El mundo visto desde el Vaticano

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En una entrevista con Giancarlo Zizola, publicada en el semanario L’Express (8-X-97), el cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano, hace una balance de la relaciones recientes de la Santa Sede con países como Cuba, Rusia, Israel, Estados Unidos y China.

Acerca del viaje pastoral de Juan Pablo II a Cuba, adelanta que «en enero de 1998, el Papa llevará un mensaje que ha llevado por todas partes: los pueblos tienen derecho a la libertad total, según las modalidades propias de cada uno. Esto no implica que el Papa quiera proponer el modelo europeo. Es consciente de que los derechos humanos y las libertades civiles pueden tener expresiones diferentes en América, Asia o África. Es cierto, en todo caso, que hay que defender ciertas formas de libertad política, sindical y económica. La libertad es indivisible. La Iglesia no sólo se interesa por la libertad religiosa, que es el mínimo».

La normalización en la Europa del Este

Ocho años después de la caída del muro de Berlín, el cardenal hace una síntesis de la situación de la Iglesia en Europa central y del Este. Comenta que en los países de la antigua URSS hay representantes pontificios, se han reorganizado las diócesis, los seminarios y la prensa católica. En cambio, «un aspecto todavía problemático de la normalización en el Este es la compensación por los bienes eclesiásticos expropiados por los regímenes comunistas. Esta cuestión ha sido también debatida con ocasión de la visita del Papa a Praga, en abril pasado. He leído en un diario de Praga: ‘La Iglesia no necesita bosques para vivir’. Se refería a los dominios que la Iglesia poseía antes de la revolución. Es cierto que la Iglesia no necesita bosques. Sin embargo, le hacen falta medios de subsistencia. (…) El Estado no puede ignorar que se trata de un problema de justicia. Si alguien ha confiscado algo que no le pertenece, debe restituirlo o entregar lo equivalente. La Santa Sede ha recordado que, sobre este asunto, la discusión estaba abierta. Pero con la República checa no se ha negociado y el tema se ha eludido».

El secretario de Estado considera que la Iglesia católica está haciendo esfuerzos reales para estrechar las relaciones con la Iglesia ortodoxa. «Pienso que el futuro mostrará que, entre los católicos, se manifiesta un gran respeto por la Iglesia ortodoxa. También les ayudamos en numerosas obras. Si existen algunas fricciones, que tienen relación con el pasado o con alguna situación local, como en Ucrania, no creo que puedan atribuirse a la Santa Sede».

Una rémora del diálogo ecuménico es que los ortodoxos acusan a los católicos de hacer proselitismo, tema que también aborda el cardenal: «En todas las reuniones con los ortodoxos -obispos, sacerdotes, teólogos- se explica que un católico es misionero por naturaleza, pero no por eso hace proselitismo: el hecho de ser apóstol es inherente a la naturaleza misma de la fe católica. Por tanto, si alguien testimonia su fe en un diario, un centro de estudios o una biblioteca, no consideramos que haga proselitismo. El proselitismo es un medio agresivo y violento para forzar a alguien a abrazar una fe determinada».

Libertad de acción de la Iglesia

En sus relaciones con Israel, la Santa Sede se hace portavoz de los católicos e incluso «de los cristianos en general» que viven en este Estado o en Jerusalén. «Llegan a la Santa Sede -comenta el cardenal- quejas por las dificultades que hay para desplazarse o expresarse libremente. Deseamos que la comunidad católica se sienta en su casa tanto en Israel como en todas las naciones del mundo, y esperamos que cualquiera pueda ser a la vez católico e israelí plenamente. Esto es posible en virtud de todas las convenciones internacionales modernas referentes a la libertad religiosa. Por otra parte, la opinión pública internacional ha conocido con satisfacción que este es el compromiso del Estado de Israel en el Acuerdo Básico firmado con la Santa Sede el 30 de diciembre de 1993, por el que se reconocen las garantías necesarias a la libertad de religión como derecho fundamental».

Por lo que respecta a la situación de Jerusalén y los Santos Lugares, la postura de la Santa Sede se puede resumir así: «No queremos una Jerusalén dividida, sino una Jerusalén compartida. Por consiguiente, deseamos para la Ciudad Santa un estatuto, con garantías internacionales».

Al preguntarle por las fricciones con Estados Unidos, manifestadas últimamente a propósito de las relaciones diplomáticas con Libia, el secretario de Estado reafirma la libertad de acción de la Santa Sede: «Comprendemos que, por razones políticas, un Estado puede adoptar una posición particular, romper relaciones diplomáticas o bien mantenerlas. Sin embargo, la Santa Sede sirve también a la comunidad internacional al conservar una línea de conducta, por ejemplo, tener relaciones con un Estado mientras que otros las rompen».

La situación de los católicos en China es aún confusa, empezando porque no se sabe cuántos son, tal vez 10 millones. «Incluso si los católicos son pocos, pedimos al gobierno de Pekín que respete la libertad religiosa de los que quieren vivir su fe en unión con la Iglesia universal. No vemos por qué esto deba ser considerado un problema. La libertad religiosa no es solamente la libertad de culto personal, sino también la libertad de una comunidad religiosa para organizarse como le parezca bien, de tener su sacerdote y su obispo de forma autónoma, sin órdenes del gobierno, que no debería entrar en el espacio sagrado de las comunidades religiosas».

«Ciertamente, existe un lazo con el Papa y la Iglesia universal. Pero esto forma parte de las estructuras de la Iglesia. No entiendo por qué el Estado ha de tener derecho a dar directivas a las comunidades religiosas sobre la forma en que deben organizarse. Por parte de la Santa Sede, encontrar formas de organización local no es un problema. Si pudiésemos enviar a Pekín un representante que visitase estas comunidades, éste podría también proponer soluciones. Diría que esta es nuestra esperanza para el futuro. Deseamos que los contactos actuales desemboquen en algún acuerdo».

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