En 1964, un joven boxeador negro llamado Cassius Clay sorprendió a todos al conquistar el título de campeón mundial de los pesos pesados venciendo por K.O. a Sonny Liston. Tenía 22 años. Por entonces, Clay era amigo del cantante Sam Cooke y del líder Malcolm X, y militaba en la Nación del Islam, grupo radical de musulmanes negros dirigido por Elijah Muhammad, que rebautizó a Clay con el nombre de Muhammad Ali.
El nuevo film de Michael Mann (El último mohicano, Heat, El dilema) describe los diez años más importantes de la vida del mítico púgil. La acción empieza en vísperas del combate contra Liston, y termina en 1974, cuando Ali recuperó el título en Zaire luchando contra George Foreman. Los guionistas no han hecho una película de boxeo sino una biografía que indaga en la compleja personalidad de este agitador político, hombre religioso y mujeriego.
A pesar de su larga duración, la película no se hace pesada. El mérito se debe en parte a su particular estructura de mosaico, que pasa sin interrupción de un musical de Sam Cooke a un mitin, y de ahí, a un combate o a una escena romántica. La biografía de Ali proporciona abundante material; tanto, que a veces los guionistas acumulan detalles de importancia diversa, subrayan aspectos menores y olvidan otros más importantes. Se echa de menos un hilo conductor que ponga orden en la avalancha de datos. Debería haber sido el boxeo; pero la buena actuación de Will Smith -que mereció la candidatura al Oscar- no le convierte en el gigante que fue Muhammad Ali, y en ningún momento el actor da la impresión de poder resistir media bofetada de Foreman. De hecho, solo hay tres combates de boxeo, resueltos con corrección, pero sin la fuerza de las grandes películas sobre ese deporte.
Dicho esto, el oficio de Michael Mann se manifiesta en la cuidada puesta en escena, que reconstruye muy bien toda una década, desde el asesinato de Malcolm X al combate en África, pasando por la larga lucha de Ali con el gobierno estadounidense por negarse a combatir en Vietnam. De todos modos, quizá la trama más redonda es la que recrea la amistad entre Ali y el periodista Howard Cosell, caracterizado por Jon Voight, que también optó al Oscar. En cualquier caso, todo lo dicho aporta interés a esta biografía, que asigna a Muhammad Ali un notable peso específico en la lucha por los derechos civiles de los negros norteamericanos.
Fernando Gil-Delgado