Una maestra judía casada con un memo está al borde del divorcio. Su madre adoptiva está para morir. En estas, aparece su verdadera madre y…
Hunt, buena actriz californiana de 45 años, podría haberse ahorrado su estreno en la dirección. Su película, además de boba, histriónica e improbable, es fastidosamente narcisista: Hunt comete el error de reservarse un papel protagonista en el que se dan cita mucho errores de principiante, magnificados por el aire de superioridad que adorna este tipo de sátira con ínfulas, megáfono del buenismo liberal del “todo vale si lo haces con amor” que abunda en un sector de la comedia norteamericana contemporánea.
El guión, que adapta una novela de Elinor Lipman, es un cúmulo de situaciones sensibleras con un sentido del humor ya muy visto (en realidad no deja de ser un remedo de una comedia de enredo de Woody Allen). De Bette Midler y Mathew Broderick mejor no hablar. Menos mal que está Colin Firth, al que siempre da gusto ver, aunque sea en un papel tan pobre.