Temas del próximo Sínodo de los Obispos para Oriente Próximo

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El último día de su visita a Chipre, el Papa entregó a las comunidades católicas del Oriente Próximo el Instrumentum laboris para el próximo Sínodo de los Obispos de la región, que tendrá lugar en Roma en octubre de este año. Este documento sirve de base para los trabajos del Sínodo y se elabora con las respuestas de los obispos a otro previo, llamado Lineamenta, que reúne las propuestas de temas para tratar en la asamblea.

El Sínodo especial para el Oriente Próximo, señala el Instrumentum laboris, tiene dos fines: “Confirmar y fortalecer a los fieles católicos [de la región] en su identidad cristiana” y “fomentar la comunión entre las Iglesias sui iuris”, o sea, las orientales, que se rigen por sus leyes propias.

Para que no se pierda la presencia cristiana

El documento subraya el puesto singular de la comunidad cristiana de esa región dentro de la Iglesia universal, que da al Sínodo un alcance no limitado a su ámbito geográfico. “La historia del cristianismo en el Oriente Próximo es relevante no solo para los cristianos que viven allí, sino para los de todo el mundo”. “Todas las Iglesias particulares del mundo, no solo las de Oriente Próximo, tienen sus raíces en la Iglesia de Jerusalén”. “La Divina Providencia quiso revelar el plan de salvación en esta parte de Asia”. Por tanto, “sería ciertamente una pérdida para la Iglesia universal si el cristianismo desapareciera o menguara en el mismo lugar donde nació”.

La dimensión mundial de los cristianos del Oriente Próximo es inseparable de su papel propio en la misma región, donde “son ‘ciudadanos nativos’ y por tanto tienen derecho a formar parte de la estructura de la sociedad e identificarse con sus respectivas patrias”. “Si desaparecieran, se empobrecería el pluralismo que siempre ha caracterizado a los países del Oriente Próximo, que quedarían en desventaja sin la voz cristiana”.

El documento, por eso, se detiene en el tema de la emigración. Del Oriente Próximo se marchan personas de todas las religiones, pero el éxodo afecta más a las minorías cristianas. Una causa es “el conflicto palestino-israelí y la consiguiente inestabilidad en toda la región”. A ello se añaden la violencia en Irak y la agitada situación política en el Líbano. Las discriminaciones contra los cristianos en algunos países y el mal estado de la economía también impulsan la emigración.

A favor de la laicidad

La presencia en el Oriente Próximo de otras confesiones cristianas y otras religiones es un dato fundamental que el documento tiene siempre en cuenta. Así, señala que allá el ecumenismo debería formar parte de la catequesis desde el nivel elemental. “En una región donde los seguidores de las tres religiones monoteístas han convivido durante siglos, los cristianos deben conocer bien a sus vecinos judíos y musulmanes para colaborar con ellos en los ámbitos religioso, social y cultural en bien de toda la sociedad”.

El documento da también mucha importancia a las relaciones cristiano-judías, que están condicionadas por el conflicto entre Israel y Palestina. Según las respuestas a los Lineamenta, el antisemitismo parece haber sido superado entre los cristianos, pero prevalece una animosidad entre árabes y judíos alimentada por el conflicto político. En esta situación, “los cristianos están llamados a aportar un espíritu de reconciliación, basado en la justicia y en la igualdad de ambas partes”. Además, “las Iglesias del Oriente Próximo piden a todos los implicados que tengan en cuenta la distinción entre la realidad religiosa y la política”.

Pero una tendencia a identificar el islam con la nación o la cultura amenaza desplazar a los cristianos como si fueran extranjeros. “Las relaciones entre cristianos y musulmanes son a menudo difíciles, sobre todo porque los musulmanes no distinguen entre religión y política, lo que pone a los cristianos en la difícil situación de no ciudadanos, pese a que los cristianos son ciudadanos de estos países desde mucho antes de que llegara el islam”.

Para contrarrestar esta corriente, sugiere el documento, “los católicos, junto con otros ciudadanos cristianos y pensadores musulmanes, deberían impulsar iniciativas para estudiar con detenimiento el concepto de ‘laicidad positiva’ del Estado”. “Esto podría contribuir a eliminar el carácter teocrático del gobierno y favorecer una mayor igualdad entre ciudadanos de distintas religiones, y así fomentar una verdadera democracia, positivamente secular, que reconozca plenamente el papel de la religión, también en la vida pública, y a la vez respete por completo la distinción entre el orden civil y el religioso”. “La clave del éxito para la coexistencia de cristianos y musulmanes está en reconocer la libertad religiosa y los derechos humanos”.

Conversiones

Ahora bien, el documento señala que en el Oriente Próximo, tradicionalmente por libertad religiosa se entiende libertad de culto, pero no libertad de conciencia. Allí, en general, la religión es asunto social o aun nacional, no de elección personal. Por eso no se suele admitir el derecho a cambiar de religión.

Pero hay una asimetría en los países islámicos, pues la conversión de un musulmán puede hasta estar prohibida por la ley nacional, mientras que la conversión de un cristiano al islam es posible y favorecida por la presión musulmana.

El documento hace constar que algunas respuestas a los Lineamenta manifiestan una oposición total al proselitismo entre confesiones cristianas, cosa que practican distintas comunidades protestantes de tipo evangélico. El Instrumentum laboris observa al respecto: “Se debería abrir un diálogo sincero sobre este tema, para llegar a un acuerdo que respete los derechos y la plena libertad de conciencia de todos, cualquiera que sea su confesión religiosa”.

Incomprendidos

No mezclar política y religión es una advertencia muy repetida en el documento. Los cristianos del Oriente Próximo sufren por no ser entendidos según su carácter propio, y atribuírseles una adscripción política en bloque por unos u otros, que tienden todos a considerarlos como extraños. Para Israel, porque son mayoritariamente árabes. Para los otros árabes, “porque en los países del Oriente Próximo la gente suele identificar el cristianismo con Occidente”.

El documento precisa sobre esto: “Aunque Occidente tiene raíces y tradiciones cristianas, hoy sus gobiernos son claramente seculares, y su política, en sí misma, no se basa en la fe cristiana. (…) Sin embargo, la resistencia del mundo musulmán a distinguir entre política y religión está causando gran daño a la Iglesia en el Oriente Próximo porque la opinión pública musulmana la asocia con las decisiones políticas que toman los Estados occidentales”.

Pese a la idea extendida entre musulmanes, Occidente en realidad no es aliado de los cristianos del Oriente Próximo. Como dice el Instrumentum laboris, “la política internacional a menudo no tiene en cuenta la existencia de cristianos en la región, y desconoce que ellos son víctimas, a veces las primeras en sufrir”.

En cambio, el Sínodo es una muestra del interés de la Santa Sede por comprender y sostener a la población cristiana de la región.

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