negro (diciembre 2007).
En principio, no habría nada que objetar al hecho de que en una democracia un hijo sucediese en la jefatura de Estado a su padre siempre que se respeten las reglas del proceso democrático. El problema viene cuando se sustituyen esas reglas por los nombramientos “a dedo” para perpetuar las dinastías. Esto es lo que está pasando desde hace varios años en algunos países africanos.
Cuando se restauró en 1990 la democracia en el entonces Zaire, se decía que el presidente Mobutu Sese Seko iba a nombrar a su hijo como sucesor. Este plan no pudo llevarse a cabo porque Mobutu fue derrocado por Laurent Désiré Kabila. Quien sí sucedió a su padre en la presidencia de la república fue el hijo de éste, Joseph Kabila.
El ejemplo congoleño pronto cundió en otros países africanos. El caso más reciente es el de Togo, donde el presidente Gnassingbé Eyadema fue sucedido por su hijo Faure en febrero de 2005. Una vez en el poder, Faure modificó la Constitución con el apoyo del Ejército y el aval del Parlamento. Aunque las presiones internacionales forzaron unas elecciones democráticas, Faude salió elegido presidente sin demasiados problemas.
La transmisión dinástica del poder de padre a hijo suele venir precedida por un proceso de promociones. Para aupar a un hijo a la jefatura de Estado, primero hay que allanarle el camino colocándole en puestos estratégicos. Un caso paradigmático es el del presidente de Gabón, Omar Bongo Ondimba, que ha nombrado recientemente a su hijo adoptivo ministro de Defensa.
Algo parecido ocurrió el pasado agosto en Guinea Ecuatorial. Allí el presidente Teodoro Obiang Nguema elevó en grado a seis de sus hijos militares. Entre los ascendidos al grado de comandante se encuentra su primogénito, “Teodorín”, ministro de Agricultura y Bosques y sucesor declarado de su padre.
En Egipto, el presidente Hosni Mubarak también está preparando el relevo de su hijo en el poder. Desde que en 2002 lo puso al frente del Comité político del partido, su hijo no ha hecho más que acaparar responsabilidades. Entre otras cosas, ahora se encarga de organizar la agenda política de su padre y de diseñar estrategias de desarrollo económico.
Fuente: Mundo Negro