El hijo de Richard y Linda causó una pérdida irreparable para el matrimonio de Jay y Gail. Años más tarde, los cuatro están dispuestos para hablar de lo que sucedió y procurar comprender los motivos del mal más perverso e imprevisto que todavía padecen.
La violencia juvenil no deja de sorprender con sus múltiples ramificaciones. Películas tan diversas como las norteamericanas Elephant o La vida ante sus ojos, o la catalana Los niños salvajes, hacían una radiografía incompleta pero sugerente, al igual que algunas series como Por trece razones, Defender a Jacob o la más reciente Tribunal de menores. Mass pretende llegar más lejos haciendo un recorrido más elíptico, centrándose en los familiares de los asesinos y de las víctimas.
A sus 41 años, después de dos décadas interpretando a personajes muy secundarios, Fran Kranz ha sorprendido con un salto a la dirección y escritura de guion con una película tan económica como valiosa. Estrenada en la sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián, obtuvo el premio de jurado joven después de recibir todo tipo de elogios de la crítica cinematográfica, que no dudó en considerarla una de las mejores películas de todo el certamen.
El filme se apoya en interpretaciones minimalistas del cuarteto protagonista, que es consciente de tener un guion sutil sobre la culpa y el perdón desde una perspectiva cristiana. Es asombroso cómo este primerizo cineasta es capaz de definir realidades tan complejas sin deletrear un discurso ni bucear en el morbo en el que han caído otros directores. “Se me ocurrió la idea de hacer una investigación sobre tiroteos masivos en Estados Unidos, donde me enteré de estas reuniones entre familias de víctimas y tiradores. Tan pronto como leí sobre estas reuniones, me acordé de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, que fue una gran inspiración. Una fuente de inspiración, pero también de miedo, porque no sabía si podía participar de la idea de la justicia restaurativa. Unos 20 años después, cuando me encontré con estas reuniones, ahora como padre, pensé que eso es esencialmente lo que estas personas están haciendo: existe este simple esfuerzo por sanar, aprendiendo sobre la verdad y, posiblemente, encontrando el perdón y la reconciliación”.
Mass se nutre de silencios y miradas, de gritos que no se pueden contener. Esa sensibilidad en la interpretación se combina con una planificación serena y una edición muy medida que permiten al espectador acompañar a los personajes en ese itinerario de redención. Fran Kranz ha logrado a la primera abarcar la complejidad con sencillez, situando su película junto a algunos de los grandes filmes sobre el perdón, como Pena de muerte, de Tim Robbins, o la más reciente Maixabel, de Icíar Bollaín.