El debate actual sobre la crisis de la democracia liberal no se agota en la crítica que le hacen los populismos. Otra vertiente, más sutil, examina hasta qué punto el liberalismo político contemporáneo ha distorsionado la tradición liberal, y si es verdad que los creyentes tienen la misma libertad que el resto para proponer su estilo de vida.
Rachel Lu, articulista en varios medios de Estados Unidos, aconseja a sus colegas creyentes que no pidan la luna al liberalismo. En su opinión, antes que señalar sus límites, habría que destacar sus bendiciones. Y la bendición innegable –escribe en Public Discourse– es que hoy “somos verdaderamente unos afortunados, con innumerables oportunidades para perseguir cualquier meta que consideremos digna”, u…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.