“En Rusia la mayoría está acostumbrada a aceptar lo que hace y ofrece el gobierno”

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Iniciando el viaje de 10 meses, desde Tierra del Fuego a Alaska

 

Buenos Aires.– Dmitry Saparov (Tashkent, 1972) es un fotógrafo ruso que colaboró y fue premiado por National Geographic y Discovery Rusia. Luego de un extenso y prolongado viaje por América Latina obtuvo la nacionalidad argentina, gracias a la cual pudo volver a vivir a este país cuando en febrero de 2022 el presidente Putin invadió Ucrania. Lejos del conflicto, reflexiona sobre la falta de libertad que lo llevó a huir de Rusia con su familia.  

Su apellido lo define. Originalmente es Sapar, de origen kazajo, y significa “el camino”. Auténtico trotamundos, este hombre nació en la capital de Uzbekistán cuando ese país pertenecía a la Unión Soviética. De chico conoció la opresión del comunismo y siendo adulto experimentó el incipiente proceso de libertad que se produjo en Rusia en la década de los 90.

En esos años se convirtió en un fotógrafo reconocido y viajó incansablemente. En 2017 ganó un concurso de National Geographic Rusia por el “El mejor viaje del año”, que duró 10 meses y abarcó desde Tierra del Fuego hasta Alaska. Conoció medio mundo, especialmente América Latina y, en profundidad, la Argentina, de la que se enamoró al punto de establecerse para obtener la ciudadanía, al percibir que los cambios políticos que se avecinaban en Rusia traían vestigios de lo que había sido la antigua Unión Soviética. En 2019 volvió a Rusia, y allí vivió con espanto la decisión de Putin de invadir Ucrania. Tras haber sufrido una detención por manifestarse en la Plaza Roja en contra de la guerra, decidió que había llegado el momento de partir definitivamente.

“Todo en mi vida pasa por casualidad”, asegura. Casualidad fue acabar siendo fotógrafo.Antes cada familia tenía una cámara; la mía no era la excepción. Una vez en la universidad un amigo me comentó que estaban buscando fotógrafo para un periódico. Me fui con la cámara y dije: `Yo soy fotógrafo´, y me contrataron. Primero trabajé en Uzbekistan, hasta que en 1994 me mudé a Moscú. Siempre viajé mucho. Me dediqué a mostrarles a los rusos ese mundo que los años de gobiernos comunistas les habían ocultado. Podríamos hablar mucho de fotografía, pero hoy los temas son otros…”

Casualidad o intuición, hubo señales en su historia que indicaban un camino que podría acabar en la Argentina. Para él, la más significativa fue la música de Astor Piazzolla, uno de los compositores de tango más importantes del mundo.

Con su hija en el Mundial de Fútbol de Rusia, en 2018

Reconoce con humor que “siente celos” de los rusos que están llegando en esta oleada inmigratoria: “Cuando llegué éramos pocos; tenía casi todo el país para mí. Hoy no puedo caminar dos pasos sin encontrarme un ruso.”

Efectivamente, desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, de acuerdo con la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), de febrero de 2022 a julio de 2023 ingresaron a la Argentina 34.797 ciudadanos rusos. Se fueron también 25.768, por lo que solo quedan actualmente en el país alrededor de 9.000. De parte de la DNM, sólo se entregaron a los más de 30.000 inmigrantes 597 radicaciones permanentes y 402 radicaciones temporarias (documentos requeridos para poder obtener el pasaporte argentino).

“Los rusos que llegan ahora no vienen por propia voluntad, sino por la situación. Algunos para evitar ser reclutados, otros por no estar de acuerdo con el curso de la guerra. Algunos entendieron que Rusia ya no tiene futuro y buscan otras opciones.”

– ¿Tienen algo en común Argentina y Rusia?

– Son pueblos acostumbrados a vivir en situaciones extremas. Pueden vivir dos años de bonanza, nos relajamos todos y enseguida vuelven los problemas. Evidentemente en Argentina los gobiernos militares afectaron la sensibilidad del pueblo, que prefiere vivir un desastre económico antes que volver a la dictadura.

Rusia es una dictadura permanente y eso deja una huella profunda. Lo noto en mí, en mi mujer. Es muy difícil dejar de ser esclavo, superar la mentalidad de que tu opinión es minúscula porque no lo sabes todo, que el gobierno es inteligente, que ya pensó por nosotros y eligieron lo correcto. Muchas personas prefieren no opinar, no ver, no oír. Es la forma de sobrevivir en Rusia. Una suerte de inmigración interna.

Decidí irme en 2011 porque por mi trabajo pude ver cómo se movía el gobierno y percibí que iban a volver los tiempos de la Unión Soviética. La mayor parte del pueblo estaba engañado pensando que era imposible que volvieran esos años, pero la situación ahora está mucho peor de lo que hubiera imaginado cuando me fui.

– ¿Por qué crees que se perdió tan rápido esa libertad que acaban de conseguir?

– Nunca hubo libertad en Rusia. El imperio ruso y luego el sistema comunista mataron la voluntad de la gente. Es muy difícil aceptar que tu vida se ha basado en una mentira, la mayoría está acostumbrada a aceptar lo que hace y ofrece el gobierno. El pueblo no se mete en la política porque el país se rige por las reglas carcelarias: los mejores representantes de nuestra cultura, músicos, escritores, científicos siguen viviendo con miedo a ir presos. Históricamente fue así, y ahora de nuevo.

Cuando empezó la guerra en Ucrania participé en protestas en la Plaza Roja. Éramos 4 o 5 personas contra 5.000 policías. Todas las personas que llegaban para unirse eran detenidas antes. Estuve un día entero en la comisaría. Los días siguientes recibí visitas de policías en mi departamento, para avisarme que la próxima vez que me manifestara me abrirían una causa penal. Era imposible para mí permanecer en Rusia. Yo opinaba en las redes sociales. Tenía más de 3.000 seguidores; ahora tengo 1.900. Desaparecieron los que no están de acuerdo con mi opinión o tienen miedo de seguirme. Soy ruso, pero apoyo a Ucrania en todo lo que puedo. No solo con mi opinión en las redes sociales. Por eso era peligroso para mí quedarme allá.

Pocos entienden que estas personas al frente del gobierno de Rusia son un peligro para todo el mundo; que dejar de apoyar a Ucrania es un suicidio para toda Europa. Ningún otro gobierno tuvo tantas bombas atómicas, y con la invasión a Ucrania se abrió una caja de pandora.

Detenido por manifestarse en la Plaza Roja en contra de la invasión rusa a Ucrania.

– Decís que se ha roto la voluntad de la gente en Rusia. ¿Se puede recuperar la voluntad de un pueblo?

– Es muy difícil. La gente que ahora apoya a Putin, cuando este desaparezca, apoyará al que siga. La mayoría de los rusos viven bajo ese pensamiento esclavo que lleva a deducir que como no lo sabemos todo, no podemos opinar. Pero, ¿qué razones puede haber para atacar un país vecino?

Junto con el pensamiento esclavo, lo peor es el pensamiento imperial. En la Unión Soviética nos inculcaron la idea de que somos el mejor país del mundo y por eso todos quieren conquistarnos. Pero cuando empecé a viajar entendí que no es así, y ahora veo que están haciendo lo mismo, hacernos creer que somos superiores. Pero hoy Rusia está muy lejos de eso, es un país pobre.

– ¿Cómo está afectando esta guerra a la influencia cultural que siempre tuvo Rusia?

– La Rusia de antes ya no existe. Era un país importante para la cultura mundial pero el resto del mundo dejará de respetarla. Ahora hay una cultura de la cancelación con Rusia. Los deportistas rusos no pueden participar en los juegos olímpicos; a muchos músicos no los aceptan en otros países. A Alemania le llevó 50 años recuperar su reputación. Pidieron disculpas a todo el mundo. La diferencia es que Rusia no está dispuesta a pedir perdón, al contrario, trata de convencer a su gente y al mundo entero de que son los únicos que tienen razón. Pero el pueblo no es el gobierno. Lo que está haciendo este gobierno no representa al pueblo. El día de la invasión a Ucrania estábamos en shock, la mayoría compartimos las noticias en las redes sociales, luego muchos borraron esas publicaciones por miedo.

– Decís que la situación no va a cambiar, pero ¿qué tendría que pasar para que cambie?

– Siempre pensé que para que Rusia cambiara, la situación tenía que llegar a un extremo tremendo que despertara al pueblo. Tras la invasión a Ucrania, Rusia sufrió el bloqueo económico, pero sorpresivamente el gobierno no cayó. Rusia tiene recursos para seguir con esta guerra durante muchos años; Ucrania no. Por eso, si dejan de apoyarla va a perder, y con ella el mundo entero.