Los partidos políticos tradicionales pierden peso en varios países europeos, en favor de nuevas formaciones que se presentan como alternativa al “sistema” corrupto o esclerotizado. Según un análisis de Frédéric Joignot para Le Monde, estos movimientos reflejan no solo el desencanto por la vieja política, sino también un escenario nuevo, en el que el compromiso ciudadano es flexible e intermitente.
En Francia, el declive de los grandes partidos es evidente. El socialista pasó en diez años (2006-2016) de 280.000 a 86.000 afiliados; Los Republicanos (antes UMP) bajaron de 370.000 a 238.000. Encuestas como el Barómetro 2017 reflejan una desafección general. El 89% de los franceses dicen que los políticos no se preocupan de la gente; solo la mi…
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