El solista cuenta la historia de un músico esquizofrénico y del periodista que escribe sobre él. Steve Lopez, columnista de Los Angeles Times, está pasando una mala racha, profesional, personal y también física tras una mala caída en bicicleta. Casualmente conoce en la calle a Nathaniel Ayer, un desaliñado sin techo que toca con entusiasmo y talento un maltrecho violín de dos cuerdas. Lopez le dedica un artículo que tiene éxito y…
El director de Orgullo y prejuicio y de Expiación arriesga mucho en esta historia que deja poco margen a la imaginación. Los hechos narrados son ciertos, recientes y fueron publicados en el periódico. Wright graba en Skid Row, barrio de Nathaniel Ayer, y hasta el refugio y los mendigos que aparecen son reales. El director ha querido respetar los hechos, sin embellecer la historia, al estilo Una mente maravillosa.
La historia de amistad es asimétrica: Nathaniel está enfermo y Wright, con ayuda de Jamie Foxx, hace un retrato fascinante y enternecedor; la situación de Lopez es diferente y Robert Downey Jr. crea un personaje complejo, que se interesa profesionalmente por su “sujeto”, y se ve arrastrado a apreciarle y ayudarle, casi sin querer. Al descubrir a Nathaniel, descubre un mundo paralelo que campa en medio de su ciudad, descubre también que ayudar a alguien puede ser difícil y comprometido, pero ayuda a descubrirse a uno mismo.
En el desenlace no hay cosas que se encuentran en otras muchas películas. El director ha hecho su elección y el espectador que busca clichés se puede sentir un poco desconcertado al llegar al fin. Lo importante, en este caso, es el camino que recorren juntos los dos personajes: un poema tremendo y entrañable.