Una viuda de la guerra civil española, con una hija pequeña, se ha casado con un comandante de la guardia civil en busca de seguridad. Encinta de su nuevo esposo, se instala con la familia en una casa en medio del bosque, donde el comandante y sus hombres tratan de acabar con el maquis, guerrilleros que se refugian en la montaña y que no admiten la derrota en la pasada contienda bélica. La pequeña, ajena a ese entorno de enfrentamiento político y amante de los cuentos, se internará en un misterioso mundo mágico habitado por un fauno.
El mexicano Guillermo del Toro dirige una sólida película, quizá la mejor que ha realizado desde «Cronos» (1993), donde juega a que las diferencias entre el mundo mágico y el real no son tantas: en ambos espacios hay buenos y malos, y se hacen necesarios el amor y el sacrificio para sobrevivir a la crueldad y al egoísmo. De exuberante imaginería, y envidiable ritmo, choca no obstante la violencia desmedida de algún pasaje.
Como en otros filmes ambientados en el franquismo, carga la tópica imagen maniquea al uso, aquí camuflada con la estructura de cuento, que hace más aceptable que los guardias civiles sean «malos malísimos» y los «chicos» del maquis héroes sin fisuras.