Juan Pablo II insiste en sus llamamientos por la paz en Yugoslavia

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Desde el principio del conflicto en Kosovo, Juan Pablo II insta a hallar una solución pacífica, con mensajes públicos casi diarios y llamamientos a las distintas autoridades implicadas. Después del día de Pascua, en que pidió a Yugoslavia la apertura de un corredor humanitario para llevar ayuda a la población de Kosovo, el Papa ha seguido deplorando la guerra en sus alocuciones dominicales tras el rezo del Regina caeli, así como en otras ocasiones. A la vez, en el curso de una semana ha enviado cartas al Patriarca de Moscú (ver servicio 63/99), al arzobispo de Belgrado y al secretario general de la ONU.

En la carta dirigida el 19 de abril a Mons. Franc Perko, arzobispo de Belgrado y presidente de la Conferencia Episcopal yugoslava, Juan Pablo II expresa su dolor por la situación de «los que más sufren en estos momentos, por verse privados del afecto de sus seres queridos, alejados injustamente de sus casas e injustamente obligados a vivir lejos de su tierra». El Papa indica que «esta Sede Apostólica proseguirá sus esfuerzos en favor de la paz, para que se ahorren ulteriores sufrimientos a esas poblaciones, y en particular a las de Kosovo, tan trágicamente probadas».

Las vías hacia la solución del conflicto, añade, no pasan por el uso de las armas: «Será preciso recordar a todos los responsables de la vida nacional e internacional que siempre es posible el camino del diálogo y que ese camino siempre puede llevar a encontrar soluciones honrosas para los interlocutores, respetando a los hombres y mujeres de una misma tierra».

La misma idea repitió el Papa en su carta, fechada el 27 de abril, a Kofi Annan, secretario general de la ONU, que entonces iniciaba un viaje a Europa para intentar una solución negociada: «Tras los primeros momentos de crisis en Kosovo, quise expresar sin vacilación alguna mi convicción de que sólo las negociaciones leales, pacientes y realistas podían constituir la respuesta adecuada a las aspiraciones legítimas de las poblaciones afectadas». Más adelante añadía: «Frente a las deportaciones de las poblaciones atemorizadas, a las vejaciones de todo tipo y los bombardeos de este último mes, no puedo por menos que exhortar a todos aquellos que, como usted y con usted, intentan reanudar el camino del diálogo para llegar a la elaboración de un plan de paz».

Cinco días antes, el Papa recibió a los premios Nobel de la Paz que se habían reunido en Roma por iniciativa de la Fundación Gorbachov. En su discurso dijo: «¡No podemos dejar de renovar un vigoroso llamamiento al cese de los conflictos étnicos en los Balcanes y del fragor de las armas, para que se vuelva al diálogo y al respeto de la dignidad de las personas y de todas las comunidades, en nombre de los derechos humanos fundamentales!».

Juan Pablo II ha reiterado sus llamamientos aprovechando otras ocasiones, como el encuentro, el 29 de abril, con un grupo de estudiantes romanos que habían hecho un donativo para las víctimas de la guerra. «A vuestra solidaridad activa con cuantos sufren las consecuencias del doloroso conflicto se une mi más vivo deseo de que la guerra termine cuanto antes y que el conflicto de las armas ceda su puesto al diálogo y a la paz».

El Papa invitó a los estudiantes a rezar por la paz. Es esta una petición que no suele faltar en sus referencias a Yugoslavia. Por ejemplo, el 11 de abril, al final del Regina Caeli, dijo: «Quisiera invitar a todos los creyentes a intensificar su oración por la paz, porque lo que a veces parece humanamente imposible, Dios lo da a quienes lo piden intensamente como don de su misericordia».

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